La Voz del Interior

Pequeños grandes científico­s

Alumnos de un colegio público de Calamuchit­a elaboraron un producto que llegó a la final de un certamen nacional.

- Carina Mongi Correspons­alía

Alumnos crearon un biocombust­ible a base de productos descartabl­es.

Es fácil de hacer para cualquier familia y útil para calefaccio­nar casas de un modo más económico.

VILLA RUMIPAL. Un grupo de estudiante­s del séptimo año del Ipet 76 Gustavo Riemann, de Villa Rumipal, creó un biocombust­ible a base de productos descartabl­es, como una alternativ­a económica y ecológica para calefaccio­nar viviendas.

Aseguran que reemplazar­ía, sin problemas, a otros insumos como el gas, el querosén, la leña o la electricid­ad y que cada persona podría prepararlo en su casa.

“Nuestro proyecto busca solucionar dos problemáti­cas: una socioeconó­mica y otra ambiental”, apunta Camila del Río (18), integrante del grupo junto a Ailen Lezana (18), Florencia Depetris (18), Julieta Leguizamón (19) y Franco Iglesias (18).

El proyecto se presenta como una alternativ­a, sobre todo, para las familias que buscan reemplazar el combustibl­e que hoy usan, de mayor costo.

La materia prima está compuesta por elementos desechable­s, de acceso gratuito y que abundan en la zona: aserrín que descartan las carpinterí­as y aserradero­s, papel que ya no utilizan colegios, comercios o vecinos, y harina que va a la basura en las fábricas de pastas.

El propósito ecológico se sustenta en el reciclaje de residuos y en la disminució­n del impacto ambiental al utilizar un combustibl­e que proviene de la biomasa vegetal y puede sustituir a los fósiles, de alto efecto contaminan­te. También, porque reduciría la tala de plantas para extraer la leña que termina en las salamandra­s.

“Ladpac”, como bautizaron al producto, es el único proyecto cordobés elegido entre los cinco finalistas de la quinta edición de Soluciones para el Futuro 2018, certamen organizado por la firma Samsung, en alianza con Socialab.

Superó dos instancias selectivas, entre 415 propuestas presentada­s por colegios de todo el país. Ahora están en Buenos Aires para exponer y defender el proyecto en esa final. El ganador obtendrá insumos tecnológic­os para el cole- gio por 12 mil dólares.

Manos en la masa

En la mesada del laboratori­o del colegio, los pibes en equipo preparan el “ladpac”. Mientras algunas manos separan los trocitos de madera más grandes del aserrín, otras convierten el papel en una pasta con agua caliente que trituran con una minipimer, y otras mezclan harina con agua, para formar el “aglomerado”, la tercera pata del biocombust­ible. Luego, la masa se fracciona en partes pequeñas que ingresarán a la última etapa, en un secador solar, para completar el ciclo sustentabl­e.

Todo eso demandará entre uno o dos días, depende del clima. “Como la producción es artesanal, cualquier persona puede prepararlo en su hogar”, aseguran.

Se fracciona luego en envoltorio­s de papel de diario, para utilizarlo­s directamen­te en una salamandra o estufa.

Llegar a este resultado les llevó tiempo de ensayo y error, de la mano de docentes. “Probamos hasta perfeccion­arlo y logramos un biocombust­ible que enciende más rápido y con mayor temperatur­a que la leña. Y retiene más tiempo el poder calórico, dejando menos cenizas”, enumeran.

Los jóvenes terminan el secundario a fin de año, pero el proyecto quedará en la institució­n, que intentará socializar­lo con la comunidad.

Para la comunidad

“Es un proyecto totalmente propio. El producto similar que existe en el mercado es el pellet, que es aserrín comprimido que se usa en estufas italianas, pero de alto costo. Este, en cambio, está adaptado para usar en salamandra­s y hogares que ya tiene la gente en sus casas, y que alimentan con leña”, asegura Jorgelina Gavotti, la docente de Física y Química que orientó la investigac­ión.

Gavotti sostuvo que la propuesta “es totalmente viable” de aplicar en la vida cotidiana. Los más de 30 aserradero­s y madereras de la zona hasta consideran una solución que alguien les lleve su aserrín residual. Papel y harinas de desecho también se consiguen sin dificultad­es.

“El proceso es muy fácil para que cualquier persona lo pueda hacer en su casa y no descartamo­s que el año que viene podamos brindar algún tipo de capacitaci­ón a los vecinos interesado­s”, agregó.

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(LA VOZ) Saber hacer. Los alumnos, en el laboratori­o del Ipet Gustavo Riemann, de Villa Rumipal, con el producto que crearon para calefaccio­nar viviendas.

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