La Voz del Interior

Miranda! va por su propio rescate emotivo

La banda revisará los discos “Es mentira” (2003) y “Sin restriccio­nes” (2004). Se trata de los discos que la convirtier­on en una bomba electropop. El análisis de Juliana Gattas.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Miranda! siempre fue un proyecto que miró hacia adelante y afectó (positivame­nte) el entorno con gemas pop bailables. Encabezado por los vocalistas Ale Sergi y Juliana Gattas, mantiene esa lógica desde hace 17 años, tiempo en el que publicó siete discos de estudio, vendió material tangible por una suma cercana al millón y cosechó premios MTV (siete) y Gardel (cinco) y otras distincion­es como Gaviota de Plata (dos) y Antorchas de Viña del Mar (cuatro).

Pero, de repente, Miranda! cayó en la tentación de mirar por el espejo retrovisor. Y lo hace para rescatar Es mentira (2003) y Sin restriccio­nes (2004), sus dos primeros discos que generaron las condicione­s para su conversión en bomba pop de alcance continenta­l.

“Fue superespon­táneo”, asegura Juliana Gattas .

“Todo salió a raíz de unos shows en Niceto... Es una discoteca muy emblemátic­a para nosotros, y casi todos los años tocamos ahí por una simple cuestión de ganas. Pasó que este año buscamos una excusa para no repetirnos y decidimos hacer shows para revisar un disco distinto en cada uno. Nos sorprendie­ron la convocator­ia y, en especial, el ritmo con el que se vendieron las entradas”, añade.

Gattas confiesa que también les sorprendió lo mucho que les gustó llevar adelante todo: “Somos más de vivir el presente, pero esto no fue nostálgico, fue una superfiest­a. Y, una vez terminada, nos exigieron que se repitiera. Sobre todo los fans de la primera época, esos que siempre piden temas que nunca tocamos o que no fueron corte”.

“Nos gustó la idea de obedecer ese deseo y plantearlo como espectácul­o en gira”, completa.

–Al volver sobre estos repertorio­s, ¿le encontrast­e alguna explicació­n al porqué de la explosión popular de Miranda!?

–En ese momento no fundamenta­ba nada. Ahora tampoco, pero mucho menos antes. Nos movíamos de manera orgánica y fluíamos según las cosas iban pasando. Pero al principio el grupo fue una salida nocturna más.

–¿Una salida nocturna?

–Sí, lo acomodamos en función de eso. Era un grupo electropop para no tener que cargar nada e irse a bailar después del show. No te digo una salida en términos sociales, sino en los de las ganas de prolongar la fiesta. Salíamos muchísimo en esa época. Íbamos a ver a todas las bandas y solistas de la movida: a Leo García, a Francisco Bochatón, a Pángaro, a Adicta y a Entre Ríos. Íbamos a centros culturales, a fiestas de amigos. Salíamos todos los días, y lo que queríamos era que alguna vez nos tocara a nosotros eso de estar en el escenario, tomar tragos gratis. Durante mucho tiempo, ese fue el espíritu de la banda. Y en ese contexto quisimos que nuestro demo circule… Ahora, entender el fenómeno recién lo entendí cuando cumplimos 10 años. Cuando sacamos Magistral (2011), recuerdo que me pregunté “¿esto fue en serio?”. Las cosas que pasan rápido no te dejan lugar para el análisis.

–En aquellos años vinieron mucho a Córdoba. ¿Recordás algo de aquellas visitas?

–Por supuesto. Los shows en Rita... Teníamos una idea muy rockera de Córdoba; sin embargo, fue uno de los lugares en los que más nos llamaban para tocar en discotecas. Tenemos un público

fiel que ahora nos reclamó para que hiciéramos este show.

–Estos discos iniciático­s los hicieron junto con excompañer­os que se fueron en términos agrios. ¿Sanaron esas heridas?

–Está todo en paz. Nunca tuve ninguna rispidez. La realidad es que este es un proyecto de diversión y de alegría que, en escena, debe reflejar eso. Si alguien la está pasando mal, se supernota. Me doy cuenta de eso en cualquier espectácul­o. Pero mucho más en la música pop: cuando no decís nada ni hablás después de los temas, algo no está bien. Los que la pasaban mal se fueron; los que la pasamos bien nos quedamos.

–Otro gran detalle en la vida de Miranda! fue que decidiste ser madre en el momento de mayor éxito de la banda.

–Ser madre me cambió la capacidad de amar y de tamizar absolutame­nte todo. Fue práctico de movida, porque tanto Juana como yo nos acostumbra­mos a la vida de giras. Porque una madre que hace guardias toda la noche también la tiene complicada para la crianza de sus hijos, pero está mal visto el viaje largo, el trajín de la vida pop. Lidiamos con eso… Se puso difícil en un momento en el que sentí que quería sólo ser madre, dedicarme sólo a eso. Lo analicé detenidame­nte, traté de ver a la banda sin mí y dije “no”.

–¿Explicacio­nes para ese “no”?

–Creí que con el tiempo me aflorarían sentimient­os negativos que afectarían la crianza de mi hija. Entonces me planté y dije “vamos a tratar de llevarlo adelante”. El padre de Juana cumplió un rol importante, me apoyó siempre.

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(JOSÉ HERNÁNDEZ) Ale Sergi y Juliana Gattas se maquillan en el camarín de Rita Segundo Acto, una discoteca que funcionó en los primeros años del siglo en la zona del Dino Mall.
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Polvo de estrellas.

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