Schiaretti, cada vez más lejos de la escena nacional Mariano Bergero
El coqueteo sobre la posible proyección nacional de Juan Schiaretti parece haber llegado a su fin. Nadie daba como un hecho una postulación fuera de Córdoba, pero tampoco se la negaba. Ahora, la ambigüedad parece disiparse y la posibilidad, alentada por algunos gestos del mandatario provincial, pero sobre todo avivada por algunos de sus operadores, se quedó sin combustible antes de la llegada de 2019.
Después del fuerte cimbronazo económico, cuyas consecuencias marcarán el día a día de la administración macrista y de la campaña electoral, el escenario nacional va camino a replicar el comportamiento bipolar que marcó en 2015: Mauricio Macri y un espacio liderado por Cristina Kirchner en el centro de la escena. Casi no hay lugar para nadie más.
Ante este déjà vu político, Schiaretti concentrará sus fuerzas exclusivamente en Córdoba. Aquella foto de finales de septiembre, junto a Sergio Massa, Juan Urtubey y Miguel Pichetto, se encamina a convertirse en una anécdota en la carrera política del dos veces gobernador y líder del PJ cordobés. Más empujado por el contexto que convencido, Schiaretti se sentó alrededor de aquella mesa federal de cuatro.
Basta repasar algunos de los tantos sondeos que circulan para clausurar cualquier sueño fronteras afuera de Córdoba. En especial, aquellos trabajos centrados en el conurbano bonaerense, territorio indispensable para cualquiera que tenga expectativas en la escena nacional.
En una medición reciente, el gobernador aparece con una intención de voto de 0,5 por ciento frente a un 19,7 de Massa en un escenario sin Cristina de candidata. En tanto, Pichetto, pese a su potente presencia mediática, apenas suma un 1,1 por ciento de adhesión. El salteño Urtubey acapara el 2,3 por ciento.
Con Cristina en escena, los números para los “federales” se desploman: Massa cae a 15; Urtubey a 1,7; Pichetto a 0,7, y Schiaretti no figura mencionado en el estudio.
Ni el fallecido José Manuel de la Sota, con una millonaria campaña de posicionamiento para su precandidatura de 2015, pudo penetrar los muros del espeso conurbano. El exgobernador y el actual mandatario demostraron liderazgos de consumo interno.
Esos guarismos –bien conocidos en el Centro Cívico–, sumados al desafío prioritario de extender la vida útil del PJ cordobés en el poder, son argumentos suficientes para desarmar las proyecciones que pulularon durante lo más álgido de la crisis económica. Todos los esfuerzos serán reconducidos hacia el plano provincial, lo que incluye el nuevo desvelo: conquistar la Capital.
Suficientes problemas tendrá Schiaretti –en caso de renovar mandato en el Panal– si por alguna razón la expresidenta retoma el poder, un escenario que vuelve a ser parte de los análisis como una posibilidad para 2019. Ni la causa de “los cuadernos de la corrupción K” ni el asedio judicial que la mantendrá en jaque durante los próximos meses lograron frenar su crecimiento en las encuestas.
El solo hecho de pensar en trocar la cordial y redituable sociedad institucional que mantiene con Macri por una bien distinta con el cristinismo eriza la piel de los peronistas en el seno del poder provincial.
Massa, quien dijo en las últimas horas “morirse” de ganas por ser presidente, no cerró del todo la puerta a una construcción conjunta con la exmandataria.
Fuera del balotaje 2015, el tigrense no desconoce la lógica que impera por décadas en el peronismo: gobernadores, intendentes, gremialistas y dirigentes de todas las categorías y especies terminan siempre atraídos por el imán de la centralidad de una figura. Cristina, en medio del declive más significativo de la era Macri, es quien lidera ese polo de poder.
Schiaretti no sólo no encaja en ese esquema. Lo combate.