La Voz del Interior

Precios y salarios: una carrera muy desigual

- Gabriel Esbry Cuentas claras gesbry@lavozdelin­terior.com.ar

El hecho de que la inflación siga en alza (en agosto fue del 3,9 por ciento, la más alta del año, y para septiembre se espera una nueva suba del 5 por ciento) es sólo una parte del enorme problema que tiene hoy la economía argentina. La otra cara de la moneda son los salarios, que este año les vienen corriendo muy desde atrás a los precios.

Tomando como referencia el IPC que releva el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Indec), en lo que va del año, los precios registran una suba general del 24,3 por ciento, con sueldos que hasta junio pasado (último dato oficial disponible) habían aumentado, en promedio, un 10,6 por ciento para el caso de los trabajador­es registrado­s (públicos y privados).

Suponiendo que en julio y agosto el índice de salarios que también mide el Indec se haya ajustado al ritmo al que lo venía haciendo, la suba en el año rondaría el 13 por ciento. Vale decir, entre 9 y 10 puntos porcentual­es menos que el aumento general de los precios. Esa es la pérdida real de poder adquisitiv­o que acumulan en 2018 los salarios de los trabajador­es argentinos.

Y la merma es aún más importante para los empleados no registrado­s, o “en negro”. En ese sector, que nuclea a un tercio de la masa laboral del país, el índice de salarios apenas creció un 3,9 por ciento en la primera mitad del año, con un aumento estimado del 6 por ciento entre enero y agosto. Para estos trabajador­es, la pérdida de poder adquisitiv­o es significat­iva: más de 18 puntos.

Un ejercicio interesant­e para saber cuál es el daño real que han sufrido los salarios a manos de la inflación es calcular cuántas unidades de un producto se podían comprar antes y cuántas ahora con un mismo sueldo. Consideran­do datos oficiales del relevamien­to de precios del Indec, y tomando como ejemplo un salario medio de 20 mil pesos a diciembre del año pasado, que hasta agosto haya aumentado a 22.600 pesos, la pérdida efectiva salta a la vista.

Por caso, a fines del año pasado, con ese salario de referencia se podían comprar 493 kilos de pan (a un costo por unidad de 40,55 pesos), mientras que en agosto pasado el mismo sueldo actualizad­o permitía adquirir 391 kilos (a esa altura el pan ya costaba 57,61 pesos). Así, en apenas ocho meses, el salario perdió un poder de compra de 102 kilos de pan francés.

Otro ejemplo: en diciembre de 2017, el salario de 20 mil pesos alcanzaba para comprar 360 botellas de litro y medio de aceite de girasol, pero el mes anterior sólo pudo adquirir 288 (72 menos). Y otro más: en el último mes del año pasado el sueldo tomado como ejemplo equivalía a 587 paquetes de yerba de medio kilo, cantidad que en agosto ya se había reducido a 491 (una diferencia de 96 unidades).

El mismo cálculo se puede hacer con el resto de los productos que componen la canasta básica, y en prácticame­nte todos los casos el resultado de la cuenta es similar. Con el mismo sueldo, hoy se compran menos productos. Bastantes menos.

Lo dicho: los sueldos no sólo les vienen corriendo desde atrás a los precios. Ya de antemano sabemos que perderán la carrera de este año. Y, lamentable­mente, por varios cuerpos de ventaja.

UN SALARIO DE $ 20.000 PODÍA ADQUIRIR, EN DICIEMBRE DE 2017, 493 KILOS DE PAN. HOY, ESE SUELDO, ACTUALIZAD­O, COMPRA 391 KILOS. EN

8 MESES, SE PERDIERON

102 KILOS DE PAN.

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(LA VOZ) Estirar el sueldo. Llegar a fin de mes es cada vez más difícil.
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