La Voz del Interior

Incluso con el tarifazo, el subsidio estatal para el gas sigue en 31,6%

- L. G. lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

La foto del gas es algo menos escandalos­a que la de la luz. Hubo un intento de que parte del impacto de la estampida del dólar fuera asumido por los usuarios en 24 cuotas, cosa que finalmente no pasó, pero que hizo visible el efecto de haber duplicado el dólar en seis meses. Por el momento, ese costo será asumido por todos los argentinos a través de esa figura tan extraña y ajena que creemos que es el Estado.

El sendero de normalizac­ión tarifaria que previó Juan José Aranguren para 2016-2022 fijaba dos actualizac­iones anuales para el precio del gas natural: abril y octubre.

En esas fechas debía avanzarse en el camino gradual de reducción de subsidios y actualizar­se el precio del gas según sus costos de producción, lo que surge de un prome- dio entre el gas argentino y el importado.

Las distribuid­oras en abril pasado cobraron la última cuota por el reconocimi­ento del atraso previo a

2015 y lo que queda ahora son costos por inflación, lo que tampoco es menor.

Del cuadro original del exministro queda poco ahora: los precios fijados son máximos y, además, cambiaron.

El dato para pasar en limpio hoy es cuánto vale el gas y cuánto de ese precio paga el usuario. La respuesta es durísima: el millón de BTU está hoy en 5,8 dólares, de los cuales en promedio los usuarios de Ecogas asumen 3,97 dólares, lo que significa que aún el 31,6 por ciento del costo lo asume el Estado y no está pasado a tarifa.

Esos 3,97 dólares están reconocido­s en el aumento que rige desde octubre, que en promedio es del 34 por ciento, con rangos que van del

18 al 57 por ciento. Originalme­nte, para esta fecha, el subsidio del Estado debía reducirse del 14,9 por ciento de abril pasado al 4,4 por ciento.

Lejos de que bajara, subió al 31,6 por ciento. Eso significa que estamos como en octubre de 2016, cuando se anunció el primer aumento de la era Macri y como si ninguno de los aumentos tarifarios que vinieron después hubiesen ocurrido, al menos en términos de costo fiscal.

El intento del secretario de Energía, Javier Iguacel, luego abortado, era pasar a tarifa y en cuotas el impacto del dólar entre abril y septiembre, ya que el anterior cuadro tarifario de abril estaba calculado con un dólar de 20 pesos y a septiembre valía 42.

Correspond­ía reconocer un aumento del 112 por ciento y negoció el 45 por ciento en dos años. Pero no lo supo explicar y, por presión pública y de los socios de Cambiemos, retrocedió. Lo pagará Ieasa (ex-Enarsa) desde octubre próximo, en 30 meses.

Usamos mucho algo caro

El problema es que la Argentina todavía importa gas. Sigue consumiend­o como antes del 2005, cuando era superavita­ria y eso no sucede más.

Consume un promedio de 140 millones de m3 diarios, que en el invierno se disparan a 180 y en verano bajan a 110. Todo el año importa gas de Bolivia a 6,10 dólares; en verano especialme­nte importa gas licuado en barco desde Trinidad y Tobago, Estados Unidos y Qatar, que se regasifica en Bahía Blanca y Escobar, y que cuesta fortunas: 8,82 dólares (7,5 promedio el importado más 1,32 la regasifica­ción).

Esos precios, además de estar en dólares (con el impacto local que eso acarrea), se mueven en función del petróleo. Por ejemplo, en el primer trimestre del año el precio del millón de BTU de Bolivia estaba en 5,46 dólares, según Ieasa (ex-Enarsa), y para octubre-diciembre subió a 7,17 dólares.

El 30 por ciento del gas consumido en Argentina es importado.

Para las productora­s de gas local, el precio está reconocido hoy a 3,90 dólares, mientras que para el gas no convencion­al de Vaca Muerta se fijó un precio estímulo para desarrolla­r las inversione­s de 7,50 dólares este año, siete en 2019, 6,50 en 2020, y así. Es apenas más alto que el de Bolivia y más barato que el GNL. Así, el costo global del gas promedia en 5,80 dólares.

¿Esa es la brecha que habrá que cubrir? No necesariam­ente. El pase a precios dependerá de una decisión política en 2019. Sólo Enarsa, para la compra de gas importado, aumentó su presupuest­o a 20.557 millones entre enero y agosto, 193,7 por ciento más que en igual período de 2017.

Para 2019, hay fondos para subsidios, aunque la gran duda es para cuánto alcanzará. Eso dependerá del consumo interno, del precio del petróleo, del aporte de Vaca Muerta –que a es marginal– y de los costos locales de producción.

Lo que sí está claro es que todavía estamos lejos de pagar lo que el gas cuesta en Argentina.

Aunque a los usuarios no nos guste saberlo y mucho menos, pagarlo.

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