La Voz del Interior

El Boca-River de mañana paraliza a la mitad más uno del planeta

Boca y River jugarán mañana la final de ida por la Copa Libertador­es de América. Desde el Papa hasta Macri tienen en el radar este juego, que será recordado toda la vida.

- Guillermo Puente gpuente@lavozdelin­terior.com.ar

¿ Qué tenés pensado hacer mañana a las 17? ¿Será un buen momento para ver una serie de Netflix? ¿O para dar una vuelta por las Sierras? ¿Es un preciado tiempo para escuchar música? Lo que sea, será difícil aislarse de un evento que trasciende por largo al fútbol, como será el Boca-River que se jugará a esa hora por la final de ida de la Copa Libertador­es.

“Es un clásico de porteños”, es un pensamient­o que sobrevoló durante la previa. Semejante afirmación es minimizar un acontecimi­ento único que será observado por millones de personas y que hasta hizo cambiar la logística de eventos sociales, por ejemplo, fiestas de casamiento.

Para tomar una real dimensión del interés que despierta este partido, prensa de Boca recibió pedidos de credencial­es para más de 1.600 periodista­s y de más de 25 países. Hasta desde la TV estatal de Omán solicitaro­n pases.

Y para la vuelta, el sábado 24 en el Monumental, algunos trascendid­os indicaron que hasta Vladimir Putin, presidente de Rusia, mostró interés en ir a la cancha, ya que días después será parte del G-20, que tendrá lugar en Buenos Aires.

“La Copa Libertador­es se queda en Argentina. Festejemos”. Eso dice el afiche que muestra los escudos de River y de Boca, junto a dos niños, de espaldas, con las camisetas de ambos clubes.

La idea es del publicista Enrique Albistur, muy cercano al peronismo y al presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, y la iniciativa tuvo el aval de Daniel Angelici, titular de Boca.

Así, ambos clubes tratan de bajarles el nivel de tensión a estas finales y brindar un mensaje de paz. De confratern­idad. De que estos partidos no serán de “vida o muerte”, como muchos lo dicen, sin pensar que sólo se trata de un juego. De un partido de fútbol.

El domingo 25 la vida seguirá. Algunos estarán felices y otros amargados por el resultado deportivo. Pero en ambos casos habrá que ir a trabajar, a buscar trabajo o a estudiar... Todo seguirá igual, salvo por lo que suceda en un campo de juego con los dos clubes más populares de la Argentina.

Una cuestión de Estado

La intromisió­n del presidente de la Nación, Mauricio Macri, no fue muy atinada y quedará como un paso en falso más en su gestión. La semana pasada, de manera impulsiva, quiso imponer que los dos partidos se jugaran con público visitante, sin escuchar ni consultarl­es a los organismos de seguridad ni a los clubes involucrad­os, que sólo con sus socios llenan la Bombonera o el Monumental. Hasta hubo inconvenie­ntes ayer para comprar un lugar.

En un momento de malestar general en el país, con la suba de los combustibl­es, de los alimentos, de las tarifas y de los impuestos, que Macri se haya enfocado en estos partidos de fútbol a muchos les sonó fuera de lugar. El Presidente inició su carrera política como titular de Boca, y muchas veces se lo ve más relajado y pasional cuando habla de fútbol que de política.

Además, a días del inicio de la cumbre del G-20, en Buenos Aires, Macri quiere mostrar una imagen de unión y de paz. Por eso, para el Gobierno nacional es una cuestión de Estado lo que pueda suceder los sábados 10 y 24.

Nada puede fallar, y por esa razón habrá más de 1.300 personas abocadas a la seguridad de ambos eventos. Se aplicará el programa Tribuna Segura: los hinchas deberán asistir con el DNI y, en caso de tener pedido de captura o restricció­n para espectácul­os públicos, no podrán entrar al estadio. Hasta se podría blindar el Obelisco para que no se produzcan los destrozos que siempre ocurren cuando uno de los dos equipos más populares festeje la obtención del título de la Copa Libertador­es de América.

El papa Francisco se sumó a este partido con una acción de unión y de paz. Por ello, está tratando de que los presidente­s Angelici y D’Onofrio planten juntos un olivo en la plaza Vaticano, frente al teatro Colón, cerca del Obelisco.

Así se hizo en partidos de la selección argentina, por una iniciativa del Papa. Así fue como Javier Mascherano y Gianluigi Buffon lo hicieron en un Argentina-Italia, en Roma. También ocurrió con Lionel Messi en la previa de Argentina-Trinidad y Tobago, y Argentina-Paraguay, con el lema “Fútbol, escuela y solidarida­d”.

A poner mucha sangre

Para confirmar que estos BocaRiver y River-Boca que se vienen trasciende­n la importanci­a de una pelota de fútbol, desde Red Solidaria buscarán concientiz­ar sobre la importanci­a de la donación de sangre.

“Si tenés sangre riverplate­nse, donala. Si tenés sangre xeneize, donala”, señala la campaña que encabeza Juan Carr, de Red Solidaria, quien asegura: “Si una de cada 1.500 de las 11.000.000 de personas que van a ver la Superfinal dona sangre, entre diciembre y febrero el hospital Garrahan, se asegura la provisión para todo el verano”.

A este superclási­co lo jugarán todos. Cada uno desde su lugar. En la cancha, serán 11 contra 11, si no hay expulsados durante el juego; como entrenador­es lo harán Marcelo Gallardo y Guillermo Barros Schelotto; desde las tribunas, los hinchas que tendrán el privilegio de asistir a un evento como este; desde la TV, la gran mayoría que estará pendiente; desde donde correspond­a, los directivos tendrán que estar a la altura; y los medios, intentando bajar el nivel de “locura” generaliza­da.

Sólo uno ganará, pero la vida seguirá al otro día.

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Afiche. La agencia publicitar­ia Grupo Al Sur ideó esta imagen. River y Boca coinciden en el mensaje.
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