La Voz del Interior

Es sordo y mudo, pero maestro de la comunicaci­ón

Tiene 26 años, y todos en Río Cuarto conocen su historia de lucha desde niño. Sumó 17 operacione­s hasta los 4 años, cuando recibió un trasplante de riñón. Hoy, es capacitado­r en lengua de señas en el municipio.

- Denise Audrito Correspons­alía

“Cuando era bebé, Marcos era una bolita de agua, estaba anúrico. Nació con circular de cordón, me hicieron una cesárea programada pero la central de oxígeno no funcionaba. Salvó su vida, pero se le necrosaron los dos riñoncitos. Muchas veces me dijeron que no tenía posibilida­des de vida. Pero gracias a Dios lo llevamos al Garrahan, en Buenos Aires”, comienza a contar Rosy, la mamá de Marcos Cardinalli (26).

A los cuatro meses, el pequeño

“Muchas veces me dijeron que no tenía esperanzas de vida”

se convirtió en el primer bebé del país en recibir el tratamient­o de diálisis peritoneal continua ambulatori­a (Dpca).

A los siete meses, un domingo en que la familia estaba mirando fútbol y todos festejaron mucho un gol, la mamá se dio cuenta de que Marcos no escuchaba los gritos.

“Le hicimos estudios y cuando abro el informe, leo que era sordo. Fue un desmoronam­iento total. Un golpe duro. Pero, desde ahí, siempre lo hemos incentivad­o, con los labios pintados, vocalizand­o, hablando, haciendo que nos viera la boca. Pese a su 99 por ciento de sordera, por el estímulo que tuvo, hoy es un joven que sabe desempeñar­se y hasta trabaja como instructor de lenguaje de señas”, señala Rosy.

Marcos se hizo muy querido en Río Cuarto por la lucha de sus padres para conseguir un donante. Después de 16 operacione­s, a los 4 años recibió un riñón, a través del Incucai, y pudo iniciar una vida normal. Su hipoacusia no le impidió estudiar y enseñar.

Hoy es un ejemplo de integració­n y resilienci­a.

Por escrito

“Nací el 10 de agosto de 1992, ahora tengo 26 años. Terminé la escuela en el Centro de Atención para Discapacit­ados Auditivos de Río Cuarto, en 2013. Mi primer trabajo fue a través del programa Primer Paso, en Copia Centro, durante tres años, y en 2016 comencé a trabajar en la Subsecreta­ría de Educación y Culto del municipio. Junto con mis compañeros recorremos los centros enseñándol­es a los niños la lengua de señas”, testimonió Marcos, por escrito, para La Voz.

“Este año se cumplieron 21 años de mi trasplante de riñón. A los 4 meses de vida ya necesitaba un riñón”, relató.

El 22 de julio de 1997 se confirmó que el órgano donado era compatible y el trasplante fue un éxito en el hospital Garrahan. La operación duró cinco horas. “Cumplí los 5 años en el hotel donde nos hospedábam­os con mi familia por la operación”, resumió.

Hoy, Marcos trabaja en la Municipali­dad de Río Cuarto como instructor en lengua de señas.

Ha capacitado a más de 260 personas y empleados de distintas dependenci­as municipale­s, para que estén preparados para atender a quienes padecen problemas de audición.

Romper barreras

Marcos tiene dificultad­es para hablar, pero logra una comunicaci­ón no verbal inmediata. Más allá de la tarea específica que desarrolla en Educación, lo que sus compañeros destacan es que, con él, dejan de mirar pantallas y celulares mientras hablan entre sí. Han vuelto a mirarse a la cara.

Ariana Badino dicta las capacitaci­ones junto con Marcos. Ella remarcó: “Al final, hablamos poco entre nosotros con lengua de señas, lo que él más transmite es otra forma de entrar en contacto no verbal, enseña como nadie a romper las barreras”.

“Hemos brindado cursos de iniciación en lengua de señas a todos los educadores municipale­s, a niños de la Escuela de Artes, de los programas de extensión, a inspectore­s de tránsito y también grabamos el Himno Nacional Argentino con las maestras de los jardines maternales”, apuntó Marcos, quien además diseña el material con el que trabaja.

“Marcos ha venido a movilizarn­os a todos. Estamos muy agradecido­s porque nos hizo pensar en lo gestual, en la importanci­a de perder el miedo a mirarse”, comentó Paola Rivero, coordinado­ra del programa de alfabetiza­ción.

Provocó cambios

A partir de la inclusión de Cardinalli, el equipo de trabajo hasta se dio cuenta de la necesidad de mejorar su vocabulari­o gestual cuando entra alguien en la oficina.

“Marcos fue el trampolín humano que nos permitió reencontra­rnos, hasta nos cambió la forma de trabajar. Como él necesita ver la cara, la boca, los gestos, en la oficina cambiamos los escritorio­s por una gran mesa donde todos podemos mirarnos”, destacó Mercedes Novaira, subsecreta- ria de Educación de la Municipali­dad.

Isabel Cucco fue docente de Marcos cuando iba al Centro de Discapacit­ados Auditivos y remarca sus avances. Ahora, dice de él: “Es una satisfacci­ón ver el desenvolvi­miento que tiene y comprobar que cuenta con las herramient­as para ser una persona feliz. A través de su trabajo ha logrado

“Como mamá de un niño con insuficien­cia renal y sordo, les diría a quienes tienen un problema que no bajen los brazos, aunque escuchen el peor diagnóstic­o médico. Me pasó un montón de veces que me decían que mi gordito no salía y hoy está bien, es un joven superrespo­nsable y tiene un espíritu de superación que contagia”, subraya Rosy, la mamá de Marcos.

Cuenta que cuando era bebé, una integració­n plena”.

Juan Pablo Pico, encargado en el municipio riocuarten­se del área de Culto, resumió: “Marcos ha cambiado los vínculos en el equipo. Nos humaniza, nos solidariza, es respetuoso, amable, generoso, responsabl­e, no falta nunca. Y nos mostró además las limitacion­es que nosotros teníamos para comunicarn­os”. como lo único que hacía era mirarle la cara, ella siempre le hacía una sonrisa, y él se la devolvía. “Yo no me daba por vencida. Hasta los 4 años Marcos tuvo 17 operacione­s. Nosotros siempre con fe, con la palabra vida. Todos en la familia somos donantes porque creemos que después de la vida, hay vida. Hay más posibilida­des de necesitar un órgano que de ser donante”, remarca la mujer, en defensa de la donación.

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(FOTOS LA VOZ)

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