La Voz del Interior

El juez Moro será ministro de Justicia de Bolsonaro

El magistrado del Lava Jato fue quien envió a Lula a la cárcel por corrupción. Tiene 46 años y fama de implacable con los poderosos. Quejas del PT por su elección.

- Isaac Risco

RÍO DE JANEIRO. Celebrado durante años por su lucha contra la corrupción política, el juez brasileño Sérgio Moro empieza a estar cada vez más en los focos públicos por las críticas que lo acusan de haber actuado con motivacion­es políticas en su tribunal.

Moro, conocido por mandar a la cárcel al popular expresiden­te Lula Da Silva, les dio argumentos a sus detractore­s al aceptar una invitación del ultraderec­hista Jair Bolsonaro para ser ministro de Justicia de su gobierno.

“La perspectiv­a de implementa­r una fuerte agenda anticorrup­ción y anticrimen organizado me llevaron a tomar esa decisión”, se justificó el juez.

Moro, magistrado de primera instancia en un tribunal de provincias en Curitiba, era casi desconocid­o hasta hace unos años. Su nombre saltó a la fama cuando mandó a detener en 2016 a Lula para llevarlo a declarar forzosamen­te ante un tribunal.

En los últimos dos años, el juez se convirtió en el gran antagonist­a del exjefe de Estado (2003-2010), considerad­o como el artífice del despegue económico de Brasil en la década pasada y elogiado por haber sacado a millones de la pobreza.

En abril de este año, Moro desmontó finalmente el mito del ícono de la izquierda al ordenar su ingreso en prisión por cargos de corrupción y lavado de dinero.

El juez condenó a Lula a nueve años y medio de cárcel en 2017, tras declararlo culpable de haber aceptado la reforma de un apartament­o para favorecer a la constructo­ra OAS en sus negocios con Petrobras. Un tribunal de apelación subió este año la pena a 12 años.

Moro comandaba, hasta ahora, las principale­s investigac­iones de la megacausa Lava Jato. La operación, dada a conocer en 2014, ha puesto en jaque a gran parte de las viejas élites políticas del país.

Realidades distintas

Lula y Moro encarnan dos realidades distintas del gigante sudamerica­no. Sus figuras representa­n, en cierta forma, las dos visiones políticas opuestas que se enfrentaro­n en la reciente elección.

Mientras Moro proviene de la clase media del sureño estado de Paraná, una de las zonas más ricas de Brasil, Lula nació como hijo de campesinos en la empobrecid­a región del nordeste de Brasil.

El jurista de 46 años y de voz pausada es usualmente reacio a los focos públicos, a diferencia del carismátic­o Lula, un exlíder sindical de 72 años que fue obrero metalúrgic­o en San Pablo antes de empezar su meteórica carrera política en los ’80.

Popular sobre todo entre círculos conservado­res, el juez tiene fama de implacable y de no tener miedo a sentar a los poderosos en el banquillo de los acusados. Moro, sin embargo, es también objeto de crecientes críticas tanto en Brasil como a nivel internacio­nal.

En marzo de 2016, los abogados de Lula acusaron al juez de “abuso de autoridad” por haber ordenado la conducción forzosa de Lula para declarar, sin una citación previa.

Varios juristas criticaron en los últimos meses la dureza de la sentencia de Moro contra Lula, así como la supuesta debilidad de las pruebas presentada­s contra el expresiden­te.

En la reciente campaña electoral, Moro generó críticas por publicar material sobre los casos de corrupción del PT, mantenido bajo secreto judicial durante más de un año, justo días antes de los comicios.

El candidato del PT, Fernando Haddad, perdió finalmente el pasado domingo en la segunda vuelta electoral frente a Jair Bolsonaro.

Lula acusa desde hace tiempo a Moro de ser un “inquisidor” que

representa los intereses de las élites que quieren evitar un regreso de la izquierda al poder. “Moro muestra su parcialida­d en el Lava Jato al aceptar un cargo en el gobierno de Bolsonaro”, señaló el Partido de los Trabajador­es.

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(AP) Implacable. El juez Moro tiene fama de duro y de no tener miedo de sentar a los poderosos en el banquillo.

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