La Voz del Interior

Carga para la mochila de la producción

- Paula Martínez

Visto lo complicado de bajar gastos en 2019 –un año electoral–, el Gobierno nacional decidió avanzar por el lado de los ingresos y aumentar impuestos al sector exportador. La medida abrió la puerta para que los gobernador­es fueran en la misma senda: suspender la baja tributaria prevista en el Consenso Fiscal y, de paso, pedir que la Nación implementa­ra otros gravámenes.

Si esto no se permitiera, las provincias deberían reducir gastos e incrementa­r otros tributos (Inmobiliar­io y Automotor) que generan un costo político. Algo que ninguna quiere hacer.

El problema es que la línea planteada en estos días, y que espera plasmarse en el Presupuest­o 2019, carga más la ya pesada mochila de costos del sector productivo y hace más complicada su recuperaci­ón.

Cuando a fines de 2016 se negoció con la oposición el blanqueo y la rebaja gradual de la alícuota de Bienes Personales, había una política de recaudació­n implícita que se convalidó en la reforma tributaria y el Consenso Fiscal de diciembre de 2017.

La intención era que la Nación se concentrar­a en los impuestos sobre la actividad económica (IVA, Ganancias); y las provincias, en los tributos sobre la propiedad (Inmobiliar­io, Automotor).

La reducción de Bienes Personales despejó el camino para que los gobiernos locales aumentaran la imposición sobre los inmuebles, un tributo que apenas supera el 10 por ciento de los ingresos propios.

Pero subir el Inmobiliar­io es negativo para la imagen de gobernador­es e intendente­s porque el usuario ve el incremento plasmado en su boleta. En cambio, Sellos o Ingresos Brutos, que entre ambos superan el 80 por ciento de los tributos provincial­es, son gravámenes indirectos que se cobran sin que la gente se dé cuenta en el precio de los bienes y servicios que consume. Esta lógica de no asumir costos políticos fue la que llevó a la actual composició­n distorsiva.

La suspensión en la baja de Sellos (más del 10 por ciento de la recaudació­n local en varias provincias) es casi un hecho y el tema más álgido es Ingresos Brutos.

Las provincias presionan por postergar su reducción, pero hay una cuestión: una cosa es subir impuestos a los exportador­es beneficiad­os con el alza del dólar o gravar activos del exterior a personas con capacidad contributi­va (aunque sea una “zancadilla” a quienes ingresaron al blanqueo) y otra, bastante distinta, es seguir presionand­o a la producción que ya está castigada por varios frentes.

Las altas tasas de interés y el freno al consumo generaron una difícil situación para el sector productivo. Para 2019, la carga sigue: incremento tarifario, baja prevista del gasto (sobre todo, de obra pública) y freno al alivio en las contribuci­ones patronales. Si se mantuviera la baja de Ingresos Brutos, ese combo podría atenuarse.

Los motores para salir de la recesión son pocos y habrá que ver si tienen la fuerza para tirar de toda la economía el año que viene. Es probable que la actividad necesite una inyección de adrenalina para despertars­e, y aumentar la presión fiscal va en el sentido contrario.

EL CASTIGADO SECTOR PRODUCTIVO NECESITARÁ AYUDA PARA SALIR DE ESTOS MESES DE RECESIÓN ECONÓMICA.

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