La Voz del Interior

Las empresas piden tiempo para adaptarse

- Florencia Ripoll fripoll@lavozdelin­terior.com.ar

En Chile, Coca-Cola Company ofrece una gama de 80 bebidas, y el 95 por ciento de ellas ya son reducidas y bajas en azúcar. En Argentina, ese porcentaje es del 45 por ciento, y subirá al 50 en 2020.

Para ambos países y para los casi 200 donde opera, la estrategia de la multinacio­nal es similar: quitar el azúcar de sus productos emblemátic­os o reemplazar­la por edulcorant­es y ampliar su portafolio de bebidas reforzando las opciones “saludables” (aguas, bebidas de origen vegetal como las de Ades, lácteos y más).

La única diferencia con el escenario chileno fue la velocidad que le imprimió al proceso la ley de etiquetado frontal aplicada por el país vecino.

Por su escala, el caso de CocaCola resulta interesant­e como ejemplo del modo en que distintas compañías se vienen adaptando a un cambio progresivo impulsado por dos motores: el consumidor –cada vez más cuidadoso de su “bienestar”– y las legislacio­nes que buscan acotar el consumo de ingredient­es críticos para la salud.

Si para una multinacio­nal que planea invertir 1.200 millones de dólares en los próximos tres años sólo en Argentina el cambio es un desafío, para las Pyme se trata de un reto mayúsculo.

“Hace al menos tres años que venimos trabajando en el tema. Es una tendencia mundial la mejora en el etiquetado de alimentos. El consumidor demanda más informació­n y eso está muy bien”, señala Jorge Riba, vicepresid­ente de Dulcor.

Esta Pyme cordobesa –que facturó unos 100 millones de dólares en 2017– comerciali­za las marcas Veneziana, Cormillot, Esnaola, Vanoli, Angiord, Yuspe, Upper Crock y la propia Dulcor.

“El cambio es bueno. Lo que queremos las empresas es participar de la discusión de la normativa y que se consideren los tiempos necesarios para readecuar etiquetas y productos a cualquier cambio de sistema”, agrega Riba y sintetiza dos pedidos generaliza­dos entre la industria.

Por su parte, Mariale Alvarez, directora de Asuntos Públicos de Coca Cola Argentina, coincide en ambas demandas y agrega otros dos temores transversa­les a las empresas: “Hay que evitar que esto demonice alimentos o cree situacione­s discrimina­torias. Y otro punto importante es armonizar la legislació­n, al menos en el Mercosur, para no perjudicar las exportacio­nes”.

“Vemos reconversi­ones en el sector. Claro que los actores que tienen más capacidad económica y conceptual van un paso adelante”, grafica Gabriel Furlán, asesor de la Asociación de Industrial­es de la Alimentaci­ón de Córdoba (Adiac).

Subraya, además, que la coyuntura tiene a las Pyme preocupada­s por sobrevivir. Lo que en muchos casos equivale a poner en suspenso forzoso temas como un etiquetado superador.

“Debería darse a las empresas el tiempo suficiente para incorporar cualquier cambio. Toda la cadena se tiene que adaptar para que haya, por ejemplo, proveedore­s de insumos con ingredient­es críticos reducidos”, cerró Furlán.

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(DUNA.CL) Góndolas chilenas. Los alimentos poco saludables tienen etiquetado­s muy visibles.

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