La Voz del Interior

“Más que discutir la ESI, hay que aplicarla”

Para el psicólogo, el lema “con mis hijos no te metas” es un retroceso en los paradigmas de la niñez, porque alude a una idea de posesión.

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“El eslogan ‘con mis hijos no te metas’, de quienes se oponen a la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), implica un retroceso en relación con los paradigmas de la niñez, porque los padres no son los dueños de los chicos ni pueden hacer con ellos lo que quieran”, sentencia el psicólogo Jorge Garaventa, diplomado en prevención y asistencia a la violencia y especializ­ado en abuso sexual en la infancia.

“Las estadístic­as de Córdoba mantienen parámetros muy similares a lo que muestran las estadístic­as a lo largo y ancho del país, donde predominan los abusos intrafamil­iares, no sólo paternos, sino de abuelos, de tíos, de hermanos mayores o de allegados”, sostiene. Asimismo, considera una deuda con la infancia que, “pese a la contundenc­ia de la estadístic­a respecto del abuso paterno-filial, el incesto no sea considerad­o aún una entidad jurídica específica, habida cuenta de que en estos casos quien abusa es el que tiene la obligación moral y civil de tutelar”.

–¿En qué influye la educación sexual integral en la prevención de abusos?

–La educación sexual integral con perspectiv­a de género desde el nivel inicial es fundamenta­l. Esa ley, más que discutirla, hay que aplicarla. Hoy, tenemos muchas formas de trabajar con niños y niñas en prevención primaria, desde los jardines y desde los hogares, tratar de empoderarl­os en relación con su cuerpo, con su privacidad, con lo que pueden tocarles y lo que no, y con el derecho a decir que no.

–¿Cómo advertir que estamos frente a un niño al que pueden estar abusando?

–Cuando un niño sufre abuso, es imposible no advertir un cambio de conducta. Segurament­e experiment­e algún tipo de regresión, como hacerse pis o caca, llantos sin motivo, preocupaci­ón extrema, dificultad para dormir o para dormir solo, terror a la luz apagada, que no quiera que lo bañen o que no se quiera desvestir. La escuela y el jardín son fundamenta­les porque pueden ser espacios de detección de algunos de estos indicadore­s emocionale­s que muestran que ese niño o niña está padeciendo alguna afección importante.

–¿Se pueden mitigar las consecuenc­ias de un abuso?

–El abuso produce un arrasamien­to de la psiquis, y, si no se actúa adecuadame­nte, ese niño puede resultar vulnerable a los abusos en todas las instancias de su vida. Hay cuestiones que permiten ayudar a un niño a superar una situación de abuso, como tratamient­os de psicoterap­ia y una familia con actitud de contención y credibilid­ad. También es fundamenta­l tomar medidas para alejar a ese niño de quien señala como abusador para que deje de sentirse en riesgo, o el respaldo de la intervenci­ón judicial. En todos los casos, es primordial que la palabra circule, que el niño no tenga miedo de contarlo, que sienta que le creen, que no le digan que no tiene que hablar de eso. Que las palabras circulen es garantía de que algo de esto se va a sacar hacia afuera y así será más fácil sanar y disminuir las consecuenc­ias en la adultez.

–En tiempos de niños hiperconec­tados también se incrementa­n los casos de “grooming”. ¿Cómo se puede prevenir?

–En Argentina hemos avanzado mucho en el combate del delito de grooming, pero esto es una vez que ya sucedió, cuando se detecta y se da parte a la Justicia. En cuanto a la prevención, la familia tiene que saber que las redes han venido para quedarse, que los niños y las niñas tienen que tener acompañami­ento en su etapa de inserción.

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