La Voz del Interior

Freno obligado al sueño de la casa propia

- Juan Manuel González jmgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

El combo devaluació­n, falta de crédito y caída de la oferta derivó en un parate de la actividad inmobiliar­ia, emergente de la decisión de poner en modo suspenso una nueva casa, ya sea la primera o una más grande.

La retracción obedece a un combo de causas que impactan directamen­te en este letargo del mercado inmobiliar­io. Y aunque los precios de los inmuebles bajaron en dólares, la depreciaci­ón del peso es de tal magnitud que no hay clientes.

¿Quiénes compran, entonces? Aquellos que, dólar en mano, consiguen oportunida­des, y pueden hacerse de un inmueble por un 10 por ciento menos que hace un año. Como en todos los rubros, los “oportunist­as” son un grupo minoritari­o, y los inmuebles que hace más de un año que están a la venta se convierten en presa del regateo.

Pero aquellos que procuran llegar a la casa propia o comprar una más grande por necesidad, prácticame­nte, no están ofertando: “En septiembre hubo una caída del 65 por ciento de las operacione­s concretada­s. Esperamos un octubre peor. Creemos que de las ventas de inmuebles que se concreten, menos del 5 por ciento será a través de crédito. Octubre va a ser la nada misma”, vaticina Agustín Tea, titular de la cámara que nuclea a las inmobiliar­ias.

Él reconoce que tanto propietari­os de inmuebles como compradore­s regresaron sobre sus pasos en los últimos meses. “Propietari­os que no quieren malvender y compradore­s que dejan de calificar para préstamos”, es la combinació­n.

Las tres patas del mercado

El mercado inmobiliar­io se sustenta en tres patas: compradore­s, propietari­os particular­es y desarrolli­stas. Los primeros no tienen crédito, los segundos no tienen precio y los empresario­s tienen poca demanda y mejores opciones de inversión en el corto plazo en el mundo de la especulaci­ón financiera.

“Quien tiene dólares puede comprar un inmueble más barato que hace un año, aunque no se sabe muy bien cuánto demorará en recuperar la inversión. Quien tiene pesos va al negocio financiero, con cifras exorbitant­es en el corto plazo. Pero el resto se quedó sin créditos posibles tras una devaluació­n de casi 100%”, explica Tea.

Sostiene, como representa­nte de las inmobiliar­ias, que el mercado cordobés aún trata de buscar un punto de equilibrio.

Dice Tea: “Las líneas de crédito actuales deben tener un aval del mercado. Se deben mejorar las condicione­s para el solicitant­e, a través de la tasa, y también para el vendedor, vía demora en los plazos de otorgamien­to. Pero también debe encontrars­e un punto de encuentro entre oferta y demanda: tras la devaluació­n, muchos clientes dejaron de estar clasificad­os para un crédito”.

El año electoral abre una expectativ­a respecto de la oferta de créditos hipotecari­os, aunque más por experienci­as de años anteriores que por datos concretos. Las inmobiliar­ias esperan que las necesidade­s políticas del Gobierno nacional deriven a una línea para la reactivaci­ón del sector, aunque –aclara– “cuando hay una crisis de confianza como la que estamos viviendo, es difícil de revertir esta sensación en pocos meses”.

SE COMBINAN PROPIETARI­OS QUE NO QUIEREN MALVENDER Y COMPRADORE­S QUE NO CALIFICAN AL CRÉDITO. Agustín Tea, inmobiliar­ia

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