La Voz del Interior

Caleidosco­pio

Los detalles también forman parte de nuestra vida, y no tienen un centro, por más que sea uno quien los perciba y los recuerde. Por eso, la forma del abecedario sirve para ordenarlos.

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EFrente a uno de los lugares en los que trabajo, hay una panadería. Sobre el mostrador, un canasto de mimbre con pequeñas bolsas con criollos. Un cartel dice: “Si te hace falta, llevate una”.

F

Una amiga me cuenta su experienci­a de trabajar con familiares de desapareci­dos en México. Me habla de una mujer que acompañó a su hija a la visita conyugal en la cárcel. Se quedó esperándol­a en la puerta. La chica nunca salió. Nadie da respuestas. Sé que lo mejor es que haya muerto, el primer día. Que haya sido rápido. Tiemblo de pensar que quizá esté ahí dentro, viva.

G

Una funcionari­a pública dice que, como Argentina es un país libre, quien quiera armarse puede hacerlo. Desde el Gobierno de Estados Unidos advierten: si la caravana de migrantes tira piedras, el ejército responderá con disparos.

H

En el Museo Violeta Parra, en Chile, hay un patio con árboles secos, intervenid­os para guardar un altavoz en su interior. Si uno se acerca y apoya el oído en la corteza, se oye la voz cascadita y furiosa de Violeta. Yupanqui escribió un poema cuando ella murió: “Ya no le cabían en la cabeza / los pájaros azules. / Así fue que un mediodía / de extraña luminosida­d / les abrió un trágico orificio / de escapada / y los pájaros azules se fueron. / Pero le llevaron la vida.”

I

En el semáforo, una chica hace malabares con una antorcha. Estoy deslumbrad­a. Los bocinazos me traen de vuelta. La chica esquiva los autos que aceleran. Todos parecen apurados. Ella se sienta en un cajón de manzanas.

J

El juez que mandó detener al candidato más fuerte del país vecino ahora es nombrado ministro de Justicia por quien – según algunas encuestas, gracias a la proscripci­ón del acusado– resultó ganador de las elecciones. Si fuera el argumento de un cuento, dirían que es rebuscado.

KEl teléfono se cae. La pantalla se astilla. Siento el coletazo de una angustia. No porque sea mi herramient­a de trabajo. Es otra cosa: algo que flota en el aire. Digo estar de mal humor porque se rompió un objeto. Aunque sé que no es cierto, nadie me desmiente.

LLeo un poema de Ron Padgett. Uno de los versos dice: “Desea todo. No esperes nada.”

MLos teros han tenido cría. Nunca había visto un pichón de tero. Es una explosión de plumas de la que salen un pico y dos patitas largas.

N

Una mujer con muletas sube al colectivo. Cuando alguien quiere ayudarla dice: “Yo puedo”. En dos movimiento­s, está arriba. Parece una gimnasta rusa. Todos estamos en silencio, con los ojos en ella. Creo que sabe cuánto la admiramos. Ñ

Mis alumnos extranjero­s se ríen sin parar de un chiste que acaban de entender. Reírse en un idioma ajeno. Belleza.

O

Paso por la librería que era de Willy. Ha muerto hace un tiempo y no me acostumbro. Extraño esa figura de Quijote risueño. Extraño sus sugerencia­s, su banquito y su mostrador en ese rincón cercano al Mercado Norte.

P

Llueve rabiosamen­te y no tengo paraguas. Voy de un trabajo al otro; trato de evitar el agua. En un momento, suelto todo cuidado. Y dejo que el agua me empape. La felicidad de tener un cuerpo susceptibl­e a ser tocado por la naturaleza.

Q

En lugar de prender la radio como siempre, en las noticias, me dejo ir en una música que llega desde lo de un vecino. Parece Chico Novarro. Un viejo bolero. Cuenta conmigo. Amanece.

R

Por un posteo en Facebook, descubro que murió alguien a quien conocí. Flores en la memoria secreta de aquellos que fueron gentiles conmigo.

S

Envuelvo la basura en una hoja de diario. Me distraigo leyendo la noticia que está sobre el papel. La basura es húmeda y una mancha avanza sobre las letras. Me apuro. Me río de mí misma. En tantas cosas sigo teniendo 5 años.

T

Hebe Uhart, la escritora, ha muerto. En su entierro, después de rezar el Padrenuest­ro, el sacerdote nos pregunta: “¿Ustedes saben qué quiere decir ahora ‘no caer en la tentación’?” Hay un breve silencio. “No quedarse solos, no aislarse, no perderse en su tristeza y su dolor”.

U

La lechuza aparece en medio del día. O quizás es de noche, y algo, en mi interior, me hace creer que todo está iluminado. Un error a veces es un acierto.

V

Leo en una entrevista que una vieja actriz inglesa dice que empezó a ser feliz después de los 70, cuando dejó de importarle tanto lo que los demás podían pensar de ella. Creo que estoy envejecien­do.

W

La planta que parecía haberse secado da un brote. Quizá exagero. Pero lo celebro. Renace, celebro.

XDos chicos hablan con lenguaje de señas. No puedo dejar de mirarlos. Como un acertijo, busco ahí algo que pueda traducir. Me sonríen. Y hacen el gesto indescifra­ble que para mí, ahora, va a significar siempre “bienvenida”.

YEn una calle de Buenos Aires, vi a una mujer china, descalza, golpeando la pared con un zapato. Quizá trataba de arreglarlo. Quizá buscaba algo en el muro. Debería haberle preguntado. Hace unas noches soñé con ella. Y su zapato.

ZTere Andruetto calma la mañana con su voz, desde la radio. Cita el epígrafe que abre su último libro de cuentos. Versos de la poeta Mary Oliver: “Dime, ¿qué piensas hacer / con tu única, salvaje / preciosa vida?”

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(ILUSTRACIÓ­N DE JUAN DELFINI)

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