Una emboscada mortal frente a una comisaría quedó impune
Faltaba poco para la medianoche cuando las motos frenaron de un lado y del otro de la calle. La emboscada, tramada, comenzaba a ejecutarse. Los recién llegados sacaron pistolas y comenzaron a tirar contra un grupo de jóvenes. Nunca quedará claro si estos respondieron con más disparos. Que el robo de una moto, que peleas por drogas, que rivalidades en una creciente espiral de violencia... Las versiones son diversas.
Lo preciso es que aquella noche del 18 de enero de 2017 se registró una tremenda balacera en la calle Solares al 100, en barrio Müller de la ciudad de Córdoba, a metros de la Comisaría 32.
José del Valle Jatib (38), vecino de la cuadra y miembro de una familia con ascendencia en la zona y con varios de sus miembros presos por graves delitos, cayó muerto de un balazo por la espalda.
Un amigo de él se convirtió en “testigo clave” y “pata central de la investigación”, y terminó acusando a cuatro integrantes de un grupo enfrentado con los Jatib: la banda de “Corqui” de barrio Yapeyú.
Así fue que Javier Edgardo Torres (36), alias “Corqui”; A. E. R. (17); Darío Robledo (33) y A. A. M., también de 17 años, cayeron presos y llegaron a juicio en la Cámara Segunda del Crimen de Córdoba.
La acusación era digna de un grupo mafioso: homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, la participación de menores y el uso de arma de fuego. La pena era la perpetua.
Sin embargo, como un castillo de naipes, la acusación se vino abajo. El “testigo clave”, a diferencia de lo que había declarado en la instrucción, entró en contradicciones en la sala de audiencias y no supo dar una declaración concreta y firme. “Yo no vi nada, pero estos, seguro que fueron…”, declaró mientras señalaba a los principales acusados en la sala.
La duda beneficia al reo. Y con semejante brecha de incertidumbre, a la fiscal Laura Battistelli no le quedó otra que pedir las absoluciones para todos.
Los abogados defensores, por caso Nicolás Díaz, insistieron en que no había pruebas.
Sin pedido de condena, los jueces absolvieron a los acusados, quienes recuperaron la libertad.
Impune, el crimen de Jatib vuelve ahora a fiscalía para ser investigado desde cero.
El juicio terminó este lunes con serios cruces entre algunos miembros de las familias del joven asesinado y los acusados en la puerta de Tribunales 2. La Policía evitó que pasara a mayores.
Sin entrar en polémicas con la investigación previa, la fiscal Battistelli dijo que la “columna vertebral” de la causa era el testimonio del amigo del joven muerto. “No teníamos armas secuestradas, testigos independientes, ni balas secuestradas… Sin pruebas, no podía pedir condena”, dijo ayer.
“En este caso, como en otros, queda claro que fue una pelea entre fuertes, entre pesados. Acá, los débiles son los vecinos, que terminan siendo rehenes de ellos y deben sufrirlos y vivir bajo normas no escritas. De ahí que no sea fácil que haya testigos”, sostuvo.
“En estos casos, lamentablemente, las reglas las ponen los más fuertes”, se lamentó la fiscal, quien indicó que en ciertas zonas copadas por la violencia urbana “hay que entender que hay otros códigos, estructuras que en otras barriadas de Córdoba no se ven”. “Es otro mundo”, indicó la funcionaria judicial, quien remarcó que ni la Policía es respetada. “Esa comisaría es atacada a tiros desde motos y a los patrulleros los apedrean”, afirmó.
UN JOVEN FUE MUERTO DE UN TIRO EN UNA VENGANZA EN BARRIO MÜLLER, EN 2017. LOS TESTIGOS Y LAS PRUEBAS FUERON INSUFICIENTES. UNA FISCAL LAMENTÓ QUE EN ESTOS CASOS DE VIOLENCIA URBANA GANAN “LOS FUERTES”. Y SON QUIENES “PONEN LAS REGLAS”.