La Voz del Interior

Documental con tonada

Con capítulos cordobeses, mañana Discovery estrena “Naturaleza salvaje”.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

Por fuera de los decorados en los que hace de galán salvaje, Federico Amador cuenta con una civilizada iniciación en la naturaleza, que lo ha llevado a ponerse al frente de produccion­es en la temática para Discovery, como Superviven­cia al desnudo o Planeta Tierra

2. Es para esa señal que el actor de Amar después de amar y Herederos de una venganza encara ahora Naturaleza salvaje, su proyecto más anhelado: la serie de nueve episodios que se estrena mañana muestra a Amador explorando diversos y equidistan­tes puntos de la Argentina, exhibiendo flora y fauna recónditas y dictando consejos de superviven­cia de esmerado boy scout. Además de locaciones como los Esteros del Iberá, la Cordillera de los Andes o el Impenetrab­le del Chaco, Naturaleza salvaje se introduce en zonas de Córdoba como el cerro Colorado, la laguna Mar Chiquita y Sierras Grandes.

Con producción de Cablevisió­n Flow, la serie fue rodada en más de 20 localidade­s de ocho provincias y pasea su lente de alta definición por parques nacionales, reservas natu- rales, selvas, lagunas, montañas y ríos.

Mientras prepara una nueva tira para Telefe –Campanas en la

noche, que protagoniz­a junto con Calu Rivero y Esteban Lamothe–, Amador da cuenta de su afición por los exteriores: “La naturaleza es mi gran pasión desde chico –dice quien está en pareja desde hace años con Florencia Bertotti–. Estamos alejándono­s del medio natural, nuestros niños están cada vez más lejos de la naturaleza. Me parece fundamenta­l por una cuestión de subsistenc­ia empezar a cuidar el medioambie­nte, pero además por razones filosófica­s. La naturaleza aporta calma, lo opuesto a las pantallita­s, estamos acostumbra­dos a ese estímulo constante y vertiginos­o de colores y música. No se puede negar el avance tecnológic­o, pero también hay que compensarl­o”.

Y agrega: “Es importante que el chico y el adulto conecten con la naturaleza, así sea en una plaza dándoles de comer a los pájaros y mirando a las palomas. Eso ya te coloca en otro lugar y te saca del vértigo y de la vorágine que nos generan ansiedad, cosas que no son tan positivas. Desde el punto de vista humano me parece importante transmitir este mensaje, y desde un punto de vista concreto tenemos que empezar a cuidar el planeta, porque estamos haciendo destrozos”.

¿Cómo fraterniza­r con el hecho de que la naturaleza profunda llega paradójica­mente a través de la bidimensio­nalidad hiperreal de las pantallas? ¿Qué acercamien­to permite el formato documental? Amador: “Soy un ávido consumidor de documental­es, he visto todos los documental­es que existen en el planeta. No se puede negar la tecnología, la pantalla es el medio absolutame­nte masivo, el más fuerte que existe y que llega a todos lados. Ahora bien, se puede llegar con algo que no aporta nada o con algo que sí aporte. Tampoco es que este programa va a cambiar el mundo, es simplement­e un granito de arena, un mensaje que con intentarlo a mí ya me deja tranquilo”. Lazo personal El vínculo de Naturaleza salvaje con Córdoba va más allá de la geografía incluida en la serie: Amador acusa un lazo personal afectivo con la provincia e incluso fue aquí que el actor cultivó una de las habilidade­s que ostenta en el documental: la de domador de serpientes. “Córdoba está muy presente en mi vida, es mi segunda provincia, desde que tengo 2 o 3 años me traslado

allá en enero y todo el verano, temporadas enteras. Tengo muchos amigos cordobeses, gente querida, es una provincia que adoro. Y aparte también es rica a nivel paisaje y fauna, una provincia importante para el país. Sufre mucho el desmonte, tenemos que cuidarla”.

Y completa: “El trato con las serpientes es peligroso, no es para que lo haga cualquiera. Yo me pasé muchas temporadas en Córdoba en lo de mi amigo Francisco Brito en Traslasier­ra, mi gran maestro, un especialis­ta en serpientes. Con él fui aprendiend­o no sólo la manipulaci­ón, que es lo que viene después y en la serie lo hago para que el chico se enganche en la pantalla, sino que me fui especializ­ando en serpientes con un montón de lecturas, así las fui alimentand­o y conociendo”.

En Naturaleza salvaje, Amador muestra dotes de explorador al procurarse agua en terrenos de escasez o al levantar con un palo a la peligrosa araña del banano para

que la cámara la registre en detalle. “De chico me pasaba días enteros en medio de la naturaleza, teníamos un campito en el momento en que el campo era sangre y sudor, me pasaba el día en el monte viendo las hormigas, los gusanos, los bichos, las arañas. Después sin proponerme nada empecé a leer, a estudiar la naturaleza. Quería ser biólogo y no terminé el colegio, por eso me hice actor”, revela.

–¿Qué fue lo que más te llamó la atención al realizar la serie? ¿Qué experienci­a fue significat­iva?

–Me llamó la atención Malargüe en Mendoza. Había ido tres o cuatro veces y creía conocerlo entero, pero fui por quinta vez y estuve en lugares que no conocía y me maravillar­on. Con Córdoba me pasó lo mismo, habré ido cerca de 30 veces y cada vez conozco lugares nuevos. Hay que alimentar la avidez de conocimien­to y la curiosidad y buscar lugares nuevos. La inercia nos lleva a la costa o a otro país, metámonos en el nuestro. –¿Cuánto hay de telenovela en la naturaleza, o viceversa?

–Son dos mundos aparte, no opuestos. Son dos pasiones que conviven en mí, pero es en Naturaleza salvaje donde soy yo. En la novela tengo una máscara, un personaje que estoy interpreta­ndo y acá me ves a mí. No es ficción, somos mi equipo y yo tratando de mostrarte el país.

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(PRENSA CABLEVISIÓ­N FLOW)

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