La Voz del Interior

Un año nuevo original

- Marcelo Polakoff * Fraternida­d religiosa

Había una vez un científico que descubrió el arte de reproducir­se a sí mismo de modo tan perfecto que resultaba imposible distinguir el original de la reproducci­ón. Un día se enteró de que lo andaba buscando el ángel de la muerte, y entonces hizo 12 copias de sí mismo.

El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los 13 ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que regresó al cielo.

Pero no por mucho tiempo, porque como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió un ingenioso truco. Volvió y dijo: “Debe ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducci­ones de sí mismo. Sin embargo, he descubiert­o que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto”. El científico pegó un salto y gritó: “¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?”.

“Justamente aquí”, respondió el ángel, mientras tomaba al científico de entre sus reproducci­ones y se lo llevaba consigo.

Nuestros sabios eligieron el primero del mes hebreo de Tishrei como el “Rosh Hashana ”o “principio de año”.

Y postularon que ese mismo día fue el que Dios creó al ser humano, allá por el sexto día de la Creación en el Génesis, míticament­e hace 5.779 años.

Vale decir que celebramos la aparición del hombre sobre la faz de la Tierra. Y esto es para festejar. Aunque no sólo para eso.

Hay un toque de atención: somos llamados en este mismo día, por el toque del shofar (cuerno de carnero), para analizar qué hemos hecho con esa creación, con nuestra propia creativida­d y con nosotros mismos. Y con el shofar volvemos a coronar simbólicam­ente a Dios como rey del Universo.

Y este llamado amerita una evaluación, un balance espiritual en este día llamado, además, “Iom Hazikaron” (“Día de Conmemorac­ión”) para hacer memoria-con y en comunidad repasar nuestra obra. Aunque también somos nosotros los que somos “recordados”. Es que estamos hablando de un tercer nombre de la fiesta: Iom Hadin, el “Día del Juicio”, pues como pueblo judío decidimos establecer aquí el momento en el que somos juzgados por Dios.

Son días para escuchar llamados trascenden­tes, para autoenjuic­iarnos y recordar quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser. Un festejo que busca el origen y lo original, y que intenta alejarse de las copias en las que solemos esconderno­s. ¡Shana tova umetuka! ¡Por un año bueno y dulce para todos!

* Rabino, miembro del Comipaz

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