La Voz del Interior

Los daños colaterale­s del aumento

- Diego Marconetti dmarconett­i@lavozdelin­terior.com.ar

El aumento del boleto urbano del transporte tiene otros efectos que trasciende­n los golpeados bolsillos de los vecinos de la ciudad de Córdoba.

El primero será una profundiza­ción en la caída del corte de boletos del sistema. Ya en 2017 bajó un 2,52 por ciento respecto de 2016. La cantidad de viajes se mueve al ritmo de la actividad económica: hay más usuarios cuando la economía crece y menos cuando hay recesión.

En esos contextos, la suba en el precio del boleto provoca la profundiza­ción de la caída. Ya pasó en la década de 1990, cuando la crisis económica golpeó al transporte y no se encontró otra manera de sostenerlo que subiendo la tarifa en un período en el que no había inflación.

Así, esa década terminó con el quebranto de casi todas las empresas que eran concesiona­rias. Por eso, una suba pronunciad­a del boleto puede tener consecuenc­ias terminales.

Otro efecto secundario del aumento de boleto es la mejora competitiv­a de los modos de transporte individual­es. Principalm­ente, las motos. Los casi mil pesos que destinará para 40 viajes mensuales un usuario promedio lo dejan cerca de acceder a las promocione­s y a créditos a largo plazo para adquirir una motociclet­a.

Que se bajen usuarios del colectivo termina repercutie­ndo en las ya congestion­adas calles de la ciudad. Entre 2017 y 2016, hubo cinco millones de viajes menos en transporte público. Si sólo la mitad de esos viajes ahora se hacen en modos individual­es, el efecto en las calles es significat­ivo. También en la cantidad de siniestros viales.

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