El dólar se apoderó de las góndolas
Cuando el dólar comenzó a dispararse a mediados de agosto hasta llegar a los 40 pesos, la pregunta que se hacían los economistas era cuánto de esa suba, y en qué tiempo, se trasladaría a precios. La respuesta se develó pronto.
El resultado de nuestro relevamiento de precios de septiembre, que presentamos en nuestro Primer plano, es preocupante: el valor de la canasta del supermercado para una familia tipo de cuatro miembro se encareció más de
10 por ciento en 30 días. Se trata de la mayor suba desde comienzos de
2016, cuando el recién asumido gobierno de Mauricio Macri dispuso el fin del cepo cambiario.
Año contra año, el incremento de esta canasta llega al 48 por ciento. Un número demasiado elevado para la economía doméstica de cualquier familia, más cuando se tiene en cuenta que los sueldos apenas si se han ajustado en torno del 25 por ciento en el mismo lapso.
El problema es que, según lo reconocen los propios supermer- cadistas, el traslado de la devaluación a la economía real recién comienza, por lo que es de esperar que en octubre los precios continúen aumentando, muy probablemente, en porcentajes similares a los del mes anterior.
Y mientras el dólar no se estabilice (el viernes pasado cerró su cotización en 41,88 pesos), el contagio de esa fiebre financiera sobre
MIENTRAS EL DÓLAR NO SE ESTABILICE, EL CONTAGIO DE ESA FIEBRE FINANCIERA SOBRE LAS GÓNDOLAS SEGUIRÁ LATENTE.
las góndolas seguirá latente, impactando de lleno sobre el poder adquisitivo de los hogares.
Las nuevas subas anunciadas en los combustibles y en los servicios públicos más esenciales ejercen una presión extra sobre una espiral inflacionaria que todavía está lejos de encontrar un techo.
La economía argentina está atrapada en un círculo vicioso del que será muy difícil salir mientras el dólar siga comandando las principales variables del mercado.
Apelando a una riesgosa táctica de ensayo y error, el Gobierno nacional busca –y por ahora no encuentra– estrategias para salir de esta trampa demasiado complicada. Mientras tanto, los bolsillos de la mayoría sufren las consecuencias.