El cuarteto busca en el pop nacional sus futuros éxitos
Las versiones de canciones pop forman buena parte del repertorio de los grupos de cuarteto.
¿Cómo arreglar una página de otro mundo para que funcione en los bailes?
Facebook disparó la curiosidad. El lunes último, un perfil de la red social expuso la noticia: Demasiado, canción perteneciente a Bandalos Chinos y uno de los momentos más excelsos de BACH (su celebrado último disco), ya circula en YouTube como uno de los hits cuarteteros de la presente temporada. La versión en plan tunga tunga es responsabilidad de Q’ Lokura y es, de entrada, uno de los ejemplos más directos de eso que se conoce como un “temazo”.
Lejos de distorsionar la intención de la pieza original (una balada cercana al soul), la adaptación a cuarteto profundiza buena parte del sentido de la lírica. No ya como un lamento aletargado (con swing, pero sin dejar de lado la tristeza), sino como una descarga que se convierte en baile y redención.
La cadencia es otra, los colores de los instrumentos resultan casi antagónicos, pero esa magia que producen las canciones que impactan está presente con la misma intensidad en ambos registros.
“Calamaro dice que el rock nacional está basado en boleros, y yo banco esas palabras”, comenta Salvador Colombo, tecladista de Bandalos Chinos, en relación al ida y vuelta que se produce entre estilos aparentemente disímiles. “El tema parece directamente escrito para cuarteto, lo cual está muy bueno. Habla de que la composición por sí sola se banca cualquier cosa que le tires arriba. Si lo hacés cumbia o bolero, o con cualquier contexto rítmico, también va a funcionar”, analiza el creador de la armonía que se destaca en la versión de Q’ Lokura.
El cuarteto tiene una larga historia de versiones y préstamos de hits de otros géneros.
Frente a la necesidad de renovar repertorio para sus bailarines y, en paralelo, enfrentar el desafío que van proponiendo las nuevas modas, los diferentes grupos cordobeses se han vuelto especialistas en adaptar canciones.
Luego del impacto que significó el desembarco del merengue en la estructura de las bandas y en el oído popular, resultó común la incorporación de éxitos latinos “traducidos” al genoma cuartetero.
Con especial atención en el sonido dominicano, hits foráneos se convirtieron en materia prima de arregladores locales. A fines de los ’90, Trulalá popularizó El kiki, del grupo Rikarena, o Tan que tan , de Toño Rosario (que, casualidad o no, luego versionarían Carlos “la Mona” Jiménez y Ulises Bueno).
También hubo lugar para baladas desgarradoras del pop melódico, como Te felicito ,de Laura Flores, por La Barra; o años más tarde, Banda XXI con Déjame llorar, de Ricardo Montaner.
Hoy, La Konga se luce con Ya me enteré, de Reik; Sabroso hace lo propio con Le hace falta un beso (imperdible original de El Chapo de Sinaloa); y México termina de confirmar su importancia a nivel inspiración con No te creas tan importante, de El Bebeto, exponente de la llamada música banda del norte de su país.
Esta última canción se transformó en un fenómeno en Argentina en 2018, a partir de la versión de Damas Gratis, que eligió la selección para sus calentamientos previos en el Mundial de Rusia. Damián Córdoba y Trulalá ya la habían incorporado a sus repertorios en 2015, apenas un año después del lanzamiento de la original.
Común y especial
“Es muy común que se haga esto en el cuarteto”, certifica Mauricio Griotti, arreglador de La Barra desde hace 16 años.
“A mí me dan el trabajo para hacerlo, yo no lo elijo. Los que escuchan le dan importancia, en primer lugar, al estribillo, que es lo que queda de una canción. Que el estribillo se adapte al género, que camine. Tiene que ver con la comunicación, con cómo llega al oyente y si realmente queda bien”, explica el músico, también pianista de Jorge Rojas.
¿Cuál es su rol? “Mi trabajo suele ser una interpretación de lo que quiere la persona que me acerca la idea, en general los cantantes o el dueño de la banda”, explica Griotti.
“Normalmente, la melodía ya viene hecha, la estrofa y el estribillo, a eso hay que hacerle una introducción, los arreglos musicales y otras partes que tiene el género, como una sección bailable o el sólo de algún instrumento que tenga la orquesta. Es un ida y vuelta”, analiza el responsable de la versión de He vuelto por ti, de la chilena Myriam Hernández, que brilla con un arreglo de orquesta en el festejo por los 22 años del grupo el 24 de septiembre de 2016, en la Plaza de la Música.
Público fiel
“Quizás si hay un tema de un cantante importante del pop en español, lo versionaron al cuarteto y el público cuartetero consume esa versión. No consume la otra versión que anda girando por todo el mundo”, reflexiona Griotti.
“Hay dos o tres producciones discográficas por año, y las bandas tocan todas las semanas, así que están en constante renovación. Y no hay un caudal creativo de compositores haciendo cosas inéditas constantemente. Por eso se plantea versionar algo desde afuera, como pasó con el merengue”, añade.
En ese sentido, el arreglador observa en el cuarteto y su ecosistema particular un contexto único para lograr que se hagan populares canciones completamente alejadas del Sargento Cabral o del Estadio del Centro. “¿Cuántos cuarteteros conocen la versión original de Intento?”, pregunta en relación con el gran hit nacional de Ulises Bueno, estrenado por el grupo español Fondo Flamenco.
“Versionar es un trabajo sano, lleva tiempo y lleva cabeza”, profundiza Griotti, quien identifica una vuelta del sonido del acordeón desde Rodrigo en adelante.
En el caso de “el Potro”, la historia se repite. Pese a que en la biopic de Lorena Muñoz (El Potro, lo mejor del amor )selo muestra como un compositor intermitente, siempre en busca de inspiración, las versiones forman parte de su leyenda.
Por lo que yo te quiero, una de sus canciones más recordadas, y también popularizada por Walter Olmos, es un clásico del grupo español Mocedades, que ya había sido reinterpretado por La Mona Jiménez en 1986.
LUEGO DEL DESEMBARCO
DEL MERENGUE, SE VOLVIÓ COMÚN LA “TRADUCCIÓN” DE ÉXITOS LATINOS AL GENOMA CUARTETERO.