Pablo de Singapur ve el futuro y funciona Edgardo Moreno
Contestó desde Singapur. Pablo Moyano está en el congreso anual de la Federación Internacional del Transporte. El programa de actividades es de una intensidad devastadora. Todo es vértigo en Singapur.
Basta recordar que ese país entero se construyó en sólo cinco décadas. Comenzó su vida autónoma en 1965. Apenas tres años antes del debut de Hugo Moyano como tesorero de la seccional Mar del Plata del Sindicato de Camioneros.
Según reportes de la BBC, el producto bruto per capita de Singapur era de 500 dólares en 1965. Hoy supera los 56 mil dólares por cabeza. Nueve de cada 100 entre sus habitantes tienen fortunas de más de un millón de dólares. Y las construyen muy rápido: más de la mitad, en menos de 10 años.
Si es por la fortuna acumulada con buen ritmo, la familia Moyano puede dar cátedra en Singapur.
Así que, en lugar de atender conferencias, es probable que en el día de la lealtad Pablo festeje hoy la decisión judicial que le permitirá seguir en libertad.
Que descanse de la actividad didáctica a la que fue invitado ayer. Una visita al centro tecnológico más prestigioso de la Universidad de Nanyang. Donde los sindicalistas del transporte se anoticiaron de lo que se les viene: los vehículos sin conductores.
En el campus del Instituto de Investigaciones Energéticas, a 16 mil kilómetros de Córdoba, no existen los colectivos.
Para acercar la experiencia al lector, diríase como ejemplo que (luego de la toma de un mes en el Pabellón Argentina) les estudiantes enmascarados pueden llamar desde su celular a un shuttle relativamente pequeño y sin chofer que los lleva hasta la avenida Valparaíso.
Y que allí se les abre el escenario de la primera ciudad del mundo que comenzó a usar taxis autónomos, creados por nuTonomy, una empresa de las conocidas como startups, fundada en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Dice la BBC que Emilio Frazzoli, profesor del MIT y cofundador de nuTonomy, estimó que “unos 300 mil taxis sin conductor podrían hacer el trabajo de los 780 mil taxis tradicionales que operan actualmente en Singapur, reduciendo los tiempos de espera en 15 minutos”.
Como la lluvia de Jorge Luis Borges, Uber es allí una cosa que sin duda ya sucede en el pasado.
Acaso los ingenieros de Singapur le hayan comentado a Pablo Moyano una convicción central de su gobierno: “Si algo nos ha enseñado la historia es que la tecnología se impone sobre la política. Siempre”.
Por eso desarrollaron sensores de polución y tráfico en toda la ciudad. Mapas en tres dimensiones donde se monitorea cuánta energía consume y cómo elimina la basura cada departamento, en cada edificio.
También es posible que Pablo se haya tomado hoy el día libre. Porque tuvo que gastar sus energías contestando desde Singapur al pedido de detención cursado por un fiscal.
Por las dudas, el Sindicato de Camioneros había anunciado una movilización a Ezeiza.
No iba a ser la foto de José Ignacio Rucci protegiendo el regreso de Juan Perón con su paraguas. La imagen del ícono. Pero acaso era suficiente con un tatuaje. El de Gonzalo “el Patón” Basile mirando fijo al oficial de turno.
El dirigente cordobés Luis Juez suele recordar sus tiempos de intendente de la capital provincial, cuando conoció a los centuriones que entraron a paso redoblado en su despacho. Los camioneros manejaban la basura de Córdoba, ciudad sustentable.
Un día aparecieron por el Palacio 6 de Julio. Pablo de Singapur y sus guardaespaldas. Gonzalo Basile y otro grandote: Claudio Fabián “el Chiqui” Tapia, hoy mandamás de la Asociación del Fútbol Argentino.
Confiado en la capacidad de persuasión de sus guardaespaldas, Pablo Moyano se tomó unos minutos en el Lejano Oriente y anticipó –clarividente– que la Justicia jamás lo detendría en Ezeiza.
Hace un par de años, el canciller de Singapur, Vivian Balakrishnan, dijo que la gente visitaría su país para exclamar: “He visto el futuro y funciona”.
Pablo llegó antes.