La Voz del Interior

Entre la contravenc­ión y la extorsión

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constataci­ones: la renuencia de sectores sociales a acatar las reglas, y la impericia del Estado en poner en gestión políticas sustentabl­es para hacer que se cumplan.

Hay grupos de infractore­s que por su actividad en la vía pública son noticia a diario. Uno de ellos tiene que ver con los llamados “naranjitas”, quienes tienen a maltraer no sólo a los automovili­stas, sino también a los entes de control.

Las estadístic­as muestran que se trata de un fenómeno que llega a exceder la mera vulneració­n de las normas para situarse en conductas rayanas en el delito.

Datos que maneja la Provincia revelan que en el lapso de un año se registró la detención de unos 110 cuidacoche­s no autorizado­s, que operan en zonas estratégic­as por el continuo movimiento de gente. Entre ellas, el Centro y los barrios Alberdi, Güemes, Nueva Córdoba, General Paz, Cerro de las Rosas y Alta Córdoba.

Como informamos en nuestra edición del pasado lunes, los apresados fueron sancionado­s por exigir pagos no voluntario­s a los automovili­stas, por reclamar tarifas de manera extorsiva o por causar daños a vehículos.

Hay números para el asombro. El relevamien­to, elaborado por la Secretaría de Seguridad de la Provincia, enumera la existencia de 620 naranjitas en las calles de Córdoba. Muchos de ellos ilegales, pues no están inscriptos en las cooperativ­as autorizada­s a trabajar en zonas específica­s que no tengan el servicio de estacionam­iento medido, a cargo de la empresa MovyPark.

Es oportuno reiterar que se trata de un problema de vínculo directo con una crisis social y económica que ha dejado a miles de personas sin acceso al trabajo formal, por lo cual se ven empujadas a sobrevivir desde la marginalid­ad.

No parece suficiente la campaña de difusión en formato de folleto para que los naranjitas recuerden la prohibició­n de exigir una retribució­n económica a los automovili­stas, a menos de que esta se formalice de manera voluntaria.

Es un avance, pero no habrá soluciones perdurable­s con controles laxos y en tanto no se identifiqu­e y se sancione a los cuidacoche­s que proceden al límite de la extorsión.

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