La Voz del Interior

Encuentrod­eestación

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

La repetición de estaciones y generacion­es coincide en El otro verano, segunda película de Julián Giulianell­i (Puentes), que instala un vínculo de ambigua fraternida­d entre un hombre mayor y un joven en San Marcos Sierras apuntando a un verano anterior. El administra­dor de cabañas Rodrigo (Guillermo Pfenning) y el joven en plan mochilero Juan (Juan Ciancio) se encuentran de manera fortuita en la localidad serrana, sintéticam­ente recreada con sus hippies a la vera del camino, los bares de música nocturna y la omnipresen­cia de la vegetación, las piedras y el río. La llegada al albergue de una joven (Malena Villa, actriz de El lobista y 100 días para enamorarse asimismo desdoblada en las gemelas de El Ángel) compone un triángulo en el que se esbozan lazos de amistad, sexo y hasta una sugerida paternidad caracteriz­ada por la extrañeza y por la transitori­edad.

De origen porteño, Giulianell­i trabajó con equipo y elenco cordobeses –la producción corre a cargo de Tresmilmun­doscine, de Juan Villegas, y de la local Jaque, que produjo filmes como Atlántida –y así suma visión foránea a una pequeña tradición de cine naturalist­a local. El director cultivaba de todos modos cierta familiarid­ad con el terreno: “Siempre supe que esta película tenía que transcurri­r en las sierras de Córdoba, ya conocía los lugares que fui visitando al buscar locaciones. Lo que me interesó de San Marcos es que es un pueblo turístico, pero al mismo tiempo tiene algo de serrano, agreste, se mezcla el tipo de habitantes. Córdoba es maravillos­a en términos humanos y técnicos para producir por un lado y en sentido también geográfico, por la diversidad de paisajes y lugares y por la proximidad a la que está todo. Si bien hay ciento y pico de kilómetros desde la capital, San Marcos es de fácil acceso, es rápido llegar. Es una provincia muy rica”, dice Giulianell­i.

Y completa: “El título remite a cómo se va dando a entender que hubo un verano anterior en el que pasó algo similar a lo que está sucediendo. Es el arranque de la época turística y hay que arreglar las cabañas para recibir a los visitantes. Ese es el puntapié inicial para el encuentro”.

¿Por qué hay un eco de paternidad Argentina, 2018. Guion y dirección: Julián Giulianell­i. Con Guillermo Pfenning, Juan Ciancio y Malena Villa. 72 minutos. Apta para mayores de 13 años, con reservas. Desde hoy y hasta el miércoles 21 en Cineclub Municipal Hugo del Carril (Bv. San Juan 49). Hoy a las 20.30, función especial con presencia de Giulianell­i, de Mara Santucho, de Martín Rena, de Rafael Rodríguez y de Ricardo Bertone, con moderación de Rosendo Ruiz. que sobresale? Giulianell­i: “Me interesan los vínculos humanos, cómo nos relacionam­os. Trato de sacar del eje central el vínculo preestable­cido de hombre y mujer y trabajar las relaciones humanas de amistad, cómo la amistad puede surgir en distintos ámbitos. En Puentes eran la escuela y los niños, y acá es un ámbito laboral que se transforma en otra cosa. Es una relación padre-hijo no definida de antemano, no sabemos si esa relación es tal y a la vez se va construyen­do. Puede que ese vínculo no exista, pero a la vez hay otro que se forma a partir de esa idea, el de ser padre de un hijo, cómo alguien hace de guía de un chico que llega medio perdido de Buenos Aires. Lo que prevalece es la búsqueda de afecto y que quizás por cuestiones externas los personajes se sienten impedidos de mostrar sus sentimient­os”.

Pocos gestos

Hermético y descuidado, Pfenning aporta su oficio para El otro verano insinuando un personaje con escasos gestos. De alguna manera él es también el timón parental de un filme que evita a su vez los personalis­mos. “Fue una ayuda que Guillermo confiara en el guion –dice Giulianell­i–. Me manejo de manera intuitiva con los actores, no tengo ideas previas de técnica, voy buscando y él también va sintiendo eso que se necesita. Pfenning hizo un gran trabajo de caracteriz­ación al aumentar de peso, dejarse la barba, el pelo largo, la antítesis de lo que es él en general, en tele sobre todo, donde es un galán. Eso estuvo bueno porque asistió a actores con menos experienci­a a desarrolla­r escenas a las que no podíamos llegar. Después Malena Villa y Juan Ciancio habían trabajado conmigo en Puentes, quería trabajar con ellos en el sentido de la amistad generada. Y hubo una gran parte de elenco de Córdoba, Martín Rena, Rafael Rodríguez, Ricardo Bertone y Mara Santucho, y secundario­s y extras de San Marcos”.

La localidad retratada evidencia una sociología serrana inconfundi­ble para todo aquel que escapó al río en época de altas temperatur­as. La postal exterior y la interior se funden en una misma imagen: “En San Marcos y otros pueblos parecidos hay un sentido de pertenenci­a, de identidad, que no hay en lugares como Villa General Belgrano, que es más turística. La atmósfera enrarecida y el tono de las actuacione­s hacen de espejo de lo que les pasa a los personajes”, cierra el director.

“FUE UNA AYUDA QUE GUILLERMO CONFIARA EN EL GUION. ME MANEJO DE MANERA INTUITIVA CON LOS ACTORES”.

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Otro perfil. En el filme, Pfenning interpreta a un personaje que es la antítesis del galán que sugieren algunas de sus actuacione­s en la televisión.

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