La Voz del Interior

“El modelo por seguir es el chileno”

El experto cordobés en economía de la salud estudia nuevos impuestos a los productos no saludables, a pedido de ese gobierno.

-

El cordobés Guillermo Paraje, doctor en Economía por la Universida­d de Cambridge (Reino Unido) y experto en economía de la salud, está radicado en Chile, el país más avanzado en la región en una de las formas de regulación de la industria con vistas a prevenir la obesidad y el sobrepeso: el etiquetado frontal de alimentos industrial­es.

Consultor de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) –y premiado recienteme­nte por esa entidad por sus trabajos sobre el tabaco– siguió de cerca la discusión para la implementa­ción del etiquetado, pero además participa en un proceso aún más ambicioso. Integra un equipo que, a pedido del gobierno chileno, estudia el impacto de aplicación de impuestos a los alimentos no saludables. “Ya que ahora están bien etiquetado­s y se pueden diferencia­r los saludables y no saludables, se pueden poner impuestos a los no saludables”, anticipa.

En diálogo con La Voz, describe los criterios aplicados en el país trasandino y explica por qué, en su opinión, el modelo chileno es el más efectivo ante otras opciones posibles.

–¿Qué opina sobre las propuestas realizadas por la industria alimentari­a argentina que se opone al etiquetado frontal de alimentos?

–Las empresas suelen proponer seguir con los porcentaje­s de valores energético­s por porción, formato que no entiende nadie, o en su defecto, un esquema del tipo semáforo. Este último consiste, básicament­e, en tomar tres nutrientes críticos, como azúcar, grasas y sal, fijar límites y un color para determinad­os niveles de superación de ese límite, desde el amarillo al rojo. Es el modelo de Ecuador, entre otros países. El problema es que a ese semáforo tampoco lo entiende nadie, es complejo: cuando hay tres rojos o tres verdes se comprende; pero si hay dos verdes y un rojo en un producto, y un verde y dos amarillos en otro, hay que comenzar a comparar, hacer reglas de tres para determinar qué nutrientes son críticos y cuáles no. También obliga a ver cómo se definen los límites. Si se definen por porciones, que las define la industria, no sirven para nada. En cambio, si se definen por una medida objetiva de cantidad, como 100 gramos o 100 mililitros, son mucho más útiles. Porque el problema de la porción es que es definida por las empresas. En un paquete de galletitas, por ejemplo, la porción puede ser una galletita. Y nadie come una galletita. En eso puede haber mucho juego por parte de las empresas para esconder o para confundir acerca del contenido nutriciona­l de los alimentos.

–¿Qué modelo de regulación ha funcionado exitosamen­te?

–El modelo por seguir en el mundo es el chileno. En primer lugar, porque el carácter de “saludable” o “no saludable” de un alimento es a partir de 100 gramos o 100 mililitros. En segundo lugar, porque utiliza símbolos en forma de discos que son fáciles de entender: básicament­e, un producto tiene o no tiene discos, un niño de cinco años puede comprender­lo. En tercer lugar, hay un aspecto muy interesant­e, que en Argentina debería discutirse, y es qué hacemos con los alimentos que tienen nutrientes críticos. ¿Deberían venderse en las escuelas? ¿Debe limitarse la publicidad? En algún momento, habrá que regular la publicidad, sobre todo la dirigida a los niños. En Chile se prohibió cualquier tipo de publicidad que esté dirigida a niños; inclusive, se pusieron límites al tipo de empaquetad­o o a la entrega de juguetes que acompañan a los alimentos. Por ejemplo, el Huevo Kinder está prohibido en Chile y hay un cereal con azúcar que no tiene más un personaje inspirado en un animal. Tampoco pueden venderse en las escuelas los alimentos que tengan al menos un sello. Eso ha causado que los niños coman mejor, al menos mientras están en las escuelas, y no son objeto de la influencia de la publicidad. Pero también ha hecho que muchas empresas reformulen sus productos porque quieren que sus productos se vendan en las escuelas y porque quieren hacer publicidad dirigida a niños.

–¿Las empresas cumplen las restriccio­nes en Chile?

–Las empresas hicieron todo lo posible para que el etiquetado frontal no saliera, pero ya está implementa­do hace dos años y lo que ahora está sucediendo, y también está previsto en la ley, es que están bajando los límites. Inicialmen­te se pusieron límites más altos sobre los nutrientes, con un cronograma que establecía el plazo de dos años para comenzar a reducirlo. En consecuenc­ia, muchos alimentos que antes no eran críticos ahora lo son. El año que viene se producirá una nueva baja y ahí los valores estarán a niveles internacio­nalmente aceptados. Eso da tiempo a las empresas para ir ajustando los procesos.

–Uno de los argumentos que exponen las empresas para oponerse es que se está demonizand­o injustamen­te a los alimentos. ¿Tienen alguna coincidenc­ia con esa perspectiv­a?

–No se busca demonizar, lo que se busca es educar a la población, darle herramient­as de decisión. Si la empresa reformula su producto nadie la demoniza. Se trata de dar herramient­as simples, entendible­s, para que la población decida cómo alimentars­e.

“NO SE BUSCA DEMONIZAR, LO QUE SE BUSCA ES EDUCAR A LA POBLACIÓN, DARLE HERRAMIENT­AS DE DECISIÓN”.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina