Cine con destino a Mar del Plata
Cuatro películas cordobesas se presentarán en el Festival.
No fue solamente un golpe de suerte y una coincidencia entre el interés general y la necesi- dad local lo que sucedió unos años atrás con el cine cordobés. Han pasado varios años y algunas cosas pueden haber cambiado, pero en la provincia se sigue filmando, más allá de los inconvenientes y las carencias con que se intenta erigir una cultura cinematográfica. Las condiciones económicas del país no ayudan, el impulso de la crítica de cine cordobesa se diluyó un poco, en casi todas las salas las proyecciones son deficientes y en la ciudad sigue faltando un gran festival de cine. Sin embargo, los cineastas persisten, de tal modo que, por fuera de Buenos Aires, la provincia de Tosco y Rodrigo prodiga cineastas como ninguna otra.
En la 33ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, se estrenarán tres largometrajes (Julia y el zorro, Construcciones y El hijo del cazador) y un cortometraje (Hombre bajo la lluvia) en la competencia argentina. (Y también hay un proyecto en desarrollo en la competencia de “Películas en construcción”: Deja que las luces se alejen). El número no es menor, tampoco la consistencia de cada filme, y menos aún la diversidad que comporta este cuarteto.
Tras su paso por San Sebastián, Inés Barrionuevo estrena su segunda película en la Argentina. Julia y el zorro se ciñe a seguir el lento paso del tiempo de un duelo. Una actriz y bailarina y su pequeña hija tienen que adecuarse a una ausencia irreparable y eligen hacerlo en una casa en las Sierras que encuentran violentada por un robo. La pérdida es la cifra del relato, que tiene un discreto erotismo ocasional y una fuga poética esporádica aludida mediante la presencia de un zorro. Barrionuevo se afirma como una sólida cineasta de relatos íntimos, y avanza varios pasos en la composición de sus planos. Lo más hermoso de este filme es su concepto de luz y sombra. Basta ver un plano general en contrapicado con el que se siguen los pasos de la madre y su hija bajo unos árboles para asir un concepto de registro riguroso que define la materialidad de la película.
Lo mismo podría afirmarse de Construcciones, opera prima de Fernando Restrelli, película que se estrena en Mar del Plata casi en simultáneo con Idfa, el prestigioso festival holandés de documentales.
El notable plano inicial en contrapicado para observar un edificio en construcción en la solitaria noche del protagonista ya propone una estética específica en consonancia con el espacio que define la vida del personaje. El joven cineasta sigue la vida doméstica y laboral de un hombre que es sereno de edificios en construcción, cuyo trabajo no resulta muy compatible con su responsabilidad paterna. El hijo del protagonista es un encanto, y de a poco la película revela cómo una forma de trabajo implica un problema y una solución en la crianza, donde se adivina otro concepto de familia, al mismo tiempo que ese dilema existencial ni siquiera imaginado por la mayoría es atravesado por los cambios que tienen lugar en Argentina desde fines de 2015. Germán Scelso vuelve en El
hijo del cazador a su especialidad: el retrato incómodo. Quizás por el tenor del personaje elegido, el hijo de un represor, el cineasta convocó a Federico Robles para ver y escuchar a Luis Alberto Quijano, quien en 2015 denunció a su padre en la causa de La Perla. El protagonista es el hijo de un monstruo, y el mayor enigma del filme pasa por la fuerza moral de su conducta, como si la repugnancia de hoy sobre los actos de su padre y la complicidad de su madre hubiera sido sentida desde un inicio. Si bien la visión política de sus progenitores no llega a ser muy distinta de la del hijo, lo fascinante del filme consiste en descubrir las peripecias subjetivas del personaje que llegó hasta casarse con una mujer rusa, acaso inspirado por la literatura soviética que su padre confiscaba de sus víctimas, con tal de reinventarse a sí mismo. Por su parte, la directora de Las
calles, la talentosa María Aparicio, estrena un cortometraje titula-
do Hombre bajo la lluvia .Enun magnífico blanco y negro, el breve relato se circunscribe a una entrevista de trabajo en un call center, en la que la humillación está maquillada por una presunta indagación del perfil psicológico de los postulantes; el protagonista, un hombre de 49 años, es demasiado consciente de esto como para no darse cuenta de que ese instante es un momento entre otros de los tantos por los que un trabajador cualquiera debe pasar sintiéndose sistemáticamente reducido en sus perspectivas vitales a su necesidad de manutención. La precisión narrativa y las pocas decisiones de puesta en escena confirman todo lo bueno de Las calles, como se puede apreciar en el desenlace, en el que la directora absorbe estéticamente las calles de Córdoba.
Las películas cordobesas que se estrenarán en Mar del Plata certifican una realidad indesmentible sobre una cierta evolución del cine cordobés. Son películas nobles y delicadas, que dejan entrever incluso la marca de un autor en cada caso. Pero, más allá de estos títulos, falta aún un filme que apueste a la desmesura y exija un poco más a cineastas, a críticos y a público. Se ha conquistado el decoro estético y la eficacia narrativa. Llegará un día en que podamos gozar de un cine todavía más desobediente y libre, dispuesto a la grandeza, sin desmerecer por eso todo lo que se filmó hasta aquí.