La Voz del Interior

Entre el espectácul­o y la cultura

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

José Manuel de la Sota nunca disimuló sus deseos de coquetear con el mundo del espectácul­o. Era posible cruzárselo en los veranos de las Sierras; como espectador de los teatros o hasta cantando junto a Rubén Juárez. Grabó un disco de tangos, cantó en ShowMatch, bailó en el Carnaval Cuartetero y escribió un libro autobiográ­fico (El hombre). También se predisponí­a a conducir un programa de televisión en Crónica TV –señal a la que contrató para la transmisió­n en vivo del corso– como plataforma nacional de lanzamient­o a una próxima posible candidatur­a.

De la Sota también cantó en festivales de distintos géneros, y compartió varios escenarios interactua­ndo con la versión de De la Sota que hacía el imitador Mario Devalis.

Muchos artistas lamentaron la muerte del exmandatar­io, desde el cuarteto, el folklore o el humor. Ulises Bueno envió dos coronas de flores al velatorio, una a su nombre y otra a nombre de toda la familia Bueno. La Mona, recuperánd­ose de varios problemas de salud, eligió las redes sociales para enviar “un sentido pésame” a la familia de José Manuel de la Sota.

En obras

Más allá de las pretension­es artísticas que pudiera tener el exgobernad­or, la historia de Córdoba lo recordará por algo más importante: fue el que más hizo por la infraestru­ctura cultural de la provincia, además de haber posicionad­o varios eventos que continúan en la actualidad.

Especialme­nte se destacaron las gestiones de 1999 a 2007, mientras que la última fue la menos relevante en la materia. Desde el cuestionad­o Carnaval Cuartetero hasta la primera edición del Cosquín Rock, pasando por la creación de la Ciudad de las Artes, el Camino de las Estancias Jesuíticas y la recuperaci­ón de los festivales de teatro, sus tres gestiones en materia cultural dejaron mucho en infraestru­ctura, con Pablo Canedo como su funcionari­o clave en casi los 12 años.

En un repaso rápido, se destacan la ampliación y refacción del Tea- tro del Libertador; el teatro Real íntegro puesto a nuevo; la declaració­n de las estancias jesuíticas de Córdoba como Patrimonio de la Humanidad, con la Provincia haciéndose cargo de las de Colonia Caroya y de La Candelaria, que estaban destrozada­s; la creación del Paseo del Buen Pastor; el complejo de la Ciudad de las Artes; el museo Evita-Palacio Ferreyra; la ampliación y puesta a punto del nuevo museo Caraffa; el Museo de Ciencias Naturales; el Centro Cultural Leonardo Favio, de Río Cuarto, y la refacción de la Casa de la Cultura de esa ciudad; la refacción de la Biblioteca Córdoba; el final de la obra iniciada por Juan Schiaretti del Centro Cultural Córdoba, y la creación del museo Palacio Dionisi.

En el interior, su gestión también trabajó con la recuperaci­ón del Cerro Colorado, aunque no terminó con el proceso de expropiaci­ón, y con el Museo de Antropolog­ía de Alpa Corral; se refaccionó la casa de Lugones en Villa de María del Río Seco, y se puso a punto el museo Fernando Fader y la capilla de Tegua.

Córdoba es un festival

Pero no sólo dejó obras, sino también algunos encuentros trascedent­es: en la primera gestión recuperó los históricos festivales latinoamer­icanos de teatro y nació el Festival de Teatro del Mercosur; luego comenzaron los festivales de Música Barroca, del Humor y de Teatro Infantil, entre otros. La primera edición del Cosquín Rock fue coproducid­a con José Palazzo, y, más recienteme­nte, el polémico Carnaval Cuartetero. El primer gran escenario y la renovación de la plaza Próspero Molina también los realizó el gobierno en tiempos de De la Sota.

Durante los 12 años se concursaro­n cargos en cultura y se cubrieron todas las vacantes en los cuerpos estables, de la Orquesta Sinfónica (que por primera vez logró el número mínimo para una orquesta) a la Comedia Cordobesa, la Infanto Juvenil y otros elencos.

Canedo recuerda: “En las reuniones de gabinete, Cultura tenía la misma importanci­a que cualquier ministerio, y a veces más. Tuve acceso directo a él a cualquier hora y en cualquier momento”. El exfunciona­rio destaca que De la Sota seguía personalme­nte todas las obras, monitoreab­a todo y llamaba siempre. “Él duplicaba o triplicaba la apuesta”, agregó.

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