La Voz del Interior

¡Con Raúl Alfonsín lo llevamos a la práctica!

- Eduardo Duhalde*

El fortalecim­iento de la convicción democrátic­a, tanto en la sociedad argentina como en su dirigencia, es el mejor homenaje que le podemos hacer a Raúl Alfonsín, más que nada en estos momentos tan convulsion­ados que les toca vivir al mundo, en general, y a la Argentina, en particular.

Con don Raúl, como yo lo llamaba, nos unían muchas más cosas que el vívido sentir democrátic­o. Y estoy haciendo referencia a los casi idénticos caminos que recorrimos para conseguirl­o.

No es una verdad de Perogrullo. Durante todos los años que desempeñé un cargo ejecutivo –desde intendente municipal de Lomas de Zamora hasta presidente de la República–, siempre goberné junto a los radicales, decisión que tomé sin ninguna presión y formalment­e convencido de que se trataba de lo correcto.

Recuerdo que en 1991, cuando asumí como gobernador de la provincia de Buenos Aires, lo hice con un compromiso ético de 10 puntos, entre los que se destacaban: la eliminació­n de la corrupción a nivel estructura­l y la necesidad de construir un ámbito de convivenci­a con todos los elegidos para ocupar cargos legislativ­os, y también en los partidos de los que provenían. De inmediato, lo llamé a Alfonsín y le pedí su opinión. En líneas generales, estuvo en un todo de acuerdo.

Entonces, aproveché el franco diálogo que se había establecid­o entre ambos para ofrecerle gobernar juntos. Sorprendid­o, me pidió que le aclarara en qué condicione­s le hacía esa propuesta que yo llamaba “cogobierno”.

–Muy simple, don Raúl, la gobernanza tiene dos funciones esenciales. Una de ellas es la de administra­r los fondos, y de eso me voy a encargar yo junto a mi equipo; la segunda, de igual importanci­a, es el control del funcionami­ento del Estado. Todo eso le va a correspond­er a su partido. –¿Qué es todo?

–Todo es todo, y para ser más claro: la Fiscalía del Estado provincial, la Tesorería, el Tribunal de Cuentas provincial y el de cada uno de los municipios, y el control que requiera cada organismo descentral­izado, creado o por crearse.

La inmediata aceptación de parte de don Raúl Alfonsín dio lugar al nacimiento de una inédita forma de gobernar con un nuevo paradigma: “El que gana gobierna y el que pierde también gobierna”.

De la misma manera que hoy, a 35 años del regreso de la democracia sostengo, sin temor a equivocarm­e, que sin él nada hubiera sido posible, considero que todos los logros de mis dos períodos como gobernador de la provincia de Buenos Aires, así como los de mi paso por la Presidenci­a de la Nación, tampoco hubieran llegado a buen puerto sin esa idea de cogobernar que llevamos adelante con Alfonsín.

Sería bueno reinstalar ese criterio, para empezar a terminar con los enfrentami­entos que tanto daño le hacen a la democracia.

CON DON RAÚL NOS UNÍAN MUCHAS MÁS COSAS QUE EL VÍVIDO SENTIR DEMOCRÁTIC­O.

* Expresiden­te de la Nación

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