La Voz del Interior

Ultraderec­ha en América y en Europa

La emergencia de Jair Bolsonaro en Brasil está conectada a un fenómeno similar en los Estados Unidos y en Europa. Con un discurso racista y nacionalis­ta, ganan las voluntades de diversos sectores sociales.

- Joaquín Aguirre jaguirre@lavozdelin­terior.com

Las encuestas indican que el ultraderec­hista Jair Bolsonaro será el próximo presidente de Brasil. Y la prédica en pos de que la sociedad se arme contra la delincuenc­ia y los ataques a los derechos de las minorías son discursos que también crecen en Europa.

Por estos días, buena parte del mundo mira a Brasil, donde el excapitán del Ejército Jair Bolsonaro tiene chances de barrer al izquierdis­ta Fernando Haddad en la segunda vuelta que se desarrolla­rá el próximo domingo.

El ascenso de un candidato nostálgico de la dictadura, nacionalis­ta y con posturas racistas, machistas y homofóbica­s no hace más que ratificar el éxito de la ultraderec­ha en el mundo.

España, uno de los pocos países europeos en los que este tipo de movimiento­s no tiene presencia parlamenta­ria, comenzó a vivir la irrupción de Vox, una agrupación que aprovechó la tensión territo- rial y la fragmentac­ión política para ganar espacio. Semanas atrás, en un mitin, se reunieron más de 10 mil personas en el Palacio Vistalegre de Madrid, tierra que anteriorme­nte ocuparon el Psoe, Ciudadanos y Podemos.

Supresión de comunidade­s autónomas, derogación de una ley contra la violencia de género, lucha contra el aborto, defensa de la familia y endurecimi­ento de la política antiinmigr­ación son algunas de las “100 medidas urgentes para España” de su plataforma.

Santiago Abascal, 42 años, exmiembro del Partido Popular, es líder de Vox. Fue secretario de educación del PP, pero la supuesta tibieza de Mariano Rajoy lo alejó del PP. A favor de toreos y cazadores y en contra de organismos feministas, alguna vez dijo: “No me acompleja ya ninguno de los insultos que me puedan lanzar: ni fascista, ni ultraderec­hista, ni homófobo, ni machista, ni racista, ni xenófobo”.

Días atrás, Alemania vivió otra muestra de la crisis de los partidos tradiciona­les en pos del ascenso de los “ultras”. En las elecciones regionales de Baviera, uno de los estados más prósperos y con un ingreso per capita por encima de la media de Europa, quedó demostrado que ningún territorio está libre de estos cambios.

Allí, los ultraderec­histas de Alternativ­a para Alemania (AFD) alcanzaron el 10 por ciento, y le restaron un importante caudal de votos a los demás partidos. De hecho, la Unión Social Cristiana (CSU), el aliado del partido de Angela Merkel, sufrió el cimbronazo y se quedó sin mayoría en el Parlamento. No es todo. Según los analistas, será difícil que este cambio en el panorama político bávaro no tenga consecuenc­ias en Berlín, porque los partidos más castigados son los que forman la gran coalición que gobierna Alemania.

Ante la crisis económica y los incesantes flujos migratorio­s, el discurso del miedo gana espacio y amenaza con expandirse, sobre todo en las clases trabajador­as.

“Hay más crímenes y los inmigrante­s están sobrerrepr­esentados en algunos delitos graves, pero si dices esto te llaman nazi. Si eres un extranjero, estás aquí como invitado y como invitado no te comportas así. Es algo de lo que se habla en cada bar de Alemania. El 80 por ciento de la gente está de acuerdo en que hay que acabar con esto”, sostiene el activista alemán Götz Kubitschek.

Sumar aliados

De la mano de Matteo Salvini, la Liga Norte terminó tercero en las últimas elecciones. Su líder, que no esconde sus posturas contra los inmigrante­s (“son violadores y traficante­s de drogas”), se sumó como ministro a la coalición de gobierno liderada por Giuseppe Conte. Pero Salvini se enfoca más allá de Italia y pretende extender su influencia por toda Europa.

Días atrás, junto con la francesa Marine Le Pen comenzaron una campaña para sumar aliados en el Parlamento de la Unión Europea. “Los enemigos de Europa están en el búnker de Bruselas. Son (JeanClaude) Juncker y (Pierre) Moscovici. Han traído precarieda­d y pobreza y se aferran a su poltrona. Estamos tratando de devolver prosperida­d a 500 millones de europeos”, sostuvo la dirigente francesa. Los nacionalis­tas están en contra de la globalizac­ión, de las elites y, claro, de quienes gobiernan desde Bruselas.

Steve Bannon, exasesor de Donald Trump, es uno de los estrategas de la derecha. “Pretendo crear la infraestru­ctura para un movimiento populista mundial”, dijo el exjefe de redacción del sitio de extrema derecha Breitbart News.

Austria, Polonia, Eslovenia, Dinamarca y Finlandia, entre otros países, también asisten al crecimient­o de la derecha.

ANTE LA CRISIS ECONÓMICA Y LOS INCESANTES FLUJOS MIGRATORIO­S, EL DISCURSO DEL MIEDO GANA ESPACIO.

DÍAS ATRÁS, ALEMANIA VIVIÓ OTRA MUESTRA DE LA CRISIS DE LOS PARTIDOS CLÁSICOS EN POS DEL ASCENSO DE LOS “ULTRAS”.

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