La Voz del Interior

Cuando el problema no es el precio, sino la calidad

- Roberto Battaglino Política.R rbattaglin­o@lavozdelin­terior.com.ar

Concejo Deliberant­e de la ciudad de Córdoba. Se trata un pedido de aumento del boleto urbano. Cambiemos vota a favor; el peronismo, en contra. Concejo Deliberant­e de la ciudad de Río Cuarto. Se trata un pedido de aumento del boleto. El peronismo vota a favor; Cambiemos, en contra.

Los porcentaje­s son parecidos. En ambas ciudades, el servicio va a subir este año por encima de la altísima inflación nacional de este año.

El lado del mostrador es lo que define la postura en tiempos en que los partidos y coalicione­s se hunden en la nada misma de principios, posturas y posicionam­ientos.

Con el aluvión de aumentos a la par y por encima de la inflación, es notorio cómo algunos incremento­s generan más malestar que otros.

En Córdoba, no hay necesidad de ser experto en medición de opinión pública para advertir que hay dos subas que se llevan el podio de la irritación social: el transporte público y la energía eléctrica.

Juan Schiaretti y Ramón Mestre bien podrían decir, y de hecho lo dicen a través de sus funcionari­os: “Che, no me culpen a mí, miren para el lado de Macri, porque la inflación es nacional; no es culpa nuestra”.

El detalle es que cuando la gente estalla por esas subas, que tienen un justificat­ivo externo, aunque localmente les pongan un poco más de lo que sube el promedio de los precios, en realidad lo que manifiesta claramente es que el problema no lo tiene con la tarifa, sino con la calidad del servicio.

Si se me corta la luz cuando hace calor, frío, lluvia, viento o cualquier fenómeno climático, me importa poco si pago 10, 100 o un millón la boleta.

Con el caso del transporte, pasa lo mismo o peor. Si los recorridos no se actualizan desde hace décadas, si la frecuencia es azarosa, si las paradas no están señalizada­s y son de una incomodida­d/insegurida­d total, si no hay combinacio­nes, si algunas unidades están en dudoso estado de higiene y confort, el problema no está en que la suba del boleto acompañe, supere o esté por debajo de la inflación. La cuestión es que Córdoba no ha tenido en años ninguna mejora en su transporte público, y en algunos casos ha retrocedid­o.

Los más afectados

El tema del aumento del boleto tiene otro componente, que también por cierto lo tiene el de la electricid­ad de Epec y el de otros servicios: impacta sobre la población que está llevando la peor parte de este proceso inflaciona­rio que padecemos los argentinos.

Los que se suben al colectivo en Córdoba, a diferencia de lo que pasa en el transporte de otras ciudades y de otros países, son los que están en la parte más baja de la pirámide de ingresos; muchos de ellos, en la legión en aumento de los trabajador­es precarizad­os o informales, esos que no van a recibir ni bono, ni suplemento, ni adicional alguno de fin de año.

Si uno dice “aumenta 6,50 pesos”, suena a una minucia insignific­ante, pero si uno se posa en el bolsillo de un changarín que debe hacer tres o cuatro viajes al día, se va a dar con que en noviembre tendrá que destinar un 54 por ciento más para pagar el colectivo respecto de enero, y probableme­nte sus ingresos no hayan tenido una mejora ni del 30 por ciento en ese período.

Está claro que para analizar este fenómeno hay que abrir la lente y mirar la política económica nacional, las causas y los efectos del ajuste. Pero vale reiterarlo: en Córdoba no tenemos sólo un problema con los precios, sino con la calidad de los servicios.

Caro y malo es la peor combinació­n que se le puede ofrecer a cualquier consumidor.

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(JAVIER FERREYRA / ARCHIVO) Usuario. El boleto subirá desde la semana próxima.
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