El día de los muertos
Desde los tiempos más remotos se ha hecho un culto la consagración del recuerdo de aquellos que se fueron, peregrinos de la senda por donde vuelven siempre menos de los que van, según la precisa expresión del poeta. Todo Córdoba visitó ayer la necrópolis de San Jerónimo y en verdad que el espectáculo resultaba conmovedor. Fluctuaba en el ambiente del camposanto una infinita tristeza, no la tristeza originaria del cementerio convergente de la soledad en que descansan los muertos, sino la palpitante tristeza que fluye de los corazones, cuando se sienten ante un gran dolor. Y es que quizás en ese misterio insondable de la muerte, como en ninguna otra circunstancia, se sienten los humanos llamados a la reflexión onda que nos lleva al convencimiento de lo efímero de la vida.