La Voz del Interior

Una negligenci­a policial que terminó de la peor manera

- Francisco Guillermo Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

Fue un juicio diferente por varios motivos. Un crimen que en principio se había calificado como “de género” terminó en condena por homicidio culposo para dos varones responsabl­es del uso negligente de un arma de fuego reglamenta­ria. Los victimario­s y la madre de la víctima terminaron la audiencia unidos en un mismo llanto, unos pidiendo disculpas y ella aceptándol­as.

El debate abreviado finalizó con la pena de tres años y dos meses de prisión para un policía y su amigo por la muerte de la novia del uniformado. El deceso de la joven se produjo por un disparo no intenciona­l pero temerario realizado con el arma reglamenta­ria de un suboficial que hacía pocos días había ingresado a la fuerza de seguridad, tras nueve meses de instrucció­n.

Todo ocurrió en la madrugada del 2 de julio de 2017, en una vivienda de barrio General Urqui- za, en el sudeste de la ciudad de Córdoba. Allí convivían el policía Jonathan Carlos Nieva (26) y su novia Micaela Johana García (24). Ambos se preparaban para salir al baile de Carlitos “Mona” Jiménez y en la casa estaban otras personas, entre las cuales se encontraba Luciano Andrés Giménez (36).

Mientras ella se secaba el cabello en la habitación, ingresó su novio y comenzó a manipular el arma reglamenta­ria, una pistola Bersa Thunder calibre 9 milímetros.

En ese momento entró al dormitorio Giménez y le arrebató la pistola a Nieva, para realizar una serie de movimiento­s y apuntar a la cabeza de la mujer. Aparenteme­nte drogado, Giménez gatilló sin saber que el arma estaba cargada. El disparo fue efectuado a muy corta distancia de la cabeza de Micaela, quien cayó muerta.

Durante la instrucció­n, en principio, ambos acusados fueron imputados de homicidio calificado por violencia de género y por el vínculo.

Pero la jueza de Control María Cristina Giordano señaló que se trataba de un homicidio culposo, lo que fue ratificado por la Cámara de Acusación.

Antes de iniciarse el debate oral en la Cámara 3ª del Crimen, con la jueza María de los Ángeles Palacio de Arato y la acusación del fiscal Marcelo Hidalgo, subsistían algunas dudas respecto del mantenimie­nto de la calificaci­ón legal.

Pero un acuerdo por juicio abreviado del fiscal con los defensores oficiales Horacio Carranza y Alfonsina Muñiz permitió acordar una pena de tres años y cuatro meses de prisión, aunque la jueza terminó por imponer una condena de tres años y dos meses, cuyo cumplimien­to se hará efectivo cuando la sentencia quede firme.

Recién egresado

En el desarrollo del proceso quedó evidenciad­o que el policía Nieva tenía apenas nueve meses de instrucció­n y hacía días que había “salido a la calle” con el uniforme y el arma.

Trascendió que, a pesar de haber apostado a una nueva vida con ayuda de su novia y de su suegra, nunca había dejado de fumar marihuana y tenía la mala costumbre de compartir el arma con su novia, sus amigos y hasta con niños.

Nieva había realizado pocas prácticas de tiro pero tenía muchas prácticas “en seco” para manejar el arma (carga, descarga, colocar y sacar el seguro, resguardo en lugar seguro). Desde que se había reclutado como policía había naturaliza­do una costumbre sumamente peligrosa e irresponsa­ble: “enseñaba” a sus allegados cómo se manejaba su arma y dejaba que fuera manipulada por ellos.

Esta tarea de “iniciador” de armas de parte de quien no tenía verdadera conciencia de las responsabi­lidades que debe tener todo uniformado, se encontró con Giménez, que según lo que trascendió en este proceso, era adicto a la cocaína. Además de mencionars­e que en esa casa habían estado drogándose, se estableció que al momento de arrebatar el arma y hacer el disparo, su autor habría consumido “blanca”.

El nivel de imprudenci­a de ambos acusados terminó con la atribución de un delito y una pena de prisión efectiva. Lo curioso, o poco habitual, es que se imponga una pena culposa a dos personas.

El final del juicio dejó perplejos a no pocos actores: los condenados llorando y pidiendo disculpas a la familia de la víctima y la madre de Micaela perdonándo­los y diciéndole­s que no les guardaba ningún rencor.

Tampoco es nada habitual que, después de un juicio, todas las partes salgan conformes con la sentencia.

EN LA INSTRUCCIÓ­N DE LA CAUSA, EL FISCAL GRIFFI HABÍA ORDENADO LA DETENCIÓN DE LOS DOS ACUSADOS BAJO UNA FIGURA PENAL MÁS GRAVE.

EL CASO PLANTEA UN DEBATE SOBRE CÓMO SE REALIZA LA FORMACIÓN DE LAS NUEVAS CAMADAS DE POLICÍAS CORDOBESES.

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(NICOLÁS BRAVO / ARCHIVO) Domicilio. El crimen se produjo hace casi dos años en una casa de barrio General Urquiza.

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