La Voz del Interior

Mestre puso a Cambiemos en punto de detonación

- Virginia Guevara Panorama provincial

La febril negociació­n que llevan adelante la Nación y las provincias por el costo del ajuste que contendrá el Presupuest­o 2019 define la gobernabil­idad de Mauricio Macri y determina el escenario político del año próximo. Cuando termine ese tira y afloje, Córdoba sabrá cuál es el lugar que ocupa Juan Schiaretti en el sostenimie­nto del gobierno de Cambiemos. Y también cuánto está dispuesto a hacer el macrismo por gobernar la provincia que más aportó para llevarlo al poder.

No son menores las cosas que ya ocurrieron en Córdoba. La semana pasada quedó en claro que esta provincia que consolidó a Cambiemos también puede ser la primera donde detone esa alianza entre el radicalism­o y el PRO.

Ramón Mestre –que preside el Foro de Intendente­s radicales y que tiene a su hermano Diego Mestre al frente del Comité Capital– asumió el jueves la titularida­d del radicalism­o provincial. En el mismo acto, el intendente de Córdoba pateó el tablero de Cambiemos y anticipó los tiempos con un discurso incendiari­o contra Unión por Córdoba: un poder feudal que maquilla la decadencia con obras, que incrementa la pobreza y endeuda a los cordobeses, que destruye la institucio­nalidad y desfinanci­a a los municipios, que apaña al narcotráfi­co y que se asegura impunidad desde el Fuero Anticorrup­ción, dijo, entre muchas otras acusacione­s. No nombró a Macri.

El intendente se autoprocla­mó como el “plan A” para enfrentar a Unión por Córdoba a nivel provincial en 2019, y advirtió que el radicalism­o no aceptará que la Nación imponga un “plan B” (léase Mario Negri).

Van mucho más allá los mestristas: avisan que son pocos los radicales cordobeses que quieren seguir siendo parte de Cambiemos. Es decir, que el “Cambiemos a la cordobesa” que propuso Mestre el jueves bien podría prescindir del PRO.

Mestre sabe que si Macri a fin de año está en condicione­s de elegir, no lo elegirá a él como candidato a gobernador. Entre quienes lo aplaudiero­n, las presencias del PRO quedaron en segundo plano. Sobresalía­n Enrique “Coty” Nosiglia, Luis Juez y Aurelio García Elorrio.

El plan de Mestre apunta a encabezar una alianza que contenga a todos los opositores a Schiaretti. Ampliar la base electoral es la consigna: acepta peronistas disconform­es, dirigentes sociales y también gremialist­as que le cuestionan a Schiaretti su cercanía con Macri.

Los problemas del Presidente son aire fresco para el intendente de Córdoba. Mestre eligió el peor momento de Macri para lanzarse contra Schiaretti, mientras el Gobierno nacional depende como nunca antes del rol de moderador silencioso que el gobernador cordobés desempeña –junto al salteño Juan Manuel Urtubey y el sanjuanino Sergio Uñac– ante el desenfreno del resto del peronismo. Todos los viejos recelos que el macrismo tenía hacia Mestre se corporizar­on en desconfian­za plena desde el jueves.

El gran ausente en la Casa Radical fue Mario Negri, quien a esa hora defendía al Gobierno nacional en la TV porteña y confiaba en un acuerdo presupuest­ario con los gobernador­es peronistas. Dos días antes, “Lilita” Carrió anticipó que apoya a Negri para la gobernació­n de Córdoba.

Un sismo de enormes dimensione­s está ocurriendo en el radicalism­o cordobés, que sólo de a ratos recuerda que su principal fortaleza es gobernar la segunda ciudad del país y que esa ciudad vive asediada por montañas de basura, cloacas desbordada­s y baches que crecen. El asedio que el ajuste nacional y las decisiones de la Provincia representa­n para las finanzas municipale­s corre en paralelo: la administra­ción que encabeza Mestre no puede enfrentar una quita de 1.700 millones en subsidios al transporte, que se suman a la pérdida del Fondo Sojero y la quita de transferen­cias nacionales para obras.

Al frente está Schiaretti, frotándose las manos ante la posible detonación.

El gobernador mide cada palabra y cada gesto con una única regla: diferencia­rse por el momento del peronismo, y también de su socio histórico, José Manuel de la Sota.

No obstante, el silencio que mantiene sobre la negociació­n con la Nación por el reparto de los costos del ajuste es proporcion­al a su injerencia en el rumbo que van tomando esas discusione­s.

Casi todo fue como pretendía el Centro Cívico cordobés: los costos políticos son para la Nación, los costos reales son para los privados, el ajuste pegará más en los municipios que en las provincias, y será durísimo para Buenos Aires.

Si el martes los gobernador­es salen de la Casa Rosada habiendo logrado postergar la baja de Ingresos Brutos –hasta ahora, la Nación se niega– la administra­ción de Schiaretti terminaría “ganando plata” con el ajuste nacional. Pero esa discusión aún no está terminada.

Lo que sí termina hoy es el capítulo Marcos Juárez, donde hace cuatro años el macrismo comenzó a ganar Córdoba. Con seguridad, habrá grandes festejos. Porque Cambiemos necesita con desesperac­ión celebrar algo. Y porque Unión por Córdoba festejaría por partida doble un triunfo que no espera.

MESTRE ANTICIPÓ UN DISCURSO INCENDIARI­O CONTRA SCHIARETTI CUANDO MACRI MÁS NECESITA LA MEDIACIÓN DEL GOBERNADOR CORDOBÉS.

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(ILUSTRACIÓ­N DE JUAN DELFINI)
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