Un arma no es para cualquiera
El juicio de esta semana a dos hombres que terminaron condenados por el homicidio culposo de la novia de uno de ellos ofrece no pocas reflexiones sobre las responsabilidades que debe tener una persona que porta un arma.
También el debate aportó material para pensar qué sucede con la Policía cuando le da su arma reglamentaria a uno de sus noveles egresados y qué controles efectúa a medida que va creciendo y sufriendo los embates propios de una carrera y una vida que no son sencillas.
En la condena del miércoles al policía Jonathan Nieva (36) y a su amigo Luciano Giménez (36), se los responsabilizó por el manejo negligente de la pistola reglamentaria que terminó por matar a la novia del uniformado, Micaela Johana García (24).
En el debate abreviado surgió que ambos imputados se drogaban y que esa noche no habría sido la excepción. El policía reconoció que había cambiado de vida y que gracias a su novia y a su suegra –presente en la sala– había podido ingresar a la fuerza de seguridad, pero añadió que nunca había dejado de “fumar chala”. Su amigo, el que le arrebató el arma en la habitación matrimonial donde la mujer se planchaba el cabello, era adicto a la cocaína.
La jueza de la Cámara 3ª del Crimen tomó la precaución varias veces de preguntarles si eran conscientes de lo que significaba el juicio y hasta les preguntó si estaban lúcidos. En otro tramo del breve debate, se les preguntó si ese día habían consumido drogas y dijeron que no.
Resultó muy interesante lo que dijo la defensora oficial Alfonsina Muñiz, que asiste al policía Nieva. “Quiere volver (a la cárcel) y completar la pena en prisión”, sostuvo, para completar: “Son tales el peso y el dolor por la pérdida de su novia, porque ella y su familia lo sacaron adelante, es tal la pena natural que carga que quiere, si de alguna manera se puede, pagar en prisión”.
Muñiz, citando términos del fiscal de cámara Marcelo Hidalgo, agregó: “Quisiera que de aquí surja alguna recomendación a la Policía para que se establezca un protocolo de seguimiento a fin de que la gente con una escueta formación que porta armas sea periódicamente evaluada”.
De inmediato, recordó la defensora que Nieva había tenido ocho meses de capacitación y hacía sólo 10 días que había sido puesto en funciones, con “una escasa y poco efectiva formación para que porte el arma y salga a la calle”.
Además de continuar fumando marihuana, se plasmó en el debate que el uniformado había naturalizado mostrar el arma a su novia, a amigos y hasta a niños. Les enseñaba a usarla y se las prestaba para que practicaran.
Un arma no es para cualquiera, y quien es facultado por el Estado para portarla y usarla en muy precisas ocasiones debe ser
SE PLASMÓ EN EL DEBATE QUE EL UNIFORMADO HABÍA NATURALIZADO MOSTRAR EL ARMA A SU NOVIA, A AMIGOS Y HASTA A NIÑOS.
monitoreado para evitar aquellos hechos que nutren la crónica policial: gatillo fácil, femicidios y otro tipo de abusos por parte de uniformados.
En la condena a ambos a tres años y dos meses de prisión (que cumplirán cuando quede firme) por homicidio culposo, se ordena emitir un oficio al Poder Ejecutivo para que evalúen sus autoridades este tipo de cuestiones con vistas a hacer un seguimiento permanente a los jóvenes que se incorporan a la fuerza durante sus dos primeros años de ejercicio.
Recordando que Nieva tenía sólo 10 días con el uniforme, la prevención hubiera pasado por evaluar desde un primer momento sus condiciones de admisibilidad en la Policía.