La Voz del Interior

Una “narcocamio­neta” terminó en la obra del cura Oberlín

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

¿Qué hacía ayer a la mañana el cura Mariano Oberlín cargando 20 bolsas de cemento en la caja de una camioneta Volkswagen Amarok? La pregunta que se hicieron varios en Müller y en Campo de la Ribera, mientras el sacerdote símbolo de la lucha contra el narcotráfi­co recorría aquellas cuadras en el vehículo con el fin de llevar lo necesario para la construcci­ón de una nueva casa comunitari­a, tiene una respuesta interesant­e.

El viernes, la Justicia federal de Córdoba le entregó el rodado de alta gama a Oberlín luego de que fue decomisado a una banda que este año fue condenada por un suculento tráfico de cocaína.

Por primera vez, un bien incautado a criminales ligados al submundo del narcotráfi­co termina en una obra social que busca todo lo contrario: erradicar el consumo entre los más jóvenes y vulnerable­s.

“Algo que se usó para hacer un daño ojalá que ahora sirva para ayudar a los chicos”, es la reflexión que ayer realizó Oberlín sobre este impensado “regalo” que recibió.

Desde hace unos años, el sacerdote se convirtió en todo un símbolo en cuanto a la denuncia sobre la proliferac­ión del narcotráfi­co en territorio cordobés, sobre todo en la zona aledaña al cementerio San Vicente, al sudeste cordobés, donde realiza su tarea pastoral. Fue pionero en denunciar la venta y consumo de paco, el veneno que queda como residuo en la cocina de clorhidrat­o de cocaína, en medio de un deterioro social mucho más estructura­l.

Fue reconocido y también amenazado. Y, de manera sostenida, hace tiempo que construye viviendas con ladrillos ecológicos para los jóvenes atrapados por el consumo de drogas.

Hace poco más de un mes y medio, de un taller mecánico le robaron su Volkswagen Polo. Gracias a la solidarida­d de los propios vecinos, lograron recuperarl­o, pero el vehículo aún permanece estacionad­o en una unidad judicial.

Mientras, consiguió otros dos rodados, entre préstamos y esfuer- zo propio: una Renault Duster y una Renault Kangoo. La idea de Oberlín es que estos vehículos terminen en poder de los propios jóvenes a los que ayuda a salir adelante.

El viernes, tuvo una novedad impensada: la Volkswagen Amarok. Ayer, ya la cargó de bolsas de cemento y la llevó hacia una de sus obras. La “chata”, dice, siempre estará cubierta de tierra y de restos de construcci­ón.

La valiosa camioneta fue decomisada en la causa de la llamada “narcogrúa”. El 27 de julio último, en el Tribunal Oral Federal 2 de Córdoba, Fidel Adrián Cruz (44), Ariel “Carita de Gato” Savioli (42) y Oscar “Mono” Savioli (44) fueron condenados a penas de entre 14 y ocho años de cárcel por traficar en enero de 2017 poco más de 200 kilos de cocaína camuflados en lo que simulaba ser una grúa de auxilio mecánico. Sin embargo, aquella operación clandestin­a no logró sortear un control que Gendarmerí­a realizaba de madrugada en la ruta nacional 9, cerca de Sinsacate. Hacía meses que los investigad­ores escuchaban los teléfonos de los sospechoso­s.

Al momento de leerse el fallo, los jueces y el fiscal Carlos Gonella acordaron en la incautació­n de vehículos de alta gama y de varias motos, además de más de 40 mil dólares y de alrededor de 200 mil pesos secuestrad­os en los allanamien­tos.

Ahora, casi como una paradoja, uno de estos rodados, la camioneta Volkswagen Amarok, terminó en el otro extremo de la gran cadena del narcotráfi­co en Córdoba: en las redes que se tienden para aquellos que se quieren librar del consumo de drogas.

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Alta gama.

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