Un ejercicio sobre la violencia contemporánea
“La piel en llamas” es la primera obra del catalán Guillem Clua que llega a Córdoba. El trabajo aborda las consecuencias dramáticas de cualquier régimen dictatorial. Los jueves.
Por primera vez se estrena en la Argentina una obra del dramaturgo catalán Guillem Clua. La piel en llamas expone la violencia institucional, política e individual que ejerce un orden innombrable, en algún lugar del planeta. El texto se apoya en la imprecisión para justificar la universalidad del planteo.
Un hombre que tomó una fotografía emblemática de una niña alcanzada por el fuego enemigo vuelve al país a buscar un premio. Es entrevistado por una periodista. Otro hombre, funcionario de la ONU, extorsiona a una mujer que tiene su hija grave, y, a cambio de sexo, mantiene el costoso tratamiento de la niña. Las dos escenas se desarrollan simultáneamente en el mismo espacio sin relacionarse.
La obra que dirigió el venezolano Vladimir Vera cuenta con el aporte estético de dos artistas locales prestigiosos: Rafael Reyeros y Cristina Morini. En un recinto circular velado por tules se desarrollan los dramas, en distintos planos, contemporáneos, ya que los encuentros ocurren en el mismo hotel, en ese lugar donde el régimen totalitario se disfraza de democracia atípica.
La obra transita el discurso del poder, sobre todo en la entrevista que protagonizan Diego Balaguer y Mariana Bonadero, en los roles aludidos. Balaguer logra un muy buen trabajo como el hombre vencido por la culpa y la memoria, en tanto Bonadero ofrece un registro apagado, desfalleciente, de la mujer que enfrenta al fotógrafo. Francisco Bruzzone y Natalia Sara protagonizan las escenas eróticas violentas, una presencia incómoda que ilustra los abusos de poder y la situación de la mujer sometida a la esclavitud sexual.
La pareja logra una coreografía interesante entre los velos que esfuman la desnudez, pero no alcanza la misma potencia en los diálogos. Aun así, Natalia Sara es una revelación en el personaje de Ida, por la exposición y por la expresividad para reproducir la tragedia de la víctima de ese orden perverso.
Carga literaria
La piel en llamas es un texto con fuerte carga literaria en el que el aspecto discursivo ocupa un lugar preponderante, por eso la historia es reconstruida por Hannah (Bonadero), antagonista de Salomon (Balaguer). En el espacio claustrofóbico, el diálogo ofrece una postal del desquicio, con suicidios, la naturalización de la muerte y una suerte de lejanía geográfica que distancia el punto de vista de la voz “civilizada” en torno a la guerra. El personaje de la ONU es claramente paródico, registro que quiebra el dramatismo e impide la emoción de Ida, semidesnuda y desvalida.
La alusión al calor insoportable, a las facciones que suben al poder e inician la venganza contra sus contrincantes; el encierro y los honores a la visita en ese contexto, remiten a los regímenes políticos sangrientos, exhibidos a partir de una anécdota, la de la fotografía que se convierte en un enigma sencillo, destinado al espectador atento. Drama. Autor: Guillem Clua. Dirección: Vladimir Vera. Escenografía: Rafael Reyeros y Cristina Morini. Elenco: Diego Balaguer, Mariana Bonadero, Francisco Bruzzone y Natalia Sara. Jueves a las 21 en DocumentA, Lima 364. Entrada general: $ 250. Estudiantes y jubilados: $ 200.