Estrenan documental sobre un represor
El documental “El hijo del cazador”, de Germán Scelso y Federico Robles, se presenta en el Festival de Mar del Plata. Indaga en la personalidad de Luis Quijano, hijo de un gendarme que se desempeñó en La Perla.
El documental El hijo del cazador, de Germán Scelso y Federico Robles, se presentará en el festival de cine de Mar del Plata. Indaga en la vida de Luis Quijano, hijo de un gendarme represor que actuó en el centro clandestino cordobés de La Perla.
Luis Quijano cuenta que su padre le daba casetes con sesiones de tortura grabadas, y le pedía que las escuche. En esas cintas se oían golpes y gritos. A los 14 años ya lo había adiestrado para ir armado en los asientos traseros del auto familiar, listo para repeler algún ataque. Entre los 15 y los 16, lo hizo participar en operativos del Destacamento de Inteligencia 141, que incluían secuestros y allanamientos, y lo llevó en varias ocasiones a La Perla, el mayor centro clandestino de detención de Córdoba.
El padre es Luis Alberto Cayetano Quijano, alias “Ángel”, comandante de Gendarmería que tuvo una entusiasta labor en las acciones de represión ilegal durante la última dictadura militar. Se desempeñaba como jefe de la guardia externa de La Perla e integraba una de las patotas que secuestraban, torturaban y asesinaban, además de robar las pertenencias de las víctimas. Falleció en mayo de 2015, mientras era juzgado por delitos de lesa humanidad en la megacausa que condenó a Menéndez y otros represores.
El caso del hijo que denunció a su padre tuvo amplia repercusión. Luis declaró ante el tribunal días después de la muerte de su progenitor, y contó en numerosas notas periodísticas las atrocidades que fue obligado a vivir. Ahora, el testimonio de ese vínculo tortuoso suma precisiones y es explorado con detalle en el documental El
hijo del cazador, dirigido por Germán Scelso y Federico Robles. Fue estrenado en la competencia argentina del festival de Mar del Plata, y es una de las cuatro películas cordobesas en la muestra.
El documental se mete en una zona de la intimidad de Quijano y construye un retrato que va sumando capas hasta definir un personaje complejo, con facetas contradictorias. Está el amante tierno de los animales, el coleccionista casi infantil de literatura soviética, el yerno perfecto, junto al conocedor de armas y firme defensor de la pena de muerte. El hombre que repudia a su padre y lo define como un sádico, asesino y ladrón, y que describe a su madre como cómplice y como una persona abyecta, puede además reconocer a cámara su deseo de ver colgada de una horca a una conocida figura de la política argentina.
Quijano se vuelve un protagonista incómodo. Enuncia una visión política que parece ir derecho a replicar la teoría de los dos demonios. Aquí, sus ideas son admitidas como vienen. Para que el espectador saque conclusiones.
Interpelaciones
“Seguimos muy de cerca la megacausa La Perla y nos llamó la atención el día que se informó que el hijo de un represor había ido a declarar, ya que en Córdoba no había casos conocidos de hijos o familiares de militares comprometidos con la dictadura que hubiesen dado ese paso –aseguran los responsables del filme–. Sí había algunos en otras provincias, que casi no hablaban en público, o hijos que habían sido apropiados por torturadores y que al descubrir su identidad se habían rebelado. El testimonio de Quijano aportaba un punto de vista novedoso desde un lugar psicológico –porque nos permitiría adentrarnos en la intimidad cotidiana y familiar de los responsables operativos de la represión– pero también desde una valoración histórica, ya que aportaba detalles muy específicos sobre una cuestión muy sensible y soslayada muchas veces en relación al plan represivo de aquellos años: la económica, es decir, cómo funcionaba la apropiación de bienes y el reparto del patrimonio que se les incautaba/robaba a los detenidos y a sus familiares”.
Scelso y Robles dicen que los primeros encuentros fueron complejos, porque no sabían muy bien a qué se enfrentaban, pero que luego se estableció una especie de complicidad. “Lo que más nos sorprendió es la complejidad de su historia y la capacidad que ha tenido para procesarlo a su modo. Tal vez, por su formación castrense, ambos esperábamos un personaje mucho más plano, lineal; y por el contrario Luis es una persona instruida, que se expresa muy sólidamente, y que puede elaborar conceptos abstractos y matizados. Eso hizo que durante todo el proceso fuéramos encontrando elementos curiosos, y transformaciones que le fueron dando cuerpo al relato y al personaje”.
–Quijano es un personaje ambiguo y resbaladizo. Se considera una víctima de maltrato, y mezcla motivos íntimos con una mirada política que puede resultar irritante. ¿Por qué no confrontaron con él?
–El personaje no es Luis Quijano padre; es el hijo, que tenía 15, 16, 17 años a mediados de los ’70, y del que no tenemos ningún registro de participación activa o con grado de responsabilidad penal siquiera aludido en ninguno de los juicios realizados en Córdoba. Ese dato no puede pasar inadvertido al enfrentarse moralmente a un personaje así, más allá de las valoraciones personales sobre su forma de pensar, sus ideas o motivaciones. Es una historia personal difícil de catalogar, y aunque nosotros tenemos claro nuestro punto de vista en relación al personaje y creemos que está plasmado, el tratamiento estético y el montaje tienen más que ver con una idea de interpelación muy directa al espectador para que sea este quien tenga que decidir qué hacer con toda esa información que la película le transmite, algo poco usual en un cine vinculado a los relatos de memoria.
EL TESTIMONIO DE QUIJANO APORTA UN PUNTO DE VISTA NOVEDOSO DESDE LO PSICOLÓGICO Y DESDE LA VALORACIÓN HISTÓRICA.