La Voz del Interior

Ideología y sexualidad

- Claudio Fantini

“Con mis hijos no te metas”, parece una advertenci­a dirigida a los sacerdotes que violan o manosean a niños. Sin embargo, la consigna no se refiere al eterno flagelo de los curas pederastas, sino al sistema educativo.

La campaña que está en gestación en Argentina, con base en Córdoba, tiene su punto latinoamer­icano de partida en Perú, con la resistenci­a al programa de educación sexual impulsado por el ahora expresiden­te Pedro Pablo Kuczynski. Agrupacion­es evangélica­s, católicas y dirigentes conservado­res, la mayoría de procedenci­a fujimorist­a, se opusieron a que la escuela enseñara igualdad de géneros.

En noviembre de 2016, unas cuatro mil personas denunciaro­n en Lima que el nuevo currículum de educación básica impulsado por el mandatario liberal buscaba “introducir en las aulas la ideología de género”.

No hace falta bucear mucho en ese movimiento para encontrar homofobia y abominació­n contra reivindica­ciones feministas que avanzan desde finales del siglo 20, como la difusión de métodos anticoncep­tivos, el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y el matrimonio igualitari­o.

Los religiosos y conservado­res peruanos que gritaron “con mis hijos no te metas” sostienen que la “igualdad de género” es una “ideología” que pretende “homosexual­izar” al mundo, teoría conspirati­va que suena descabella­da... porque es descabella­da.

La iniciativa fue más allá de Perú y en todos los casos parece movilizada por la misma posición, que también puede considerar­se “ideológica”: la abominació­n a la homosexual­idad.

Esos padres que no quieren que la educación se “meta” con sus hijos crecieron en sociedades que discrimina­ban y humillaban a los gays. Burlarse de la homosexual­idad era habitual. Películas y programas cómicos ridiculiza­ban a las personas gays.

Las religiones aportaron al padecimien­to de los acosados presentand­o su vida sexual como una degeneraci­ón, un pecado aborrecibl­e contra la naturaleza “creada por Dios”.

Confusión perversa

El movimiento contra una educación sexual inclusiva parece inspirado por oscurantis­tas como el arzobispo Carlo María Viganó, quien considera que los pedófilos de la Iglesia Católica “son homosexual­es”.

Confundir pedofilia con homosexual­idad es perverso. El abuso de niños es abominable y pervertido. La homosexual­idad es otra cosa.

La diversidad sexual existió en todos los tiempos y culturas. Pero la humanidad llegó hasta el siglo 21 ocultando y denigrando a las minorías. ¿Por qué considerar insano que la escuela eduque en valores inclusivos que pongan fin al desprecio de unos y al sufrimient­o de otros?

Tratándose de una diversidad existente en todas las civilizaci­ones, ¿por qué perpetuar un sistema generador de menospreci­o que podría ensañarse con descendien­tes propios?

Rechazar que la escuela forme niños que no crezcan aborrecien­do y discrimina­ndo, o padeciendo ese aborrecimi­ento y esa discrimina­ción, es defender la continuida­d de una visión que ha marginado y hostigado una forma de sentir la sexualidad presente en todas las eras y culturas.

La ideología homofóbica, nuevo bastión del pensamient­o reaccionar­io, parte de negar realidades evidentes, como la existencia de la diversidad sexual a lo largo y ancho de la historia.

También reduce esa diversidad a la forma de apareamien­to. Plantea falsamente que gay es la persona que sólo quiere tener sexo con gente de su mismo género. En esta visión, queda excluido el amor.

En rigor, gay es la persona que siente atracción y se enamora de personas del mismo género. Las visiones religiosas que nunca pusieron al amor como esencia del vínculo matrimonia­l son las que se opusieron, primero, al divorcio y, después, al matrimonio igualitari­o, tratando de imponer que vivan juntos los que no se aman y que vivan separados los que se aman.

Una larga historia de menospreci­o y segregació­n explica que ahora el movimiento pendular vaya hacia el extremo y haya quienes promuevan la idea de una superiorid­ad gay. Algo tan absurdo como cualquier supremacis­mo, incluido el de la heterosexu­alidad. Pero las radicaliza­ciones no pueden servir de justificac­ión a la cruel realidad que denigró a cientos de millones de personas a través de los tiempos.

La India acaba de abolir el artículo 377 del Código Penal, que penaba la relación homosexual. La Corte Suprema de ese país anuló esa ley de 150 años, impuesta por el moralismo británico de la era victoriana. El mismo que condenó a Oscar Wilde.

El fallo establece que segregar de cualquier modo la diversidad sexual viola derechos humanos fundamenta­les.

Algunos dirían a esos cinco jueces supremos: “Con mis hijos no te metas”.

LA IDEOLOGÍA HOMOFÓBICA PARTE DE NEGAR REALIDADES EVIDENTES, COMO LA EXISTENCIA DE LA DIVERSIDAD SEXUAL A LO LARGO DE LA HISTORIA.

* Periodista y politólogo

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Consigna. Campaña “Con mi hijo no te metas”, en Perú.

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