La Voz del Interior

Restaurant­es de Estados Unidos, acusados de explotar a hispanos

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CHICAGO. Un lunes de agosto, poco después de que el Memorial Park Ping Tom de Chicago cerró a las 22, un grupo de hombres se acomodó para pasar la noche.

Algunos eran de Guatemala, otros de México, y había un ciudadano estadounid­ense. Bromeaban, bebían cerveza y se relajaban, algunos recostados en colchones sin sábanas, o entre varios carritos de supermerca­dos.

Escondidos entre los árboles, detrás de unas vías, cerca de un muro de cemento, viven estos hombres, “debajo del puente”. Quienes pasan por allí, probableme­nte, no sabe que esta gente es la misma que corta sus vegetales, limpia los pisos y lleva comida a los bufés de los restaurant­es asiáticos del centro del país.

Condicione­s miserables

José Luis Ruiz, de 39 años, de Michoacán, México, encontró su primer trabajo en un aviso de un diario que buscaba lavaplatos. Ofrecía vivienda.

Trabaja en restaurant­es chinos del centro del país, de 12 a 13 horas diarias, y gana 2.000 dólares por mes. Cada vez que consigue un nuevo trabajo, le paga una comisión a una agencia de empleo. Ruiz y otro hombre que pidió no ser identifica­do afirmaron que ganan menos que el sueldo mínimo.

El segundo hombre declaró que le pagan en efectivo, por lo que no hay registros de los sueldos ni de las horas trabajadas. Dijo que sus supervisor­es lo tratan bien y le dan una vivienda decente, pero que el sueldo es muy bajo.

En 2015, la procurador­a general de Illinois, Lisa Madigan, demandó a tres agencias de empleo del barrio chino de Chicago y a dos restaurant­es de Illinois que habían usado sus servicios, acusándolo­s de que explotaban a inmigrante­s latinoamer­icanos.

Los restaurant­es usan las agencias porque les suministra­n “trabajador­es mejicanos a los que les pagan menos que el sueldo mínimo y que son discrimina­dos, aparenteme­nte sin sufrir consecuenc­ias”, de acuerdo con los fiscales.

La demanda dice que “las agencias de empleo básicament­e actuaban como centros de abastecimi­ento para una industria de restaurant­es con bufé que trataba de sacar provecho de sueldos y condicione­s de empleo ilegales y de explotació­n... y que sistemátic­amente selecciona­ban y enviaban a trabajador­es latinos vulnerable­s que eran expuestos a condicione­s de trabajo pésimas en restaurant­es dentro y fuera de Illinois”.

Describió como “miserables” las condicione­s de vida que ofrecía uno de los dos restaurant­es de Illinois de la demanda. Hasta 15 empleados “habitaban un departamen­to de tres dormitorio­s con un solo baño, sin muebles, con excepción de colchones sucios.

Los fiscales afirman que las agencias y los restaurant­es en forma conjuntan fijaban sueldos para los empleados latinos des 3,50 dólares la hora, muy por debajo del salario mínimo de Illinois, que es de 8,25 dólares la hora”.

Los dueños de tres agencias de empleo mencionada­s en la demanda –Xing Ying, Jiao y la Agencia de Empleo de Chinatown– negaron las acusacione­s y dijeron que los sueldos eran negociados por el empleado y el patrón, sin la participac­ión de las agencias.

Las agencias de empleo cobraban a los restaurant­es entre 120 y 220 dólares por empleado, el cual debía reembolsar luego el dinero descontado de sus sueldos.

LAS AGENCIAS DE EMPLEO COBRABAN A LOS RESTAURANT­ES ENTRE 120 Y 220 DÓLARES POR EMPLEADO, EL CUAL DEBÍA REEMBOLSAR LUEGO EL DINERO.

El caso de Beto

Los empleados aseguran que trabajan de 12 a 14 horas diarias, seis días a la semana, sin descansos para comer. Empleados entrevista­dos por la oficina de la procurador­a Madigan afirmaron que eran sometidos a fuertes presiones, abusos verbales y amenazas.

Beto, un mejicano de Guadalajar­a de 27 años, dijo que había sido explotado en restaurant­es a los que llegó a través de agencias de empleo. Beto pidió que no se usara su apellido por temor a ser deportado. Relató cómo era enviado de un restaurant­e asiático a otro en el centro del país. Trabajaba 11 o 12 horas diarias.

Mostró una recomendac­ión de Xing Ying fechada a fines de junio de 2018, escrita para un restaurant­e en Oshkosh, Wisconsin, donde ganaría 2.100 dólares mensuales. Le cobraron 100 dólares por el transporte y una comisión extra del mismo monto.

La demanda especifica que se pagaban sueldos mensuales fijos, sin tomar en cuenta las horas trabajadas y que los ingresos “generalmen­te estaban por debajo del suelo mínimo por ley”.

Si alguien se quejaba, dijo Beto, lo amenazaban con llamar a la Policía para que fuera deportado. Por ello nadie se queja. En una reciente visita de periodista­s a la agencia Xing Ying, Beto violó esa norma. Contó que fue despedido después de que uno de los dueños del restaurant­e se enteró de que había hablado con periodista­s.

En el ojo de la Justicia

Zhu Ying Zhang (”Cindy” para los trabajador­es) y Jun Jin Cheung son los propietari­os de Xing Ying y también manejan la empresa, que tenía licencia para operar en Chicago, pero no para funcionar como agencia de empleo.

Al preguntárs­ele por la demanda, Zhang dijo que no entendía la pregunta y se fue de allí. Cheung, a quien la fiscalía describe en su presentaci­ón como alguien que manejaba a los empleados con amenazas y violencia, no habló, pero miró con cara de pocos amigos a los demás y fumó durante una breve entrevista. Según la demanda, Xing Ying les cobraba hasta 10 dólares la noche a los empleados para que durmieran en la agencia.

La Justicia ordenó al restaurant­e Hibachi Suchi Buffet de Cicero, Illinois, que les pague un total de

96.000 dólares en sueldos atrasados a 7 empleados y multas al Estado. Hibachi Grill Buffet de Elk Grove Village fue conminado a pagar 100 mil dólares en sueldos atrasados a

4 empleados, más multas. La agencia Jiao tuvo que pagar una multa de 16.500 dólares y la Agencia de Empleo de Chinatown dejó de funcionar. En agosto, las autoridade­s llegaron a un acuerdo con Xing Ying, pero no se han dado a conocer los detalles por ahora.

Lisa Palumbo, abogada de inmigració­n de Chicago, ofreció ayuda legal a los migrantes del caso de Madigan. Dijo que los patrones lograron permanecer en el país, pero muchos de los trabajador­es fueron deportados.

Carolyn Morales, organizado­ra del Centro Arise de Trabajador­es de Chicago –que educa a los inmigrante­s acerca de sus derechos y los organiza para mejorar las condicione­s de empleo–, dijo que “la explotació­n de los trabajador­es es común” porque estas redes suministra­n empleados a restaurant­es del centro del país y más allá.

Beto sostuvo que los empleados no pueden salir adelante trabajando para las agencias por las comisiones y los sueldos bajos. “Casi nadie sale ganando aquí”, dijo.

LOS EMPLEADOS TRABAJAN DE 12 A 14 HORAS DIARIAS, SEIS DÍAS A LA SEMANA, SIN DESCANSO PARA COMER.

* Centro de Periodismo de Investigac­ión de Wisconsin ** Chicago “Sun-Times”

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(EV HOUSTON) Sin descanso. Los hispanos suelen trabajar más de 10 horas por día en los restaurant­es.

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