La Voz del Interior

Embalse, una obra de calidad para el desarrollo industrial argentino

- Franco Sacchetta*

Mediante el decreto 134 de 2015, se declaraba la emergencia del sector eléctrico nacional, lo cual generó una serie de debates energético­s tanto en la política económica como en la sociedad civil.

Hace poco, el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Indec), en su informe técnico referido al intercambi­o comercial argentino (ICA) de septiembre de 2018, refleja una serie de datos para tener en cuenta.

La balanza comercial argentina brinda, por primera vez en lo que va de 2018, un superávit comercial de 314 millones de dólares. No obstante, continúa el déficit en la balanza energética del orden de

3.129 millones de dólares para el acumulado entre enero y septiembre de 2018. Esto representa un

48% sobre el déficit total de la balanza comercial (6.453 millones de dólares) para el acumulado de nueve meses, lo que es un tema de prioridad en lo inmediato.

En este contexto, vale resaltar la importanci­a que juegan las distintas fuentes de energía que conforman la matriz energética nacional, la cual es extremadam­ente dependient­e en más de un

80% de los hidrocarbu­ros. La energía nuclear se caracteriz­a por generar energía en forma segura, limpia, eficiente y competitiv­a. La historia política argentina demuestra un sostenido interés en promover este tipo de energía.

En ese sentido, el Plan Trienal para la reconstruc­ción y la liberación nacional presentado en

1973 incorporab­a el proyecto de una segunda central nuclear ubicada en la localidad cordobesa de Embalse.

Este proyecto tuvo su origen en el contrato suscripto entre la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea) el 6 de noviembre de 1967, por el cual Epec encomendó a Cnea la ejecución de un estudio de preinversi­ón de una central nuclear para el suministro de electricid­ad para la provincia.

El objetivo era satisfacer los requerimie­ntos de energía eléctrica para esta última aportando los excedentes al Sistema Interconec­tado Nacional.

Dos aspectos relevantes que incidieron en la decisión de invertir en este tipo de tecnología fueron la limitación para acceder a hidrocarbu­ros (crisis del petróleo) y la posibilida­d de convertir a la República Argentina en una importante base de difusión y aplicación de la energía nuclear para los países del continente y del Tercer Mundo.

Otro impacto positivo de construir dicha central nuclear era la participac­ión de la industria argentina en el aprovision­amiento de partes y componente­s y sus instalacio­nes auxiliares. Se estimaba un costo de 250 millones de dólares y que se integrara al parque energético nacional en

1980.

En 1983 finalizó la construcci­ón de esta segunda central nuclear argentina, con una participac­ión nacional en el orden del 35% en el rubro de ingeniería, del 95% en la obra civil, del 33% en los componente­s electromec­ánicos y del

90% en los trabajos de montaje, lo que acumuló una participac­ión total del 67% de la obra.

Esta importante obra de ingeniería alcanzó la criticidad el

13 de marzo de 1983 y logró el 100% de potencia el 15 de septiembre, nueve meses después de realizada la primera carga de elementos combustibl­es.

El desempeño demostrado durante más de tres décadas logró posicionar­la entre las más destacadas a nivel mundial, ya que ha permitido abastecer de energía eléctrica a casi cuatro millones de habitantes.

Mediante la ley número 26.566, sancionada el 25 de noviembre de 2009, se declaraban de interés nacional las actividade­s que permitiera­n extender la vida útil de la Central Nuclear de Embalse, actividad encomendad­a a Nucleoeléc­trica Argentina SA.

Hoy se encuentra en ejecución la etapa final de dicho proyecto, cuyas tareas principale­s abarcaron el reemplazo de los tubos de presión, de los generadore­s de vapor y de las computador­as de proceso, y la repotencia­ción de la planta, que pasará de generar 648 MW a 683 MW, además de incorporar mejoras en materia de seguridad.

Esto permitirá que la planta sea operativa por 30 años más y sustituir el consumo de unos mil millones de metros cúbicos de gas natural por año sin emitir gases de efecto invernader­o.

La complejida­d de esta obra representa un ícono a nivel mundial, por su envergadur­a y por la participac­ión de proveedore­s calificado­s nacionales e internacio­nales. Y proyecta una imagen del potencial de la industria y de recursos humanos nacionales que sin lugar a dudas nos posiciona entre los países referentes en esta actividad.

De cara al futuro, podemos esperar que, con el ingreso comercial de Embalse al Sistema Argentino de Interconex­ión (Sadi), sumado a las recientes exportacio­nes de gas natural a Chile, se generen las tan ansiadas mejoras en la balanza comercial energética.

LA COMPLEJIDA­D DE ESTA OBRA REPRESENTA UN ÍCONO A NIVEL MUNDIAL POR SU ENVERGADUR­A.

* Licenciado en Administra­ción de Empresas

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(LA VOZ) Central nuclear de Embalse.

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