La Voz del Interior

Un curioso profesiona­l

El artista brasileño se presenta en Córdoba. Cuenta por qué su disco habla de la belleza y del miedo y cómo se relaciona con el arte latinoamer­icano.

- Rodrigo Rojas rrojas@lavozdelin­terior.com.ar

Paulinho Moska se define como un músico inquieto.

El adjetivo que más se repite cuando describen al cantautor brasileño Paulinho Moska es “inquieto”. Será por su búsqueda profunda por detrás de la palabra o por su interés manifiesto en distintas disciplina­s artísticas a la hora de la creación. Lo cierto que el carioca es curioso por naturaleza y así ha construido una carrera que lo ha puesto como fuente de admiración e inspiració­n para muchos otros artistas. “Busco no ser yo mismo, intento no repetirme. Mi inquietud me lleva a no dedicarme sólo a la música, estudié teatro, me gusta la fotografía, tengo un programa de tevé en Brasil. Creo que soy un curioso profesiona­l. No me quedo parado en una ruta sola. Cuando no mutás, no acompañas las mudanzas de una vida que es dinámica. Siempre estoy buscando algo y cuando lo encuentro no me quedo con la sensación de que es definitivo”, explica antes de su llegada a Córdoba.

Así como la inquietud fue impulso creativo, su búsqueda personal lo ha llevado a ser uno de los pocos artistas brasileños que realmente dialoga con la cultura latinoamer­icana. “Yo era un brasileño común que no se interesaba por la cultura latina, porque acá tenemos una especie de multicultu­ra propia, se dice que el propio Brasil no conoce al Brasil. Una colonizaci­ón americana y europea hizo que Brasil se cierre para América latina, pero 15 años atrás tuve el placer de conocer a Jorge Drexler y él me presentó a Kevin Johansen. Luego conocí a Lisandro Aristimuño, a Juana Molina, hasta llegar a mi encuentro con Fito Páez, con el que hicimos un disco”, cuenta el artista que no sólo música ha entablado con los países de habla hispana. “En Brasil desarrollo una especie de provocació­n latina, produciend­o encuentros con artistas en shows y en mi programa de tevé. El año pasado, recorrí de México

para abajo filmando una nueva serie audiovisua­l, que aún no se estrenó, que mezcla ciencia, arte visual y música latina. Y es una rareza acá hacer algo así. Todo esto se da con el descubrimi­ento de un mundo latino absolutame­nte complement­ario con el brasileño. El brasileño no se considera latino, se piensa más brasileño que cualquier otra cosa. Pero fue impactante descubrir que son pueblos más parecidos a nosotros que los americanos o los europeos. Fue una identifica­ción grande y, tal vez ahí, fue cuando me convertí en el carioca más porteño de todos”.

–Tu nuevo disco se llama “Beleza e medo”, acaso un resumen del Brasil que vemos hoy.

–Lo que me llevó a darle ese nombre fue el interés por la belleza, en el sentido amplio, la belleza de la producción científica, de la producción artística o del pensamient­o. La necesidad de producir belleza a partir de la naturaleza que tenemos. Y al mismo tiempo ese miedo, que entró en el disco por causa de una suerte de presión en los últimos tres años en Brasil, con la caída del gobierno de Dilma y la entrada de un gobierno de derecha, y la inserción un poco de ese pensamient­o fascista que nos invadió. Y la evidencia, no sólo de este gobierno, de cierto esquema de corrupción que destruye al país desde hace años y años. Tal vez desde el descubrimi­ento.

Ya son 500 años de explotació­n financiera y económica, desde los europeos llevando oro, madera y piezas de riqueza, hasta hoy con empresas dominando el Congreso.

–Pero también esa dualidad aplica a un plano más íntimo, ¿no?

–La vida está hecha de belleza y miedo para todos. Cuando nacemos tenemos miedo de la oscuridad, de los monstruos y fantasmas, pero al mismo tiempo tenés a tu madre que te hace upa, juega con juguetes… y así se convive diariament­e con las dos caras. La vida es una especie de baile entre esas cosas, una retroalime­ntación entre miedo y belleza. De no sentir miedo, no tendríamos la necesidad de producir belleza. Son una síntesis de la vida que se aplica a la situación de Brasil, pero también a un pensamient­o filosófico, existencia­l y poético.

El poder de las canciones

El último disco de Moska tuvo como primer corte de difusión la canción Nenhum direito a

menos, una pieza que en pulso de rock se convirtió en un auténtico manifiesto, en una proclama que desnuda, desde su prosa sin eufemismos, las desigualda­des que atraviesa la sociedad brasileña y la opresión que sufren las distintas minorías. “Los primeros tres años estuve haciendo un disco que hablaba sólo de la belleza, muy positivo, pero de a poco apareció esa idea del miedo y la decepción con la muerte de un mundo que yo creía estaba mejorando y se volvió más trágico, más injusto. América latina es un lugar de desequilib­rio social muy grande e injusto con el pueblo. Y ese miedo me hizo pensar que yo no estaba tocando en ese asunto, así que invité al gran poeta Carlos Rennó a mi casa y le pedí que escriba un manifiesto que sea absorbente y que no deje afuera a ninguna minoría. Que abrace a todos los que necesitan de apoyo. Y él me regaló esa letra sobre todos los derechos, los de la vida, los de la libertad, de ser lo que uno quiera ser, de cuestionar cualquiera y toda regla y llevar adelante la idea de que la vida es una experienci­a distinta para cada uno y eso debe ser respetado: la subjetivid­ad existencia­l de cada uno.

–Está el tema “Megahit” en el disco, ¿alguna vez fue una preocupaci­ón hacer uno para vos? –En mi infancia me apasioné por la radio, por la canción de radio, justamente porque lo que sonaba en la radio y era popular eran Chico Buarque, Caetano Veloso, Gilberto Gil, Rita Lee y Raúl Seixas, entre otros. Entonces si lo pienso, yo aprendía mucho más con las letras de esos artistas que en la escuela. Esos grandes poetas me atrajeron como imán atrás del hierro a la canción popular, al hit de algún modo. Fui moldeado por esa música de radio y siempre escribí canciones para que suenen ahí. Nunca pasó por mi cabeza algo que no sea populariza­rse, todo fue bajo la idea del hit. Me gusta escribir con rima en párrafos exactos y el 99 por ciento de mis canciones tiene eso. Lo que conseguí en mi carrera es llevar adelante la idea de que el hit tiene que tener contenido, siempre se lo confunde con la canción fácil.

–“Quando la lagrima Salta” tiene la “s” mayúscula, ¿es por la provincia argentina o una casualidad?

–¡Qué maravilla! No sabía eso, que coincidenc­ia preciosa, es muy bonito lo que me contás porque una de las cosas que más me

encanta de la poesía es que ella nunca para de tener sentido. ¡Los sentidos saltan! Voy a usar esa informació­n y a contar eso en mi show, con seguridad. –¿Cómo será el show en Córdoba?

–El concierto será sin la banda, es solamente voz y guitarra. Entonces no es la presentaci­ón oficial del disco, pero sí voy a cantar unas cinco canciones nuevas y unas 15 de los disco anteriores. Yo estoy con 25 años de carrera y el show un poco cubre todas las épocas.

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(PRENSA MOSKA)
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