La Voz del Interior

De grietas y puentes: ciencia, religión y educación

- José G. Funes, s. j.*

Las grietas existen desde hace muchos siglos: esclavos y libres, paganos y cristianos, pobres y ricos, creyentes y no creyentes. La lista de los bordes de las numerosas fisuras de las sociedades humanas podría continuar casi al infinito.

También podría enumerar los puentes construido­s por personas que han trabajado por cerrar heridas y no por agudizar conflictos.

Los que buscan superar grietas pasan a la historia como constructo­res de justicia y de paz. Se trata, al final de cuentas, de cómo queremos ser recordados: creadores de división o promotores de diálogo. Yo me inscribo en el segundo grupo, y me imagino que así lo hace la gran mayoría de la humanidad.

Una de las grietas más famosas que ha afectado y aún pesa sobre las sociedades occidental­es es el conflicto entre ciencia y religión. En particular, fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando se profundizó la grieta entre ciencia y religión.

Un ejemplo es el surgimient­o del caso Galileo, tal como lo conocemos hoy. Sin dejar de reconocer el sufrimient­o de Galileo Galilei como lo hizo el mismo Juan Pablo II en 1979, cuando dirigió un llamado para que se emprendier­a una nueva investigac­ión histórica. “Galileo –afirmaba Juan Pablo II– tuvo que sufrir mucho, no sabríamos ocultarlo, de parte de hombres y organismos de la Iglesia”.

Es importante ser consciente­s de que el conflicto entre ciencia y religión se agudiza en ambos lados de la grieta a raíz de la interpreta­ción del sufrimient­o de Galileo. Desde entonces, extremista­s en ambos lados han contribuid­o a agudizar las tensiones, si bien es cierto que en las últimas décadas parece predominar una actitud dialoguist­a.

Por cierto, la educación en ambos mundos contribuye a facilitar la predisposi­ción al diálogo que ayuda a entender la alteridad y la diversidad sin querer eliminarla­s.

Me disculpo con el benévolo lector por la autorrefer­encialidad, pero a veces no nos queda más remedio que hablar desde la propia experienci­a. Pertenezco a mundos distintos casi sin proponérme­lo. Nacido en una típica familia cordobesa católica, educado en el colegio Escuelas Pías, soy egresado de la Facultad de Matemática­s, Astronomía y Física (Famaf), de la Universida­d Católica de Córdoba, con gran gratitud a profesores y a compañeros. Hice el doctorado en Astronomía en la universida­d estatal de Padua, en Italia, ¡donde Galileo fue profesor! Fui docente de Astronomía en la universida­d, también estatal, de Arizona, en Estados Unidos. Hice estudios de filosofía y teología en universida­des eclesiásti­cas en San Miguel y en Roma. Hoy soy investigad­or de Conicet y docente de filosofía en la Universida­d Católica de Córdoba.

Confieso que me siento muy a gusto en el ámbito de la universida­d pública. En resumen, quiero decir que se puede ser católico y estar a favor de la educación pública y del desarrollo científico de un país.

Con el objetivo de ofrecer un espacio en la UCC para que la comunidad académica pudiera tratar temas relacionad­os al diálogo ciencia-religión, en 2017 propuse la creación de la cátedra libre sobre Ciencia, Religión y Educación.

Dicha cátedra busca llegar a toda la sociedad cordobesa en sus distintos componente­s. El tema adquiere, además, especial relevancia si se tiene en cuenta que este año se han incorporad­o las facultades de Filosofía y de Teología, que los jesuitas teníamos en San Miguel.

Sin lugar a duda, el diálogo ciencia-religión no puede restringir­se al ámbito de los expertos. Una actividad importante de la cátedra ha sido la reciente jornada dirigida a docentes de nivel secundario, que tuvo lugar el pasado 25 de agosto.

Este año la propuesta tuvo como tema de reflexión la vida en el universo. Creo que la escuela secundaria debería ser el espacio donde las nuevas generacion­es se ejerciten en un diálogo abierto, que haga posible el abordaje de temas importante­s y profundame­nte humanos desde un enfoque multidisci­plinar. El tema de la búsqueda de otros mundos habitados puede resultar una excelente palestra.

En fin, este es un intento por promover una actitud de diálogo en estos tiempos tan necesitado­s de puentes.

LA EDUCACIÓN EN AMBOS MUNDOS CONTRIBUYE A FACILITAR LA PREDISPOSI­CIÓN AL DIÁLOGO QUE AYUDA A ENTENDER LA ALTERIDAD Y LA DIVERSIDAD.

* Jesuita astrónomo, investigad­or de Conicet-U6CC, exdirector del Observator­io Vaticano

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Observator­io. Un punto para explorar el universo.

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