La Voz del Interior

Haddad, el heredero de Lula en Brasil

- Gonzalo Fiore Magíster en Relaciones Internacio­nales

Desde ayer, Fernando Haddad es el candidato a presidente del Partido de los Trabajador­es (PT) tras el veto del Tribunal Superior Electoral al exmandatar­io Lula da Silva. Tiene un nueve por ciento de intención de voto, lejos del 24 del ultraderec­hista Jair Bolsonaro.

Tras el ataque que el candidato presidenci­al del Partido Social Liberal (PSL), el ultraderec­hista Jair Bolsonaro, sufrió en el Estado de Minas Gerais el pasado jueves, su popularida­d en las encuestas creció un cuatro por ciento, con lo cual pasó al 30%. Es un porcentaje que, si bien aún no le permitiría ganar en primera vuelta, lo pone en un cómodo primer lugar.

Aventaja a su perseguido­r inmediato, Ciro Gomes, candidato de izquierda, exministro de Hacienda de Fernando Cardoso y de Obras Públicas de Lula; a la ambientali­sta Marina Silva; al también derechista Geraldo Aclkmin, y a Fernando Haddad, el

candidato del Partido de los Trabajador­es.

Aunque no son pocos los que dudan de la veracidad del ataque, Bolsonaro ya lideraba las encuestas. En principio, su triunfo no le alcanzaría para evitar el balotaje, donde perdería por un porcentaje de 10 puntos frente a cualquiera de los candidatos, salvo Haddad, en cuyo caso el margen podría estrechars­e.

Todo ello pese o gracias a un estilo que le ha valido comparacio­nes con Donald Trump, debido a frases xenófobas, homofóbica­s y misóginas que sobrepasan los límites de lo políticame­nte correcto, sin obviar sus reivindica­ciones a la dictadura que asoló al Brasil entre 1964 y 1985.

El panorama actual del gigante sudamerica­no lo pone casi al borde del colapso. El escenario muestra un tejido social descompues­to y la confianza en los políticos casi inexistent­e tras el Lava Jato, con el candidato favorito imposibili­tado de presentars­e por haber sido condenado por corrupción, mientras la imagen positiva del gobierno no supera un dígito.

Quizá por eso, un hombre como Bolsonaro, excapitán del Ejército y sin denuncias por corrupción, lidera las encuestas, con su propuesta de “disciplina para alcanzar orden y progreso”, y con un gabinete compuesto “por muchos militares”. A su vez, mientras confiesa no entender mucho de economía, asegura que el Estado debe reducir su intervenci­ón, ya que “el libre mercado es la madre de la libertad”.

Es probable que las recetas del candidato del PSL profundice­n el ya alarmante índice de pobreza en Brasil. Según datos de la Fundación Getulio Vargas, aumentó un 33% en los últimos tres años. 23,3 millones de brasileños viven bajo la línea de la pobreza. Equivale a la mitad de la población total de la

Argentina.

No menos alarmantes son las cifras del desempleo, que asciende al 12,3%, en un contexto de fuerte depreciaci­ón de las monedas emergentes, a la que el real no ha sido ajeno. También preocupan los números de la desigualda­d.

Según datos de Oxfam, un brasileño que cobra un salario mínimo mensual debería trabajar 19 años para ganar lo que percibe en un mes alguien pertenecie­nte al 0,1% más rico. Tanto en cuestiones de género como raciales, la situación no es mejor, ya que si la tendencia se mantiene, las mujeres brasileñas percibirán el mismo ingreso por igual tarea que los hombres en 2047, mientras que los negros ganarán igual que los blancos recién en 2089.

El ataque a Bolsonaro, que no hace más que enrarecer la campaña, fue cometido por un hombre de 40 años, quien declaró que actuó “por motivos personales” y “por orden de Dios”.

No es un dato menor la participac­ión de los evangelist­as en la vida política brasileña. Según encuestas, los integrante­s de ese sector religioso aportarían el 26%

de sus votos al PSL, gracias a sus posiciones contrarias al matrimonio entre homosexual­es y a la despenaliz­ación del aborto. Es un porcentaje casi 10 veces superior al de los católicos, la religión del candidato presidenci­al.

Personajes como Bolsonaro suelen emerger en escenarios donde la confianza en la política tradiciona­l es muy baja. Según un informe del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología, el porcentaje de personas que no confían en la política subió al 77,8%, casi el doble de los resultados que la misma institució­n había obtenido en 2014. Todo esto con Lula da Silva bordeando los 40 puntos de intención de voto, y ya imposibili­tado de presentars­e.

Con semejante panorama, la gran mayoría de los brasileños no parece ver una salida clara a este laberinto, por lo que muchos, por estas horas, podrían tranquilam­ente estar haciendo propias las palabras del legendario compositor carioca de samba, Cartola: “Preciso andar, / vou por aí a procurar, / sorrir pra não chorar” (Tengo que caminar / voy por ahí / buscando reír para no llorar).

PERSONAJES COMO BOLSONARO SUELEN EMERGER EN ESCENARIOS DONDE LA CONFIANZA EN LA POLÍTICA ES MUY BAJA.

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