“Hay una parte económica en el problema, pero la base es cultural”
Amelia López, la Defensora de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, se refirió a la problemática que presenta el informe “Niños, niñas y adolescentes 2018” de la Defensoría del Pueblo y aportó una perspectiva que, si bien sobrevoló los discursos oficiales, terminó de tomar forma con sus conceptos.
Se trata de una mirada que tiene como marco las costumbres que fueron adquiriendo los NNyA a partir de que sus familias los involucraron en trabajos que, siendo informales, se desarrollan en las calles de la ciudad.
Lo primero que señaló fue que los chicos están allí con sus familias. La mayoría de estas familias, según la especialista, adoptó como una estrategia de vida la venta callejera y lo hizo junto a sus hijos.
“A veces, nos llaman comerciantes de la zona preocupados porque los chicos están solos, pero no, estaban con su familias. Hay factores complejos: una parte es económico y hay un factor que es cultural”, aseguró López.
Y fue un poco más allá con sus definiciones, al expresar que para la Defensoría es doloroso que haya un solo chico trabajando en la calle, pero que cada vez que se acercan a las familias se encuentran con la preexistencia de un valor positivo sobre la actividad que desarrollan, por lo que resulta injusto hacer pesar lo que sería una obligación (quitar al chico del seno familiar) por el solo hecho de ser pobres.
Es por eso que, cuando enfocan las medidas de intervención, lo hacen reconociendo el aspecto económico y el cultural, para promover otras formas de subsistencia, pero sin dejar de reconocer que – según la información que aporta la Defensora– en reiterados casos se niegan a abandonar lo que ya hacen.
“Los chicos reproducen lo aprendido: tenemos una generación entera que vivió en la calle. Es muy difícil que tomen conciencia de que la calle es peligrosa y cuando uno profundiza, vienen de una historia de valorización de la calle como su lugar, más allá de que tengan su casa”, concluyó la funcionaria.