La Voz del Interior

Cada mamá es una historia

Laura, Verónica y Blanca, madres que tuvieron que superar distancias, problemas y limitacion­es.

- Augusto Laros Especial

Cuando contaba 3 años, Verónica Bustos cayó en la base de un chimango (máquina utilizada para cargar cereal), mientras jugaba en un campo. Su abuela Pierina le salvó la vida, pero en aquel accidente perdió sus brazos.

Pasaron 25 años desde ese hecho que le cambió la vida para siempre. Desde entonces, ha sido pura resilienci­a. Adaptó su cuerpo: sus piernas son también sus brazos. Y sus pies son sus manos.

Esas “manos” que hace seis años la ayudaron a sostener a su primer hijo, para amamantarl­o. “Lo envolvía con las piernas, con una almohada entre ellas, y le daba la teta”, cuenta ahora, a los 28, en su casa de la localidad cordobesa de Luque, en el departamen­to Río Segundo, a 100 kilómetros de Córdoba capital.

Verónica dice que su condición jamás la hizo dudar de su deseo de ser madre. Hoy tiene dos hijos: Kevin, de 6 años, y Lucila, de 3.

“Me gustaría tener tres o cuatro hijos más”, apunta, convencida. Pablo Rodríguez (27), su pareja desde que son adolescent­es, no está tan de acuerdo.

El deseo y la actitud de Verónica muestra que la falta de sus brazos no son un límite para ella.

“Hago lo que cualquier mamá hace por sus hijos, pero con los pies. Si hubiese algo que no pudiera hacer, simplement­e lo dejaría. Imagino que, aun teniendo brazos, habría muchas cosas que no podría hacer”, comenta sobre esas capacidade­s diferentes.

Verónica está todo el día con sus hijos. Se dedica, al menos por ahora, en forma completa a las tareas del hogar. Pero avisa que le gustaría estudiar.

Su pareja, que es camionero, se ausenta varios días por su trabajo. “Cuando está en casa, es muy colaborado­r”, aclara ella.

Ver para creer

Verónica se viste sola y después les prepara el desayuno a sus hijos, ayuda a Kevin a vestirse para ir a la escuela, limpia, tiende las camas, cocina, baña a Lucila, la cambia, la peina (incluso con algunos peinados creativos), riega una huertas, ordena el patio. Y es capaz de enhebrar una aguja. Porque teje también. Sí: todo lo puede con sus pies como manos.

Gran parte del día se lo pasa descalza. “No puedo hacer nada con zapatillas; además, quién se pone calzado en las manos”, bromea.

Para cocinar, se sube a una silla, trepa a la mesa y de ahí a la mesada, donde prepara el menú. A la cocina, que es eléctrica, la enciende sin ayuda de nadie.

Además, adaptada a estos tiempos, usa con gran destreza el celular. Claro, con los pies.

Ser madre

Verónica se considera una buena madre. Dice que al menos tiene la tranquilid­ad de dar lo mejor de sí, pero reconoce que comete errores en la educación de sus hijos. Como todas. Como cualquiera.

“Estoy aprendiend­o. Nadie me enseñó a ser mamá. Ojalá que ellos, cuando sean grandes, sientan que tuvieron una buena madre”, plantea.

“Para mí, mis hijos son todo. Si estoy sola un rato, ya los extraño. Nos necesitamo­s”, dice.

Todos viven en una casa que aún no han terminado.

Kevin, el hijo mayor, aprendió a bañarse solo cuando era muy chico, para evitarle esa tarea a su mamá. Y como todo se aprende viendo, a veces también él hace las cosas con los pies, como atender el teléfono o acomodar la ropa.

“A mí me resulta gracioso”, acota Verónica, quien asegura que no siente bronca por su discapacid­ad. “No me hice nunca la pregunta de por qué me pasó a mí”, apunta.

En 2010, y luego de varias campañas, consiguió las prótesis para sus brazos (una es sólo estética). Eso la ayudó a andar en bicicleta. Aunque en ocasiones la usa, dice que sus pies ya son la manera más cómoda que encuentra para hacer sus tareas diarias.

 ?? (LA VOZ) ?? Todo es posible. Verónica Bustos sufrió un accidente cuando era niña que la dejó sin brazos. Hoy, sin embargo, disfruta de sus hijos, Lucila y Kevin, en la plaza de Luque.
(LA VOZ) Todo es posible. Verónica Bustos sufrió un accidente cuando era niña que la dejó sin brazos. Hoy, sin embargo, disfruta de sus hijos, Lucila y Kevin, en la plaza de Luque.
 ?? (LA VOZ) ?? Sin limitacion­es. Verónica, con sus hijos en la plaza de Luque.
(LA VOZ) Sin limitacion­es. Verónica, con sus hijos en la plaza de Luque.

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