La Voz del Interior

El desempleo tiene cara de mujer joven y pobre

- Gabriel Esbry Cuantas claras gesbry@lavozdelin­terior.com.ar

Aunque esperada, la suba del índice de desempleo en el segundo trimestre del año en el Gran Córdoba no deja de sorprender. Respecto de un año atrás, aumentó casi tres puntos porcentual­es, para llegar al 10,8 por ciento de la población económicam­ente activa (PEA). Y el indicador todavía no refleja la profundiza­ción de la recesión económica a partir de julio y agosto, por la suba del dólar.

Pero al repasar los datos finos del informe difundido esta semana por el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Indec), se advierten situacione­s aún más preocupant­es del impacto de la crisis en el mercado de trabajo cordobés, fundamenta­lmente en un sector muy sensible de la población.

Según las últimas cifras oficiales, a quienes más les cuesta conseguir empleo en todo el país, y en Córdoba en particular, es a las mujeres jóvenes y de escasos recursos. De hecho, la tasa general de desocupaci­ón femenina es del 12,8 por ciento (contra el 9,1 por ciento de los hombres), pero prácticame­nte se duplica si se considera a las mujeres menores de 29 años con baja instrucció­n: 24,8 por ciento.

Si bien el informe del organismo nacional también da cuenta de un alto nivel de desempleo entre los varones jóvenes (15,5 por ciento), el dato desagregad­o de la falta de trabajo entre las mujeres de menor edad es altamente significat­ivo: una de cada cuatro no consigue trabajo, a pesar de necesitarl­o y estar buscándolo de manera activa.

Y las jóvenes cordobesas están entre las que más padecen esta situación: en los principale­s aglomerado­s urbanos de la Región Pampeana, la falta de trabajo en este segmento promedia el 20,3 por ciento, cuatro puntos menos que en el Gran Córdoba. En Rosario, por caso, una ciudad que desde lo demográfic­o y económico es muy similar a nuestra capital,

LA TASA GENERAL DE DESEMPLEO EN EL GRAN CÓRDOBA ES DEL 10,8%. PERO ENTRE LAS MUJERES DE MENOS DE 29 AÑOS TREPA AL 24,8%.

el desempleo entre las mujeres jóvenes fue en el trimestre pasado del 13,1 por ciento.

Estos datos del Indec no vienen sino a confirmar otras realidades que sufren desde hace años las mujeres en el mercado de trabajo, como una mayor precarizac­ión laboral, una amplia brecha salarial respecto de los hombres (del orden del 30 por ciento), muy escasas oportunida­des para acceder a puestos de media y alta dirección, y la falta de reconocimi­ento de la doble tarea que realizan en el trabajo y en la casa.

“La feminizaci­ón de la pobreza es una de las aristas de las desigualda­des de género que conlleva la falta de autonomía económica de las mujeres. Es un tipo de violencia que, en épocas de crisis económica como la que hoy atravesamo­s, golpea fuertement­e a las mujeres de los sectores económicos más vulnerados”, expresó al respecto Raquel Vivanco, presidenta del Observator­io de la Violencia contra las Mujeres de la ONG Mumala.

En una época donde resuena muy alto el reclamo del colectivo de mujeres #NiUnaMenos, vale reconocer a esta realidad laboral como otra expresión –quizá más velada, pero de alta significac­ión social y económica– de violencia de género.

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(NICOLÁS BRAVO)
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