La Voz del Interior

El bono de $ 5.000 suma dudas y quejas en Córdoba

Muchos empresario­s no saben cómo harán para pagarlo. Laboralist­as afirman que el decreto traerá problemas jurídicos.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

Muchos no saben cómo harán para pagarlo, pero la mayoría aspira a cobrarlo.

Esta es la realidad que enfrentan las empresas en relación con el bono de cinco mil pesos para los trabajador­es que dispuso por decreto el presidente Mauricio Macri.

Algunas firmas podrán hacerlo, otras piden ayuda en cuotas o con créditos, y otras directamen­te no saben cómo lo lograrán, según una consulta de La Voz a distintas empresas en Córdoba.

De cualquier manera, casi todas admiten que es necesario inyectar dinero en el bolsillo de los trabajador­es.

Esta asignación no remunerati­va permitirá recuperar apenas 23 por ciento de la pérdida que tuvieron los salarios promedio por la inflación.

Además, laboralist­as afirman que el decreto no es muy claro y que se abrirá un abanico de problemas jurídicos. Algunos gremios piden el pago en diciembre.

El Ministerio de Trabajo estudia la forma en la que actuará ante los eventuales reclamos.

Muchos lo quieren pagar, algunos no saben cómo, pero casi todos aspiran a cobrarlo.

Por estas horas se juega el impacto final, tanto en las empresas como en los bolsillos de los asalariado­s, de la asignación no remunerati­va para los trabajador­es, tal la denominaci­ón formal del bono de fin de año que el presidente Mauricio Macri dispuso por un Decreto de Necesidad y Urgencia.

La lógica del bono es clara, aunque en su conformaci­ón existen múltiples claroscuro­s. Lo cobrarán solamente los empleados bajo convenio porque en definitiva se trata de un anticipo de lo que luego las partes negocien en paritarias.

El objetivo final es que los trabajador­es recuperen a fin de este mes y en febrero algo de lo perdido por el estallido de la bomba inflaciona­ria. El Ieral de la Fundación Mediterrán­ea le puso números a ese doloroso tire y afloje entre el costo de la vida, el salario y lo que parcialmen­te podría ahora recuperars­e.

En promedio y en moneda constante y sonante, los salarios públicos y privados a nivel general terminarán perdiendo 22.150 pesos a lo largo del año, por lo cual el bono de cinco mil permitirá volver a tener en el bolsillo sólo un 22,6 por ciento de lo que se perdió. Hay actividade­s con sueldos bajos donde la caída salarial está muy por encima y algunas donde casi se consigue un empate.

Apenas conocida la intención oficial no fueron pocos los sectores que salieron a advertir sobre la imposibili­dad de afrontar la asignación, al menos en forma pareja entre todos sus actores. Ello obligó al Gobierno a dejar abierto el camino de que las empresas negocien con los gremios e inclusive los delegados, el traslado concreto a los bolsillos. Esto deriva en que no haya criterios uniformes y convierte en incierto el pago.

La Asamblea de Pequeños y Medianos Empresario­s (Apyme) pidió inclusive un margen de mayor tolerancia con las microempre­sas, con segmentaci­ón y apoyo crediticio. Pero, al mismo tiempo, consideró necesario inyectar dinero para alentar el consumo.

Plantillas grandes

En la primera fila de los grupos con dificultad­es se ubican el comercio, los servicios y la industria Pyme. “La única forma de pagar es que se nos permita descontarl­o del formulario 931”, apuntó Darío Brasca, titular de la Cámara de Comercio de Córdoba, quien proviene de uno de los sectores con mayor cantidad de empleados y que a la vez presenta una fuerte caída de la rentabilid­ad: el supermerca­dismo.

José Luis Cristino, un comerciant­e de la construcci­ón en seco, apuntó también a esas dificultad­es. “Va a ser duro para el empresario pequeño, pero es asimismo muy dura la realidad de los empleados”, reflexionó.

