De la Sota y el agro, una relación de buen diálogo
El empresariado se sumó a la consternación con la que el mundo de la política despidió al exgobernador José Manuel de la Sota, de quien destacó su ejecutividad y decisión para resolver problemáticas vinculadas con la producción y la generación de oportunidades.
Sin dejar de lado la principal objeción que siempre se le hizo al partido de gobierno, la alta presión tributaria y el costo de los servicios, aquellos que se vincularon con De la Sota destacaron su figura como gobernador.
Ercole Felippa fue uno de los que más interactuaron por la coincidencia de los mandatos de De la Sota con la actuación del presidente de Manfrey al frente de la Cámara de Comercio Exterior y de la Unión Industrial de Córdoba. “Participé en muchas actividades y misiones comerciales. Sabía escuchar y estaba dispuesto a resolver problemas, con las puertas siempre abiertas al diálogo”. Y agregó: “Córdoba despide a un grande de la política”.
Horacio Parga también destacó la apertura de De la Sota, aun dentro de las discrepancias. Recordó que, a partir de una iniciativa del exgobernador, se instituyeron reuniones mensuales con el llamado Grupo de los Seis (G-6), que reúne a las principales entidades empresa- riales. “Hablaba, pero escuchaba. Y era muy ejecutivo. Tocábamos un tema y de inmediato daba instrucciones a su ministro de Industria y Comercio (Jorge Lawson) y asignaba tareas”, puntualizó. Lawson, quien fue ministro pero proviene de la actividad privada, enfatizó que De la Sota “verdaderamente creía en la producción, no era una postura, por eso surgió aquella frase de que en Córdoba mejorábamos cualquier oferta”, indicó.
Recordó que, “aun cuando lo criticaban duro”, abrió el camino para impulsar la actividad de las empresas tecnológicas en la provincia con Motorola: “Él imaginaba el futuro, jugaba fuerte en eso”.
De igual modo, “antes del boom actual”, impulsó las misiones de empresas cordobesas a Neuquén para vender en Vaca Muerta y sentó al empresariado con los gremios, en aquellas cenas del G-6, recordó Lawson.
Por esas cosas de la política, en funciones, De la Sota tuvo una participación decisiva para la reapertura de la planta de tractores en Las Varillas y también para mantener operativa la fábrica de motores MWM en Jesús María.
Raúl Giai Levra, directivo de Pauny, y Fernando Coiset, exintendente de Las Varillas, recordaron aquellas circunstancias. “En 2001, cuando iniciamos la utopía de reabrir la planta, él nos acompañó y siempre nos incentivó a crecer”.
“De la Sota –agregó Coiset– nos posibilitó comprar la deuda que la anterior empresa tenía en el Banco de Córdoba, algo clave posteriormente en el remate de la fábrica, decisión en la que fue central la actuación de Juan Schiaretti”.
Más acá en el tiempo, De la Sota le pidió a Pauny que incorporara motores que MWM fabricaba en Jesús María para que la central brasileña mantuviera la empresa y realizara inversiones. Actualmente, dos modelos de tractores llevan esa motorización.
A lo largo de sus tres mandatos, José Manuel de la Sota encontró en el agro a un aliado para consolidar su estructura política. Más allá de las diferencias, que en algún momento se reflejaron en protestas, la dirigencia rural destacó la vocación de diálogo que el exgobernador tuvo.
En 1999, cuando inició su primera gestión, De la Sota supo captar los votos del agro que venía muy enfrentado con el entonces gobernador Ramón Mestre. Las inundaciones en el sur provincial y la decisión de mantener el cobro de los impuestos a los afectados habían enfrentado a la administración radical con los productores. Con la promesa de realizar obras de infraestructura y de la reducción del 30 por ciento en los tributos provinciales, consiguió que el interior le diera un amplio apoyo.
“Además de cumplir con la baja de impuestos hizo obras en el sur de la provincia que permitieron sistematizar y aliviar las inundaciones en un millón de hectáreas”, recuerda Marco Giraudo, representante de Coninagro y uno de los dirigentes rurales a los que les tocó negociar durante los tres mandatos de De la Sota.
En su primer gobierno, inclusive, la Federación Agraria Argentina (FAA) aportó dirigentes a las filas de la Secretaría de Agricultura. “Fue un político con una visión a largo plazo que superaba a la media. Podíamos coincidir o no, pero siempre estaba dispuesto a dialogar”, resaltó Agustín Pizzichini, actual vicepresidente de la FAA a nivel nacional.
De la Sota siempre encontró el camino para que el agro contribuyera con más impuestos, a través de la creación de fondos específicos, para la conservación de caminos rurales, gasoductos e infraestructura y consorcios canaleros.
El sector siempre estuvo dispuesto a contribuir con los pedidos del exgobernador, más allá de algunas quejas. “Si bien ideológicamente no coincidíamos, siempre tuvo en la negociación la herramienta para cumplir con sus objetivos”, destacó Giraudo.
Enfrentado en su último mandato con el gobierno nacional, De la Sota volvió a pedirle su apoyo al campo provincial en la búsqueda de fondos. La enemistad con el gobierno de Cristina le permitió también capturar apoyo nacional en el sector agropecuario.
LA MAYORÍA DE LOS EMPRESARIOS DESTACÓ LA FIGURA DE DE LA SOTA Y SU APERTURA AL DIÁLOGO, A PESAR DE ALGUNAS DIFERENCIAS.