Siciliani va hasta el límite
Griselda Siciliani estrena “Morir de amor”, miniserie que va del thriller a la ciencia ficción, con escenas violentas y eróticas. “Es muy distinto de todo lo que hice, único... y bastante zarpado en muchas cuestiones”, asegura la actriz. Dirige Anahí Ber
La actriz habla de las fuertes escenas que protagoniza en la nueva miniserie.
Helena (Griselda Siciliani) es abogada que trabaja para una obra social. Está separada y tiene un hijo adolescente. Está decidida a ser la madre, la abogada y la exesposa perfectas, pero cuando se entera de que padece una enfermedad terminal, todo su mundo se cae a pedazos como un castillo de naipes. Va a morir, pero no necesariamente de amor, como dice el título.
A lo largo de 12 episodios, Helena deberá aceptar su enfermedad, dejar de sentirse todopoderosa, acercarse a su familia y abrirse al amor, pero también convertirse en una investigadora, siguiendo pistas para descubrir a un asesino.
La miniserie Morir de amor, coproducida entre Telefe y Cablevisión Flow (cada vez más posicionado como un actor en la producción audiovisual de la Argentina y hacia la región), cruza géneros y estilos (del thriller al drama y a la ciencia ficción), propone escenas dramáticas, intensas, sensibles, eróticas, y pone la firma en la dirección una debutante (en televisión) como Anahí Berneri, pre- miada por su última película, Alanís, y de gran trayectoria en el cine independiente argentino.
En lugar del otro
Helena Karsten, acostumbrada a convivir con pacientes terminales del otro lado del escritorio, se encuentra de golpe en un lugar difícil, desconcertada. Primero niega la nueva situación, después la oculta. Ella en su trabajo tiene que aprobar los tratamientos para enfermos terminales, y ha visto con sus propios ojos el futuro que le depara casi en lo inmediato.
En el proceso, ella sigue como si nada hubiera ocurrido, pero conoce a Juan Deseado Molina (Esteban Bigliardi), un misterioso hombre al que se va acercando y que esconde varias verdades, trágicas y peligrosas. “Los temas con los que se mete la serie son universales, como la muerte y la enfermedad –dice Griselda, que ya está morocha, en oposición al rubio intenso de su personaje–. A cada personaje nos fue tocando lidiar con diferentes temas: al mío, con un diagnóstico terminal que lo llevó a una situación límite”. La imaginación, en este caso, va hacia lugares bastante terribles e intrincados, con una trama que no pretende ser liviana, sino todo lo contrario. “Helena es un personaje políticamente incorrecto. Las decisiones que toma a partir de ese diagnóstico no son muy naíf, y personalmente eso abre un juego para la actuación enorme”.
La actriz dice que, en el caso de Morir de amor, no puede anticipar un resultado en audiencia. “Por primera vez, no tengo ni idea. Es algo muy distinto de lo que hice, incluso de lo que vi, a nivel estético, al nivel de relato. Es distinto y único, y bastante zarpado en muchas cuestiones”. Por momentos se trata de un thriller convencional, después se pone poético, lúdico, o abunda la crudeza de las imágenes. “Creo que la ficción argentina mejora todo el tiempo. Hay gente muy talentosa, y además hay más plataformas para verlas. En otras épocas no se hubiera apostado tanto en producción, pero ahora las series tienen otro recorrido”, agrega Siciliani.
Potencia y desfachatez
Para la directora, Berneri, el gran aporte de Griselda no radica sólo en la actuación. “Es una actriz muy coreográfica, me ayudaba muchísimo en la composición. Trabajábamos mucho con el cuerpo, en el plano en la pantalla, con planos muy largos para lo que se estila en televisión. Ella tiene un ritmo, un oído y una potencia y desfachatez que le han dado mucha fuerza al personaje”, asegura. Los elogios son muchos. Para Siciliani, la presencia de Anahí va muchísimo más allá que para cambiar las estadísticas que hablaban de que nunca hubo una directora mujer en la televisión argentina. “Es
una genia. Fue una experiencia genial, ya que aportó su mirada y su frescura en cuestiones de imágenes. Estaba día y noche trabajando para el proyecto, no para nunca de pensar, de imaginar cosas, de proponer. Es apasionada, y en ese sentido nos encontramos”, dice ella, que por primera vez fue dirigida por una mujer.
Un viaje a la oscuridad
Siciliani dice que Morir de
amor es una serie “que hay que tomar la decisión de ver, que no la vas a ver porque la tele quedó prendida en ese canal”. Y agrega: “No hay momentos de transición, no da respiro”.
Para componer a esta incorrecta Helena, ella asegura que utilizó su propia oscuridad. “Todos la tenemos. Tuve que ir a ese lugar para poder hacer ese personaje que todo el tiempo está en un plano muy oscuro. Es muy seca, al principio no sabés con qué se va a venir, porque es una heladera, muy parca, parece que no le pasa nada, que las cosas no la atraviesan... Ni siquiera que le digan que va a morir”.
También trabajó con la incomodidad, con frío, con escenas fuertes, violentas, dolorosas. “Ponerme en el lugar del otro me pasó mucho con este personaje, que al principio me costó comprender y defender y después lo terminé amando. Todo lo que ella decide hacer con lo que le pasa no es lo que yo haría”.
En la serie mueren mujeres, y, además de una producción con mayoría femenina, hay también un trasfondo que se fue configurando sobre lo femenino. “Al principio, Morir de amor tenía otra mirada, pero se fue modificando a partir del canal, de la propuesta de Anahí, de mí misma. El personaje de Helena tomó este rol, pero no es bajalínea ni es obvio”.
Griselda Siciliani destaca el hecho de que el de la serie fuera un equipo dividido prácticamente en un 60 por ciento de mujeres y un 40 de varones. “En todas las áreas estaba al mando una mujer, fue una experiencia muy hermosa. Y eso se nota en el relato y en cómo está contado”.
NO TODAS LAS ESCENAS DE SEXO SON IGUALES, NI TODAS LAS MUERTES SON IGUALES. Anahí Berneri, directora
TRABAJÉ CON LA INCOMODIDAD A TODO NIVEL, POR EL TIPO DE ESCENAS, POR LAS LOCACIONES, POR EL FRÍO. Griselda Siciliani, actriz