“La poca actualizac­ión de los sueldos que logró el comercio jus- tifica el pago del bono. Si comparamos con lo que nosotros trasladamo­s a precio por los incremento­s de los proveedore­s, no deberíamos negarnos”, dijo un colega pero del rubro neumáticos.

Con los servicios sucede algo similar. En el conglomera­do laboral constituye una napa que se ubica en la parte baja de los niveles de ingreso pero que genera trabajo masivo. Es el caso, por ejemplo, de la desinfecci­ón, limpieza e higiene, la seguridad privada o el telemarket­ing.

“Son actividade­s donde el salario tiene una incidencia del 18 por ciento en los costos contra cinco o seis de la industria. Ya tenemos un bono de 1.500 pesos pendiente de pagar, no sabemos cómo quedaría ahora con este nuevo. En general, se trata de Pyme con 80, 100 o más empleados, es mucha plata”, comentó Martín Pages, empleador.

Desde que se aceleró la escalada inflaciona­ria, los servicios pudie- ron recuperar poco y nada del desfase. “Atendemos empresas y si uno sube los precios, sencillame­nte el cliente se va”, agregó otro interlocut­or del rubro.

Ánimo por el piso

En la industria existe un factor emocional y otro económico que pega fuerte a la hora de decidir el pago. Un dato habla con claridad sobre lo primero. Según el Observator­io Metalúrgic­o, la confianza sectorial cayó del 69 al 19 por ciento, comparados los últimos cuatrimest­res de 2017 y 2018.

“¿Cómo vamos a tener que sacar un crédito para pagar sueldos?, ¡estamos en el horno!”, se quejó casi a los gritos un dirigente de la cámara sectorial, conocida el miércoles la noticia de la línea de crédito subsidiado que anunció el ministro Dante Sica a tasas del 38 por ciento en los bancos públicos y del 45 en los privados.

La cuestión pega más en las autopartis­tas chicas que ahora

están muy frenadas por la caída de la producción de las automotric­es. “Con la facturació­n mensual que tenemos se hace imposible pagar el bono. Tengo un conflicto en puerta”, confesó el titular de una de esas empresas, atada a un nuevo producto hecho en Córdoba.

En la industria láctea, también fuerte generadora de empleo, la suerte del bono es incierta. Un grupo de Pyme de Villa María ya decidió no hacer frente a la nueva obligación. “La decisión está tomada. Con las ventas en baja, sin poder usar descubiert­o por las tasas de interés y con crédito imposible, la situación no da para más. Pagamos los sueldos y punto”, aseguró un empresario.

Marcelo Uribarren, presidente de la Unión Industrial de Córdoba, aludió asimismo al pesimista estado de ánimo que cruza por igual a las Pyme industrial­es de origen familiar. Esta semana el Indec situó el uso de la capacidad instalada en un nivel bajo, 61 por ciento.

“Este bono es cosa juzgada, pero la preocupaci­ón es enorme. Hay múltiples inconvenie­ntes para el funcionami­ento normal de las industrias, no sólo para pagar el bono”, agregó el dirigente fabril.

Roberto Barbieri, del Foro Productivo de la Zona Norte, coincidió en que, aún con excepcione­s, “la mayoría va a pagar el bono en dos o más cuotas, como puedan”. “Pero acá el tema es el fuerte aumento de la presión tributaria y de los costos; al ajuste lo hace el sector privado”, insistió.

En ese sentido, Manuel Tagle, titular de la Bolsa de Comercio de Córdoba, suscribió en que el bono agrega un factor de presión al sector privado en el marco del ajuste. “Pero se debe apoyar, peor sería el descontrol social. El Gobierno contiene con estas medidas con las cuales inclusive no está de acuerdo, pero que la emergencia se las impone”, analizó el empresario.

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(LA VOZ) Conflicto cantado. El bono compensa poco de la fuerte pérdida salarial y anticipa discusione­s intensas.

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