La Voz del Interior

El gas y la luzaúnno subieron todo lo que se planificó

La energía eléctrica todavía es subsidiada en un 51%, y el combustibl­e f luido, en un 31%. Si bien los aportes debían bajar al 18% este año, se mantienen por razones políticas y económicas.

- Laura González lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

El efecto de la devaluació­n se hace sentir en los servicios públicos. Y es que, mientras los hogares pagan, en pesos, el doble que el año pasado, el Estado nacional se ha visto forzado a asumir un porcentaje más alto de los costos de la energía eléctrica y del gas. El gran aumento en la cotización del dólar durante los últimos meses es un factor crucial en esa ecuación.

El objetivo era que los aportes en materia de energía se redujeran a un 18 por ciento este año. Sin embargo, la luz aún se subsidia en un 51 por ciento, y el gas, en un 31.

Si hay una foto que grafica el efecto más descarnado de la devaluació­n es la de los servicios públicos. Pese a que los hogares pagan, en términos de pesos, más del doble de lo que pagaban el año pasado, la porción que asume el Estado por la luz y por el gas también es más alta.

Es decir que pese a los aumentos que están pagando los hogares, el subsidio del fisco es más alto que antes. Es que con la disparada del dólar el arco se fue corriendo de lugar.

Energía

El costo monómico de producir un megavatio de energía en septiembre fue de 2.865 pesos, lo que equivale a 70 dólares. Ese valor contempla los efectos acumulados de la devaluació­n, en un mercado en el que el dólar influye porque las centrales térmicas (que producen el 60 por ciento de la energía del país) funcionan con gas, fueloil y gasoil, que tienen precios dolarizado­s.

Pero el precio medio de compra de energía y de potencia pagado por los agentes distribuid­ores fue de 1.412 pesos por megavatio. Esto significa que el subsidio promedio fue del 51 por ciento sobre el total de la demanda, según datos oficiales de la Secretaría de Energía a los que accedió La Voz.

Ese 51 por ciento implicó que en septiembre el Estado nacional, a través de Enarsa, destinó 11.352 millones de pesos en subsidios. En dólares, fueron 278 millones de pesos, muy cerca de los 297 millones de septiembre de 2017.

Ese subsidio del 51 por ciento es promedio. Los usuarios de Tarifa Social pagan 602 pesos por MWh, con lo cual el subsidio es del 79 por ciento. Este segmento insumió el 24 por ciento de los 11.352 millones de pesos de septiembre. El residen- cial paga 1.402 pesos el MWh, lo que significa que el Estado asume el 51 por ciento del precio, lo mismo que con el segmento de comercios y pequeñas industrias, con consumos de hasta 300 kW.

De la “torta de pesos” que puso el Estado en septiembre, los residencia­les se llevaron el 28 por ciento; y los comercios y las Mipyme, el

35 por ciento. En tanto, los grandes usuarios de distribuid­or (Gudi, en la jerga técnica) pagan 2.171 pesos, con un subsidio del 24 por ciento.

Esta foto de hoy hizo volar por los aires el sendero de normalizac­ión tarifaria y quita de subsidios que había trazado el entonces ministro de Energía Juan José Aranguren.

En 2015, el precio monómico estaba en 1.100 pesos, aunque los usuarios pagaban 76,75 pesos. Eso significab­a un subsidio del 93 por ciento a cargo del Estado. Ahí estaba, junto con el gas, la principal razón del déficit fiscal del país. Aranguren llevó el precio a cargo del usuario a 640, con un subsidio todavía del 70 por ciento promedio, excluyendo tarifa social.

En 2017, el costo real subió a

1.250 pesos, de los cuales el usuario pagó 880 pesos, con lo cual el subsidio fue del 49 por ciento.

Para arriba

A inicios de 2018, la previsión era que el costo de producir la energía subiría a 1.440 pesos y el subsidio bajaría al 18 por ciento, luego del aumento de febrero pasado.

Para 2019, en tanto, la proyección era un subsidio del 10 por ciento, y de cero para 2020. Pero la desbocada devaluació­n estalló el Excel del ahora exministro y el costo de generar un mega se disparó a 2.865 pesos: 99 por ciento más que lo proyectado.

El usuario pagó el aumento mayorista de febrero y el de agosto: asume hoy 1.402 pesos, 59 por ciento más de lo que pagaba en 2017.

La parte del Estado, que en 2017 era de 370 pesos por mega, hoy pasó a 1.463 pesos. Esto significa que se avanzaron dos pasos, pero se retrocedie­ron tres.

¿Esa es la parte del aumento que falta? Sí. Podría ser menos si el dólar se estabiliza­ra a la baja, como parece que sucede en octubre. Fue en septiembre cuando superó los 40.

Ya Iguacel dijo que en 2019 el costo de producción estará en 63 dólares, siete menos que ahora. En el mediano plazo, si Argentina aumenta su producción local de gas, los precios internos (aun con el aliciente de mejor precio que se paga al gas no convencion­al) serán más bajos que el gas importado de Bolivia o de Venezuela. Y también se espera que comiencen a impactar las energías renovables.

La próxima revisión de precios será en febrero. En el Presupuest­o que se discute en el Congreso están previstos subsidios por 287.302 millones de pesos.

Si transporte y algo de tarifa social pasan a las provincias, habrá que ver para cuánto alcanza esa cifra.

Según la Asociación Argentina de Presupuest­o, entre enero y agosto los subsidios al sector energético sumaron 91.862 millones de pesos, lo que representa un 29,4 por ciento más que en igual período de 2017, cuanto en teoría debían disminuir. Pero si se mira sólo agosto, la cuenta creció 204 por ciento más por efecto de la devaluació­n. Hay que esperar el resto del año.

A todo esto, cada distribuid­ora le agrega sus propios costos que, como es sabido para el caso de Epec, no son menores.

Sube el precio de la energía mayorista y sube el Valor Agregado de Distribuci­ón (VAD), que es la parte que carga Epec.

La empresa provincial de energía acaba de pedir un ajuste del cinco por ciento desde noviembre, con lo cual completará un aumento sólo por la VAD del 48,25 por ciento.

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(FACUNDO LUQUE) Traslado a la boleta. Si el Gobierno continúa con su política de quita gradual de subsidios, ese costo que hoy afronta el Estado se verá reflejado en las facturas de energía eléctrica.
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