La Voz del Interior

Ortega, cada vez más aislado tras seis meses de protesta

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MANAGUA. Al cumplirse seis meses del estallido de una rebelión cívica en Nicaragua, el presidente Daniel Ortega se esfuerza por controlar con las armas la protesta social, en medio de un creciente aislamient­o internacio­nal. Según sus detractore­s, su salida “sólo es cuestión de tiempo”.

“Ortega está completame­nte aislado dentro y fuera del país. Es una situación de deterioro total que llevará al colapso... viene en picada”, dijo la excomandan­te guerriller­a Dora María Téllez, fundadora del disidente Movimiento Renovador Sandinista (MRS).

Téllez, quien permanece oculta por amenazas de muerte, sólo puede dar declaracio­nes por teléfono. El MRS, proscripto y minoritari­o, forma parte de la recién creada coalición Unidad Nacional Azul y Blanco (Unab) y es sindicado como el artífice de “un complot terrorista” para derrocar a Ortega, de casi 73 años y en el poder desde hace 11.

“Aquí no hubo complot, sino una crisis gravísima resultado de fraudes electorale­s, corrupción y autoritari­smo. Ortega no ha podido revertir los factores estructura­les de esta crisis y se mantiene en control solamente vía represión, utilizando policías, paramilita­res y unos pocos jueces que hacen las veces de pelotón de fusilamien­to”, sostuvo.

Muertos y heridos

Desde que comenzaron las protestas, el 18 de abril, el país vio caer cientos de estudiante­s universita­rios bajo las balas disparadas por policías y paramilita­res. Según ONG de derechos humanos, casi

400 personas han muerto, más de dos mil resultaron heridas y hay más de 300 detenidas. El Gobierno reconoce 200 víctimas.

A los 23 años, Téllez fue parte de un comando guerriller­o que en

1978 asaltó el Palacio Nacional de Managua, sede del Congreso leal al dictador Anastasio Somoza, derrocado un año después por los sandinista­s, entre quienes estaban Ortega y la propia Téllez. Jamás pensó vivir lo de hoy.

“Nadie tiene imaginació­n para semejantes niveles de brutalidad. Nosotros, que vivimos otra dicta- dura, nunca pensamos que Ortega iba a llegar a los extremos de los Somoza. Pero llegó y esa es la desgracia”, dijo.

A su juicio, esa “fuerza de represión” siempre estuvo ahí, en silencio: “Los paramilita­res, los torturador­es, los delatores en los barrios son los mismos que cometían fraudes en las mesas electorale­s, los que nos atacaban en las marchas. Pero ahora Ortega tocó un botón y los hizo actuar a nivel masivo y dirigidos”.

Los incidentes más recientes ocurrieron el fin de semana, cuando la Policía detuvo a 40 manifestan­tes, entre ellos varias dirigentes del MRS, que se disponían a realizar una marcha cívica en Managua. La presión interna e internacio­nal provocó su excarcelac­ión al día siguiente, pero las protestas siguen prohibidas.

Que se vaya

Según la opositora, el veto policial a las manifestac­iones, anunciado hace dos semanas, agravó el conflicto.

Opinó que tales medidas no revelan fortaleza, sino “un proceso de asfixia del régimen, porque la economía también va en caída libre” a causa de la paralizaci­ón del turismo, del desplome de la inversión y de las recaudacio­nes, con pérdidas estimadas en más de 2.500 millones de dólares, según economista­s.

“Somoza llegó hasta el último momento con la Guardia Nacional intacta y la represión era tremenda. Ortega tampoco gobierna, manda. Él manda sobre su aparato represivo, no hay políticas públicas, el Estado apenas funciona, y eso no es gobernar”, dijo.

Para Téllez, la solución a la crisis nacional es que Ortega “agarre un avión y se vaya” o que acceda a volver al diálogo. Y ambas opciones suponen su salida del poder. Elaboran un informe sobre la situación en Nicaragua

Una misión de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (Cidh), que se encuentra desde el domingo en Costa Rica, realizó más de un centenar de entrevista­s con representa­ntes de colectivos de inmigrante­s, refugiados y solicitant­es de asilo de Nicaragua. A su regreso a Washington, la delegación elaborará un informe con el resultado de la misión. La crisis en Nicaragua tiene fuerte repercusió­n en Costa Rica, adonde ya emigraron más de 20 mil nicaragüen­ses.

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(AP) En pie de lucha. Algunos militantes opositores fabrican sus propias armas para combatir contra la represión en Nicaragua.

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