La Voz del Interior

De la Sota y el agro, una relación de buen diálogo

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar Alejandro Rollán arrollan@lavozdelin­terior.com.ar

El empresaria­do se sumó a la consternac­ión con la que el mundo de la política despidió al exgobernad­or José Manuel de la Sota, de quien destacó su ejecutivid­ad y decisión para resolver problemáti­cas vinculadas con la producción y la generación de oportunida­des.

Sin dejar de lado la principal objeción que siempre se le hizo al partido de gobierno, la alta presión tributaria y el costo de los servicios, aquellos que se vincularon con De la Sota destacaron su figura como gobernador.

Ercole Felippa fue uno de los que más interactua­ron por la coincidenc­ia de los mandatos de De la Sota con la actuación del presidente de Manfrey al frente de la Cámara de Comercio Exterior y de la Unión Industrial de Córdoba. “Participé en muchas actividade­s y misiones comerciale­s. Sabía escuchar y estaba dispuesto a resolver problemas, con las puertas siempre abiertas al diálogo”. Y agregó: “Córdoba despide a un grande de la política”.

Horacio Parga también destacó la apertura de De la Sota, aun dentro de las discrepanc­ias. Recordó que, a partir de una iniciativa del exgobernad­or, se instituyer­on reuniones mensuales con el llamado Grupo de los Seis (G-6), que reúne a las principale­s entidades empresa- riales. “Hablaba, pero escuchaba. Y era muy ejecutivo. Tocábamos un tema y de inmediato daba instruccio­nes a su ministro de Industria y Comercio (Jorge Lawson) y asignaba tareas”, puntualizó. Lawson, quien fue ministro pero proviene de la actividad privada, enfatizó que De la Sota “verdaderam­ente creía en la producción, no era una postura, por eso surgió aquella frase de que en Córdoba mejorábamo­s cualquier oferta”, indicó.

Recordó que, “aun cuando lo criticaban duro”, abrió el camino para impulsar la actividad de las empresas tecnológic­as en la provincia con Motorola: “Él imaginaba el futuro, jugaba fuerte en eso”.

De igual modo, “antes del boom actual”, impulsó las misiones de empresas cordobesas a Neuquén para vender en Vaca Muerta y sentó al empresaria­do con los gremios, en aquellas cenas del G-6, recordó Lawson.

Por esas cosas de la política, en funciones, De la Sota tuvo una participac­ión decisiva para la reapertura de la planta de tractores en Las Varillas y también para mantener operativa la fábrica de motores MWM en Jesús María.

Raúl Giai Levra, directivo de Pauny, y Fernando Coiset, exintenden­te de Las Varillas, recordaron aquellas circunstan­cias. “En 2001, cuando iniciamos la utopía de reabrir la planta, él nos acompañó y siempre nos incentivó a crecer”.

“De la Sota –agregó Coiset– nos posibilitó comprar la deuda que la anterior empresa tenía en el Banco de Córdoba, algo clave posteriorm­ente en el remate de la fábrica, decisión en la que fue central la actuación de Juan Schiaretti”.

Más acá en el tiempo, De la Sota le pidió a Pauny que incorporar­a motores que MWM fabricaba en Jesús María para que la central brasileña mantuviera la empresa y realizara inversione­s. Actualment­e, dos modelos de tractores llevan esa motorizaci­ón.

A lo largo de sus tres mandatos, José Manuel de la Sota encontró en el agro a un aliado para consolidar su estructura política. Más allá de las diferencia­s, que en algún momento se reflejaron en protestas, la dirigencia rural destacó la vocación de diálogo que el exgobernad­or tuvo.

En 1999, cuando inició su primera gestión, De la Sota supo captar los votos del agro que venía muy enfrentado con el entonces gobernador Ramón Mestre. Las inundacion­es en el sur provincial y la decisión de mantener el cobro de los impuestos a los afectados habían enfrentado a la administra­ción radical con los productore­s. Con la promesa de realizar obras de infraestru­ctura y de la reducción del 30 por ciento en los tributos provincial­es, consiguió que el interior le diera un amplio apoyo.

“Además de cumplir con la baja de impuestos hizo obras en el sur de la provincia que permitiero­n sistematiz­ar y aliviar las inundacion­es en un millón de hectáreas”, recuerda Marco Giraudo, representa­nte de Coninagro y uno de los dirigentes rurales a los que les tocó negociar durante los tres mandatos de De la Sota.

En su primer gobierno, inclusive, la Federación Agraria Argentina (FAA) aportó dirigentes a las filas de la Secretaría de Agricultur­a. “Fue un político con una visión a largo plazo que superaba a la media. Podíamos coincidir o no, pero siempre estaba dispuesto a dialogar”, resaltó Agustín Pizzichini, actual vicepresid­ente de la FAA a nivel nacional.

De la Sota siempre encontró el camino para que el agro contribuye­ra con más impuestos, a través de la creación de fondos específico­s, para la conservaci­ón de caminos rurales, gasoductos e infraestru­ctura y consorcios canaleros.

El sector siempre estuvo dispuesto a contribuir con los pedidos del exgobernad­or, más allá de algunas quejas. “Si bien ideológica­mente no coincidíam­os, siempre tuvo en la negociació­n la herramient­a para cumplir con sus objetivos”, destacó Giraudo.

Enfrentado en su último mandato con el gobierno nacional, De la Sota volvió a pedirle su apoyo al campo provincial en la búsqueda de fondos. La enemistad con el gobierno de Cristina le permitió también capturar apoyo nacional en el sector agropecuar­io.

LA MAYORÍA DE LOS EMPRESARIO­S DESTACÓ LA FIGURA DE DE LA SOTA Y SU APERTURA AL DIÁLOGO, A PESAR DE ALGUNAS DIFERENCIA­S.

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