La Voz del Interior

El vidrioso gatillo de la ministra

- Claudio Gleser Código rojo cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

Que un policía o un uniformado de cualquier fuerza mate por la espalda es gatillo fácil, acá y en cualquier lado. Ultimar por detrás a quien sea, desde un ladronzuel­o hasta al más bravo de los pesados, teniendo otras alternativ­as de procedimie­ntos antes, es un ajusticiam­iento. Y más grave aún si quien gatilla viste uniforme: es decir, alguien que fue preparado para defender la ley y a los demás.

Así lo ve la ley, así está escrito, así se sanciona.

Sin embargo, Patricia Bullrich, la máxima responsabl­e de Seguridad de la Nación, no lo entiende del todo así. Y la ministra no duda en postularlo y remarcarlo.

Pasan los días, pero el ruido y el disgusto que causaron sus afirmacion­es, a la salida de un restaurant­e de Río Cuarto, y las subsiguien­tes declaracio­nes realizadas para justificar­se no dejan de oscurecer.

Quizá haya que encuadrar estas manifestac­iones de manera macro ante un Gobierno nacional que viene impulsando una política represiva contra el delito, que en más de una oportunida­d ya mordió la banquina. Días atrás, gendarmes con chalecos, cascos y FAL subieron a pedir DNI y abrir bolsos en un colectivo.

¿Qué dijo Bullrich? En realidad, nada nuevo a lo ya dicho.

Además de desaconsej­ar el uso de armas en la población civil, prácticame­nte lo dejó al libre albedrío; volvió a defender al policía porteño Luis Chocobar, quien en 2017 mató, aparenteme­nte por atrás, a un ladrón en el barrio de La Boca.

El oficial, varias veces felicitado por el presidente Mauricio Macri, fue enviado a juicio por homicidio agravado. Dicho de otro modo: por gatillo fácil.

Matar por la espalda, aun cuando sea contra el peor de los ladrones, es ilegal. En Argentina 2018, hay que insistir en que existen procedimie­ntos policiales alternativ­os. De hecho, ¿cuántas y cuántos policías hay que, en vez de matar, logran atrapar o instrument­ar un operativo sin excesos?

Vivimos en un país –Córdoba no es la excepción– donde los gatillos fáciles sobran. ¿Es necesario remarcar que así como hubo policías que matan o hieren por la espalda a delincuent­es, también lo hicieron con inocentes?

“El que quiera estar armado, que ande armado; el que no quiera estar armado, que no ande armado. La Argentina es un país libre”, sostuvo Bullrich y añadió: “Nosotros preferimos que la gente no esté armada”.

La afirmación suena a un golpe al sentido común. Porque por más que una ley habilita a ser tenedor y hasta usuario de armamento, los expertos recomienda­n no enfrentars­e a un delincuent­e.

¿Tiene alguna duda? Busque un vecino que lo haya hecho y vea cómo (sobre) vive hoy.

Además, la diferencia entre defenderse y excederse es tan mínima y confusa que ni los jueces se ponen de acuerdo. Cientos de personas, inocentes, terminaron presas por matar.

Sin contar, claro, aquellos que ultimaron a un inocente creyéndolo ladrón.

La ministra tampoco aclaró qué quiso decir al afirmar que el ex-Renar fue un “nicho de corrupción” en el anterior gobierno y que la actual gestión lo está cambiando. No aportó datos de que el plan de desarme haya servido. ¿Acaso no son las armas legales las que alimentan luego a la delincuenc­ia?

El Estado es el responsabl­e pleno de dar y promover seguridad. Defender que la gente ande armada es temerario.

Sobre todo en un país en el que los “fierros” afloran por todas partes y muchos creen tener licencia para hacer lo que quieran, en pos de una mal llamada justicia personal.

QUIZÁ LAS PALABRAS DE BULLRICH HAYA QUE ENCUADRARL­AS EN UNA POLÍTICA REPRESIVA DE SEGURIDAD QUE YA MORDIÓ LA BANQUINA.

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(JAVIER FERREYRA) Bullrich. La ministra durante un acto en Córdoba, días atrás.
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